Hay una ley no escrita en el periodismo español según la cual la vida íntima de un político, salvo que encubra delitos o conductas irregulares, nunca es noticia. Al menos en la prensa seria. Y esa salvaguarda ampara, especialmente, las relaciones sentimentales de la clase dirigente. Pero ese código deontológico salta por los aires cuando la esfera privada colisiona de lleno con los intereses públicos. De ahí que los escarceos amorosos de Alberto Fabra, presidente de la Generalitat valenciana, carecerían de todo interés informativo si no fuera porque su actual pareja, Esther Pastor, ha sido promovida por el propio Fabra a alto cargo del Ejecutivo autonómico que preside…TEXTO COMPLETO
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