Hace unos días asistí a una conferencia en la que participaban el diputado de ERC, Joan Ridao, el exministro socialista, Jordi Sevilla y el catedrático de Derecho Administrativo, Santiago Muñoz Machado. La conferencia se titulaba “Modelos de estado para España”.
Tras las intervenciones se procedió al debate en el que intervine para decir que mas que una reforma del modelo de Estado en el aspecto territorial, lo que se necesitaba era una reforma del sistema político y que esa reforma del modelo de Estado que plantean los políticos es una consecuencia de un mal sistema político.
En efecto, cuando en el año 1978 se aprobó la constitución lo que se acababa de configurar era un sistema de partidos, lo que hoy conocemos popularmente como partitocracia. De hecho, el único punto en el que no se pusieron de acuerdo los negociadores Guerra y Abril Martorell en el famoso restaurante Jose Luis donde se cocinaba lo que al día siguiente se votaba en las Cortes fue precisamente el punto referido al sistema electoral, la LOREG o ley orgánica de régimen electoral general que mas tarde se aprobó y que diseñó un sistema electoral con dos grandes mayorías que se repartirían el pastel en toda España excepto en País Vasco y Cataluña donde la propia ley favoreció el voto concentrado que les daría la mayoría a los nacionalistas. Ese fue el reparto que constituyó lo que hoy es un régimen de partidos.
A diferencia de la elaboración de la constitución de EEUU donde hubo debates que precedieron a la configuración de su constitución y El Federalista es buena prueba de ello. Allí los padres fundadores dejaron su impronta, aconsejaron del peligro de las facciones políticas y el control del poder por las mismas, de las características del sistema político mas acorde con el pueblo americano, de los mecanismos y separación de poderes etc… En España, el debate fue una negociación por las ya constituidas facciones políticas que se hicieron un traje a medida olvidando de nuevo al ciudadano.
¿Cual ha sido el peligro? En nuestro modelo, al contrario que el de EEUU donde el partido tenía como función proporcionar candidatos y ser una organización que apenas se hacía sentir en la sociedad puesto que solo se activaba en periodos electorales. En España, los partidos impregnaron a la sociedad, cada rincón de la sociedad había sido invadido por una constelación de organizaciones satélites cuyo núcleo central era el partido, habiendo usurpado territorios que deberían pertenecer a la sociedad civil. ¿Que ha significado esto? Además de la exclusión de la sociedad civil de la participación política esto ha producido un hecho peculiar en nuestro sistema y es que el debate solo se produce en un estadio superior al margen de los ciudadanos, el debate se produce y se genera en los partidos políticos siendo éste un debate que nada tiene que ver con la realidad en muchos casos, un debate que no surge de la sociedad y al que la sociedad se ve arrastrada y enfrentada en muchas ocasiones. Los ejemplos son muy actuales, tanto la independencia de Cataluña como la nueva aparición de Franco no tienen ningún sentido como prioridades de la sociedad en un momento donde las encuestas no dicen que sean esos los problemas de la sociedad.
El debate político se falsea porque no tiene en cuenta los problemas de los ciudadanos y sucede por una mala configuración de nuestro sistema político que no atiende las demandas sociales porque la sociedad civil está desarticulada y taponada por esa constelación de organizaciones satélites de los partidos que han usurpado su espacio vital y reproducen un debate virtual de acuerdo con sus estrategias e intereses políticos, nunca con los intereses de los ciudadanos.
Añadan que ese mismo sistema electoral no nos permite elegir a nuestro representante, lo nombra el partido. Que a ese representante se le sustituye la reflexión individual por la disciplina de partido haciendo del parlamento una especie de cerebro colectivo y añadan algo tan importante como que el 80% del parlamento esté ocupado por burócratas o funcionarios de nivel A, lo cual significa que lo que está representado es el Estado, no la sociedad, llegamos a la conclusión de que los ciudadanos volvemos a estar excluidos de la participación política y que el debate sobre la reforma del modelo de Estado al que asistí es un planteamiento falso, virtual y peligroso porque lo plantea quien no tiene que plantearlo, porque no es la prioridad de los ciudadanos y porque un Estado no se puede reformar territorialmente cada vez que a una facción política le venga en gana en relación a sus intereses partidistas. Esto demostraría como demuestra que el Estado se ha construido sobre bases muy débiles y está a merced de las ocurrencias de cada partido y nunca a los principios inmutables y la dirección histórica de una nación con mas de 500 años a la que se le supone una solidez por encima de las coyunturas del aparato del núcleo de un régimen de corrupción como son los partidos.
Los partidos son el núcleo cancerígeno de nuestro sistema político, están incapacitados para reformar el modelo de Estado porque volvería a estar viciado, nuestros partidos vulneran el art. 6 de la CE en el que se les pide que su funcionamiento interno sea democrático, vulneran espacios vitales de la sociedad cuando los invaden y los adoctrinan. La soberanía popular queda en manos de los partidos y el poder que debiera surgir de la sociedad surge de los aparatos corruptos de los partidos, los cuales a su vez, contaminan al resto del sistema hasta dejarlo putrefacto.
Ni el modelo de Estado ni nada que salga de estos partidos corruptos se podrá reformar pues acabará produciendo los mismos efectos que en ellos. Los partidos han de devolver esos espacios invadidos a la sociedad, desactivar asociaciones, fundaciones, organizaciones, plataformas y todas las entidades de carácter vecinal, cultural etc.. para que el debate surja de donde la constitución dice que tiene que surgir y emanar, de la soberanía popular. Así al menos, sabremos lo que queremos.