Que España es el reino de la corrupción es bien sabido en todo el orbe civilizado. Es nuestra imagen internacional, nuestro sello, nuestra seña de identidad más perdurable, más incluso que la paella y los toros. Es la auténtica marca España, una imagen que, todo sea dicho, ha sido alcanzada tras décadas de saqueo generalizado, también a las empresas extranjeras que aquí querían invertir y hacer negocio. Ahora salta a la prensa no controlada por los ladrones, ese hatajo de sinvergüenzas que parasitan este país congelado en la historia que es España, que el gobierno que padecemos desde hace unos años, continuidad en lo económico y político del anterior, pretende blindar a la Reina Sofía y a los príncipes de Asturias, la Leti y el preparao, felipito, nuestro futuro Jefe de Estado elegido por su padre en sufragio testicular: ya lo sabemos, somos una monarquía, que se le va a hacer.
Según figura en su proyecto, el ínclito Gallardón, el más de derechas de los de derechas que vivió parte de su vida travestido de progre, es imprescindible en este momento, en este pudridero nacional que es España, blindar a la consorte y a la pareja heredera de la corona. Los voceros de la derecha, que son todas las televisiones y casi todos los periódicos de papel, además de gran parte de los digitales, afirman desvergonzados, fieles lacayos de sus corruptos amos, que no se podía seguir consintiendo que hubiese miles de políticos aforados ( no dicen la cifra aoroximada que asciende ya a más de 10.000, porque les abochornaría hasta a ellos) y que los príncipes y la reina no lo estuviesen. Y se quedan tan anchos. O sea que, en vez de suprimir el arcaico privilegio de la élite que, por cierto, rompe el principio de igualdad inherente a la democracia, en vez de eso digo, privilegiamos a tres individuos que ni siquiera la Carta Magna se atrevió a blindar. Ya sabíamos que Le Roi era inviolable, inimputable y que ese bochorno está plasmado por escrito en la ley suprema que rige nuestras desdichas. Pero que ahora salgan con la necesidad de blindar a su consorte cornuda y a su hijito y nuera, la republicana atea que vió la luz del monarquismo y la verdadera fe, es que roza el paroxismo de la indecencia.
Pero no pasa nada, total ¿que más da tres más?. Si ya eran 10.000, sin contar a los aforados del estamento militar, que son legión también, pues adelante con el proyecto de futuro, esta maravillosa y feliz España de la recuperación y la transparencia, ley mediante. Pues sí pasa señores. Pasa que más de 10.000 individuos gozan de un privilegio que les protege y que posibilita, casi diría que favorece, la más abyecta de las corruptelas, la que saca el dinero del bolsillo de los ciudadanos para ir a parar al suyo. Y ahí incluyo a esos repugnantes periodistas que pululan por tertulias de toda condición, ellos sin ser aforados, defienden el aforamiento a sabiendas de que en los países de nuestro entorno esa figura ha quedado limitada a unas cuantas personas. Un ejemplo: en Estados Unidos ningún político está aforado, ni siquiera el presidente. ¿Y en Alemania?, pues también. Cero aforados. En Francia el Presidente y el gobierno, exclusivamente los ministros, durante su mandato. Ni siquiera en Reino Unido, monarquía parlamentaria auténtica, observamos un estado de corrupción institucionalizada.
Por tanto España ya la podemos bautizar como el reino de Alí Babá y los diez mil con tres ladrones, entiéndase, presuntos o, quizás, posibles, que no conviene generalizar. Es posible, seguro, que muchos aforados no han robado. ¡¡Faltaría más!!. Pero lo grave de todo esto es la constatación de una realidad que no es nueva sino que va emergiendo paulatinamente a pesar de la censura bestial que padecemos en el 2014. Una situación, la de este país, que debería provocar que en su enseña nacional figurase perpetuamente un lazo negro, un luto permanente por el pueblo español, saqueado, puteado y vilipendiado por su monarquía y su corte de los milagros contemporánea que justamente en pleno proceso al yerno real e hija, Elenita la demasiado lista, decide blindar más si cabe su impunidad. ¿Es que acaso, lejos de escarmentar, pretenden seguir haciendo y deshaciendo en el mundo de los negocios turbios, como Su Majestad con los jeques árabes?. ¿O es que acaso hay algo oscuro que todavía no ha prescrito y que podría escandalizar aun más si cabe a los pobrecitos españoles?. Y después alguien se pregunta porque crece cada día más el sentimiento de cambio necesario, quizás difuso, pero muy alejado del principio de desigualdad testicular de la monarquía.
Más artículos en:www.elrepublicanosemanal.blogspot.com