Julio Anguita: ¿Vamos hacia un modelo chino?

Solamente hay algo que iguale en tozudez a los hechos de la realidad cotidiana: el reiterativo discurso económico del Gobierno. Ambas líneas de tozudez marchan la una contra la otra a creciente aceleración; el choque está servido.

Desde hace tiempo se está intentando el paso de una economía basada en el ladrillo, el turismo y los bajos salarios a otra basada en la exportación. De manera paralela al proyecto se insiste en que el PIB debe crecer para crear empleo.

Pues bien, reparemos en ello. El PIB medido en términos de demanda es la suma del Consumo, la Inversión, el Gasto Público y las Exportaciones Netas o diferencia entre lo que se exporta y lo que se importa; este último componente arroja un saldo positivo desde poco. Si reparamos en los otros componentes observaremos que desde hace tiempo y gracias a los recortes, la mal llamada política de austeridad y la permanente agresión a los asalariados están en caída y en consecuencia actúan con mayor incidencia negativa en el PIB.

Desde el 2010 los salarios reales de los trabajadores han perdido un 7%. La productividad española está a más de un 34% por debajo de la media europea, las empresas invierten en I+D apenas un 0,8%, la mitad que la media europea. De la inversión en investigación del Gobierno mejor no hablar. El corolario de esta serie de datos es que el crecimiento de la exportación está basculando fundamentalmente sobre los trabajadores.

¿Vamos hacia un modelo chino? Cambiar esta situación y reorientarse hacia el empleo de calidad, el desarrollo del tejido productivo y la competitividad vía productividad (siguiendo el modelo capitalista vigente) es incompatible con los recortes. Es decir, es el modelo el que no admite otra salida que la del abismo. Por eso, hay que mirar de frente el problema y asumir su tratamiento, por duro y largo que sea, no tenemos más remedio que centrar un nuevo paradigma en la antítesis del que se está realizando en la UE.

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