La gran mayoría de aquellos que esgrimen textos, personajes, iconos, para apoyar sus teorías o posturas socio-político-económicas se guía por tópicos, lugares comunes o estereotipos, sin estudiar profundamente lo que hay detrás de lo que dicen. Así, las palabras cambiadas de acepción o la cándida observancia de lo ‘políticamente correcto’ – en realidad, una represión – generan turbulencias que entorpecen el análisis y la comunicación. El Che, ejemplo paradigmático, ha acabado siendo una camiseta que se lleva como símbolo revolucionario sin conocer ni su figura ni su historia. Pasa lo mismo con muchísimos iconos de los más diversos signos a los que se acude en un alarde de falsa erudición para apoyar discursos, diálogos y debates. Digo todo esto porque quiero llegar a una personalidad que formó escuela y que es aludida constantemente, reiteradamente, redundantemente, para defender la contestación desde la no violencia. Obviamente, hablo de Gandhi, figura que tampoco conocen muchísimos que usan su rostro para decir: “¡Tenemos que hacer como Gandhi!”, creyendo que el político hindú se limitaba a sentarse en el suelo y esperar la Epifanía. No. No fue así. La revolución pacífica de Ghandi no es la no acción taoísta, ni tampoco la práctica del Zen, como modelo de vida y meditación. La no violencia no significa no acción. Confundir esos significados es caer en un gravísimo error de estrategia política. Gandhi tuvo que hacer muchas cosas para lograr lo que finalmente logró.
Como no se trata aquí de escribir un ensayo, en síntesis vemos que en España está sucediendo lo siguiente: subida de impuestos, bajada de salarios, incremento del desempleo, caída de las pensiones, recorte y manipulación de la información, presión sobre la Justicia desde el Gobierno y la monarquía, falseamiento de las estadísticas sobre los principales índices … Aún así y pese a la absoluta indignación popular y el rotundo suspenso otorgado tanto al rey como a los líderes de la Partitocracia, no ocurre nada y el poder corrupto sigue blindándose para perpetuar lo existente. La sociedad civil ha quedado abandonada a su suerte. A un ‘sálvese el que pueda’. Si más vale maña que fuerza, no es ningún disparate romper las cadenas que sostienen todo el entramado de modo que el funcionamiento del engranaje de la ‘casta’ quede colapsado. Yo, que soy escritor y periodista, ni voy a tirar piedras sobre mi tejado ni voy a atentar contra el trabajo – el poco que les queda – de quienes viven de los medios de comunicación, pero a veces es necesario un sacrificio, un pequeño big bang, para que las cosas cambien y surjan nuevos procesos creativos. Si los españoles dejáramos de comprar los periódicos de papel – creo que cuestan más que un café con leche en un bar – cosa que estaría plenamente justificada por nuestra pérdida de poder adquisitivo y por la intención ya manifiesta de rebajar el salario mínimo interprofesional, el golpe que se le daría al sistema corrupto, a la Dictadura Esclavista de Partidos sería formidable. Habría una acción desde dentro de los medios, liderada por los periodistas, para que cambiaran las cosas y una exterior importantísima que afectaría a la capacidad manipuladora de los políticos – el periodismo es hoy prácticamente sólo un sumatorio de declaraciones – y a la esfera de la publicidad: la institucional, utilizada muchas veces como chantaje a la prensa, y la privada. Muchísimos productos quedarían sin un soporte donde pudiera conocerlos el ciudadano. La repercusión sobre las ventas de las empresas sería evidente.
La acción en contra de este repugnante y mentirosos sistema político debe comenzar ya. Antes de que nos miremos y veamos que tenemos las manos fuertemente atadas y la boca, llena de trapos, imposibilitada para decir palabra alguna. No hace falta la violencia. Sí la unión y la inteligencia. Toda la información se puede encontrar gratuitamente en Internet y con una mayor amplitud de opiniones, informaciones y análisis. Dejemos de comprar la prensa de papel. Ahorraremos dinero y falsedades. Veremos qué ocurre. Tiempo para volver atrás hay de sobra. Para avanzar ya casi es inexistente.
Muy bien,
tambien se puede comenzar no comprando productos que se publiciten, ademas es efectivo para no sentirse machacado por la ya publicidad abusiva, como la es la de ivoxx por cierto.
al final, la accion no es tanto esto mismo como lo que hizo gandhi que fue que todos pensasen por lograr su felicidad tras lograr la felicidad de los demas…. ahi nacio el principio de accion, precisamente en su abandono, para generar una accion aun mas fuerte, infinitamente mas fuerte.
Estoy de acuerdo con el artículo, aunque las personas que dejen de leer prensa se pasarán a la TV, que a mi modo de ver es aún peor. Los ciudadanos que se informan a través de la red (y ojo con la cantidad de información-basura que corre) son bastante menos porcentaje.
Es mi punto de vista, aunque comparto el artículo.
Un saludo.