¿Qué hacemos con estos partidos?
Aldrich, John H., en su libro Why Parties? (1995) defiende a los partidos políticos como intermediarios entre las preferencias de los ciudadanos y los gobiernos, utiliza argumentos como la gobernabilidad o la defensa de la democracia representativa. Según Aldrich, los partidos no están en declive, su crisis reside en su estructura, en el partido de masas. También sugiere que los estudios relativos a “las tres Des” (decaimiento, declive y descomposición de los partidos) deben reemplazarse por “las tres Erres” (reaparición, revitalización y resurgimiento de los partidos).
Partamos de la premisa que los partidos buscan como meta principal ganar elecciones.
Ante la vorágine “tsunámica” de comportamientos infames, ridículos y estúpidos que nuestros partidos políticos y sus representantes nos están dando en los últimos tiempos uno ha reflexionado mucho. ¿Qué debe cambiar en la estructura y funcionamiento de estos partidos?
Artículo 6 Constitución española.
Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.
La primera conclusión a la que uno llega rápidamente es constatar la no democracia dentro de nuestros castuzos partidos, difícilmente así sea posible que ejerzan su labor de forma democrática cuando su estructura interna no lo es. La segunda es la falta de libertad de elección, y no me hablen de listas abiertas ni bobadas parecidas. Pero me he encontrado con un grave problema, no tengo tercera conclusión, no he llegado a ella porque no exista sino por pereza mental, a diferencia de Aldrich, John H., yo estoy tan desesperado intelectualmente que me da igual las conclusiones, simplemente he llegado a negar la necesidad del partido político, y no me refiero a “estos partidos” en particular sino al concepto existencial del partido político.
Pero partamos de la premisa anterior de “que los partidos buscan como meta principal ganar elecciones”, pues démosles eso.
Olvidémonos de los partidos como opción legislativa, partamos de un sistema electoral con elecciones diferenciadas, una presidencial al poder ejecutivo y otra elección al poder legislativo. Nada del otro mundo ya que se este sistema se repite en múltiples estados buscando una mayor separación de los poderes.
¿Pero, qué pasaría si?
1) Los representantes del poder legislativo fuesen elegidos circunscripción a circunscripción entre ciudadanos libres de pecado político, ciudadanos no adscritos a ningún partido, sindicato u organización política, durante un tiempo suficiente, constatable y razonable.
2) Los miembros del ejecutivo fuesen elegidos vía agrupaciones, plataformas o partidos políticos cuyo único afán fuese llegar al poder ejecutivo. Bajo una circunscripción única de todo el estado y bajo elección mayoritaria a doble vuelta.
3) Los portavoces o una mínima representación del partido ganador de la elección presidencial y la oposición, mantuvieran su voz (en las sesiones de control al gobierno) pero no su voto (para eso ya está el legislativo).
– Con la primera obtendríamos una necesaria representación más eficaz del ciudadano y un representante más controlado por sus representados y consciente de que su responsabilidad es la que le une a su circunscripción.
– Con la segunda, tendremos en cuenta la tendencia del ser humano a agruparse y organizarse, ese espacio que ahora monopoliza el partido político y que eliminados acabarían de nuevo por renacer con todo su esplendor de antaño. Así que proporcionemosles un espacio importante de poder, pero controlado por un legislativo más libre.
La idea de partido se haría necesaria como organización política que conjunta y anexiona ideas (sinergia, cooperación) que llevan de una forma más eficaz a la administración del gobierno del estado.
– Con la tercera buscamos la “representatividad” de las diferentes tendencias políticas, de las mayorías y de las minorías, con su acceso al control del gobierno, a levantar la voz de forma pública, a generar tendencias de opinión, en definitiva, a ser políticos, pero con al voto legislativo vetado.
Posiblemente toda esta simple reflexión sea una necedad ya que, como ya he dicho, tendemos a asociarnos bajo un bien común y a luchar por dichos bienes contra otros grupos. Ciudadanos que bajo un poder sindicado tienden a corromperse con lo cual todo lo dicho anteriormente caería bajo la podrida alma del ser emponzoñado que ha claudicado a todos los pecados (o poderes) capitales y políticos conocidos para obtener esos beneficios materiales y/o inmateriales. También se le puede tildar de utópica o impracticable, la felicidad eterna también y nadie deja de aspirar a conseguirla.
Pero yo creo en el ser humano, la ponzoña ataca a todos, pero unos la combaten y otros son vencidos sin luchar.
¿Hay solución? No lo sé pero con estos “nuestros” partidos de ahora.
¡ NO.!
Salud.
Un comentario sobre “¿Que hacemos con estos partidos? (enderlavoz)”