Es bien conocido que la clase política convertida en casta (según el RAE:grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás ) nos atenaza desde que el régimen oligárquico del 78 comenzó a funcionar a toda máquina, sobre todo a partir de los años 80. Mientras ellos vivían en su mundo de corruptelas y negocietes, el resto de la sociedad ha visto como su nivel de vida lejos de mejorar de manera significativa no han hecho sino descender con el paso de los años. En primer lugar por culpa de una inflacción que tardó mucho en estar bajo control y, después, a consecuencia de las sucesivas reformas laborales que han tenido como intención el descenso significativo de los costes salariales para las empresas. Había una razón que todo tipo de economistas no se hartaban de pregonar: no somos productivos ni competitivos.
Sobre la baja productividad de la economía española podemos decir que en estos momentos se está recuperando ostensiblemente eso sí, como consecuencia del descenso de los costes salariales. No es que la productividad haya mejorado objetivamente ( seguimos estando muy por debajo en productividad por puesto de trabajo que los países más industrializados) sino que la mano de obra se está abaratando hasta unos niveles insospechados hace tan sólo una década. Podríamos decir que nos estamos “chinizando”, o sea que como no podemos competir en precios con los países emergentes, competimos en salarios, mediante las últimas reformas laborales que permiten a las empresas con total libertad despedir sin indemnización y aplicar reducciones en los salarios. La clase trabajadora, desmoralizada y destruída desde el poder económico y mediático como clase, ha devenido en masa informe que malvive en paupérrimas condiciones. Y la situación se irá agravando con el paso de los trimestres por la citada reforma y por el neoliberalismo atroz que aterroriza a la sociedad.
Mientras esta situación buscada por esa casta insoportable que nos malgobierna, especialmente desde hace año y medio ( antes también, que quede claro) está consiguiendo acabar con la clase media y empobrecer a millones de ciudadanos nos vemos abocados a la España de los tapones: me refiero concretamente a esa costumbre sana y solidaria de recoger en casa, como hormiguitas, tapones de botellas de plástico de todo tipo para, una vez reunida una buena cantidad, entregarla en algún lugar en el que se acumulen para ayudar a una familia (cada vez más familias) con algún tipo de necesidad: necesidad alimentaria, enfermedad de un hijo que cuesta mucho dinero y que solo requiere tratamiento en un país lejano, normalmente la “opulenta” U.S.A.
En definitiva podemos afirmar que la socidad dominada por una potente clase media está en trance de desaparecer para emerger una sociedad fuertemente jerarquizada, con una gran masa de seres empobrecidos y una élite de millonarios que han aumentado sus fortunas gracias a la crisis y que con la excusa de la necesaria competitividad han hecho descender la calidad de vida de la gran mayoría. Los pocos que todavía conservan un salario digno y los que no, recogemos pacientemente tapones para ayudar a familias más necesitadas, en situación extrema. Es esta la España que están dejando estos miserables.