Muchas veces no se percibe bien el auténtico alcance de las consecuencias de la manipulación de los tipos de interés que están ejerciendo los bancos centrales. Se ha descrito bien el inmenso regalo que suponen unos tipos bajos para una banca en terribles problemas, que toma prestado a menos del 1% del banco central y luego presta a tipos que pueden llegar al 10% a sus clientes (aunque también hay préstamos mucho más baratos, especialmente si hablamos de los amigos). También están saliendo muy beneficiados aquéllos que referenciaron sus deudas a largo al tipo de intervención (euribor o equivalente). Pero el otro gran beneficiado es el sector público, debido a que se consigue financiar a tipos mucho más bajos de lo que conseguiría en otras circunstancias, especialmente en países considerados fuertes, pero también en otros como España, donde consigue actualmente financiación a 1 año a menos del 1%. ¿Qué grandes sectores salen beneficiados en su conjunto? Evidentemente quienes más se endeudan, además de la banca. Y éste no es otro que… el sector público. Pero lógicamente esto no sale de la nada, sino que tiene como contrapartida la bajísima rentabilidad de los activos financieros de las familias, con la mitad de los depósitos sin remuneración y la otra mitad con rentabilidades ridículas. O las empresas, cuya rentabilidad sobre el activo neto es la tercera parte que hace seis años, tan solo un 3%. ¿Se puede imaginar alguien que se pueda meter el dinero en una incierta aventura empresarial para sacar un miserable 3% de beneficio? No es de extrañar que florezcan de esta forma las actuaciones especulativas.
Estamos asistiendo, pues, a varios fenómenos simultáneos que suceden en la economía española y mundial:
1) La famosa financiarización de la economía. Los derechos de pernada de la banca privada se traducen en inmensos beneficios, muy superiores a su contribución al bienestar común (algunos diríamos que más bien su contribución si ponemos todo en la balanza es negativa).
2) Escasa rentabilidad del capital invertido en la economía productiva, que lleva a que éste se desplace cada vez más a la economía especulativa, alimentando la formación de burbujas. Como diría Eduardo García, el proceso, excepto para los peces gordos que controlan en cierto grado las palancas del sistema, es para el común de los mortales pasar de convertirse de ahorrador en especulador y luego en arruinado. Una nueva forma de transferencia de riqueza de los muchos a los pocos.
3) Impuestos encubiertos al ahorro. Si la rentabilidad histórica del ahorro rondaba el 3% real y ahora es negativa (tal vez un 1%), los ahorradores están perdiendo un 4% anual, que va a una banca privilegiada y a quienes toman prestado a tipos mucho más bajos, siendo el sector público el más beneficiado. Y no es poco dinero, pues la trasferencia de riqueza se aproxima en España al 5% del PIB. Recordemos que los ricos de verdad no tienen su dinero en depósitos, luego a ellos esto no les importa.
Éste es el mundo que nos ha tocado vivir, en que el engaño y la distracción en escalas masivas impiden que la población tenga conciencia de los parásitos opulentos que les están sangrando cada vez más.