Como ya se comentaba este artículo la semana pasada refiriéndose a declaraciones del periodista Raúl del Pozo, ahora se empieza a ver la estrategia en toda su dimensión:
Sostiene un conocido lobista madrileño, antaño asiduo visitante del despacho de Luis Bárcenas en la calle Génova, que el asunto que nos ocupa, “en un país serio”, se hubiera resuelto con la aparición del susodicho muerto por ahogamiento en su cama, con una almohada sobre la cara, o bien enviando a Oslo a un hombre de toda confianza con plenos poderes para reunirse en secreto con el prenda y negociar con él un acuerdo cerrado y sellado.
Sostiene un conocido lobista madrileño, antaño asiduo visitante del despacho de Luis Bárcenas en la calle Génova, que el asunto que nos ocupa, “en un país serio”, se hubiera resuelto con la aparición del susodicho muerto por ahogamiento en su cama, con una almohada sobre la cara –se admite la variante aterrorizada del que despierta bañado en la sangre que desprende la cabeza del caballo que alguien le ha colocado en plena noche entre las nalgas-, o bien enviando a Oslo a un hombre de toda confianza con plenos poderes para reunirse en secreto con el prenda y negociar con él un acuerdo cerrado y sellado. Y aquí paz y después gloria. El gran Mariano, prototipo de gestor acostumbrado a procrastinar lo divino y lo humano, ha dejado pudrir la situación hasta que el asunto se le ha ido de las manos. Con el PP convertido en un manojo de nervios, en Génova campea el desconcierto mientras en Moncloa simplemente no saben qué hacer. El partido, dominado por el pánico, ha sido esta semana un sálvese quien pueda. Y ello cuando la “bomba Bárcenas” no ha terminado aún de explotar.
Como cualquier grupo humano zarandeado por un peligro susceptible de poner en riesgo el modus vivendi de sus miembros, en Moncloa y aledaños ha sonado la corneta llamando al cierre de filas. Que no se mueva nadie. Y una misma lección para todos: “se trata de la conspiración urdida por un periodista que siempre quiso hundir a Mariano porque se negó a darle bolilla, y que se ha prestado a hacer de altavoz de un delincuente como Bárcenas. Debe ser la Justicia quien aclare lo ocurrido; nuestra voluntad de colaborar con ella quedó demostrada cuando la Fiscalía –ojo al ínclito Gallardón– pidió prisión incondicional para el menda. Que hablen, pues, los tribunales. ¿Los sobresueldos? En última instancia es su palabra contra la nuestra, y la acusación de que Mariano los cobró siendo ministro es inconcebible. Lo lamentable es que haya tanta gente, tantos partidos, tantos medios, dispuestos a dar pábulo a un chorizo cuya pretensión última es desestabilizar a Rajoy”. Encastillados y en posición de defensa indignada….TEXTO COMPLETO