En esta nueva primavera, con ocasión de la próxima cita electoral, surgen formaciones políticas por doquier. Más de una cincuentena se presentan a estas inútiles europeas donde los diputados vegetarán 5 años con un suculento salario para mayor gloria de Doña Ángela, que es la que corta el bacalao en realidad. Es estéril querer cambiar el régimen de poder en España desde las poltronas europeas entre otras cosas porque es Europa la que lo sostiene con sus inyecciones de deuda.
Es posible que se presenten solamente para ganar notoriedad, sabedores de que en esta ocasión hay distrito único, todos los votos son iguales y con algunos cientos de miles pueden lograr representación, “meter cabeza” y darse a conocer de cara a las autonómicas y generales del año próximo. Pero resulta descorazonadora su alarmante ingenuidad. ¿Es que no saben, después de casi 40 años de régimen que solo grandes coaliciones o partidos de masas pueden llegar al poder?.¿Por qué se empeñan en ir desunidos los que supuestamente quieren acabar con el sistema?. Y unas últimas preguntas: ¿Por qué no proponen, por delante de cualquier otra propuesta, la exterminación, la extirpación del tumor ?. ¿Por qué todas las propuestas se mueven dentro del régimen, tratando de mejorarlo, pero no eliminarlo radicalmente?. De momento no he visto en ningún programa un único punto: proceso constituyente y fin del régimen del 78. Inmediato y radical. Sería tan sencillo como eso: poner negro sobre blanco que lo único importante ahora es abolir esta caciquil oligarquía, no entrar en modelos económicos, en sistemas electorales o en mejoras sociales. El tan reclamado punto único que una a toda la oposición.
Sabiendo que es algo urgente, no se les debe olvidar que si siguen en el poder los de siempre, aunque sea transitoriamente hasta su derrota final (algo que está por ver), hasta que ellos supuestamente logren la mayoría parlamentaria, en ese momento digo, España ya no será más que un campo yermo y minado y sin posibilidad de ser cultivado de nuevo.
Se habla mucho en las últimas semanas de un posible pacto PP-PSOE, una gran coalición de cara a las generales de 2015 que elimine del horizonte un gobierno débil o la irrupción de un gobierno de los minoritarios coaligados. Son avisos a navegantes, a los mercados, a la ciudadanía: ¡¡sin nosotros, el caos¡¡, parecen querer ir deslizando soterradamente entre la opinión pública. Pero tanto en el PP como en el PSOE saben que no será necesaria la coalición, en el peor de los casos tan solo serán necesarios apoyos puntuales a determinadas leyes, fundamentalmente los presupuestos del estado. Este hecho no supondría ninguna novedad: ya se ha dado, recordemos el gobierno del PSOE con el apoyo del PP en el País Vasco. Y es solo uno de los ejemplos, que se han repetido en comunidades, ayuntamientos y diputaciones. De esta manera no sería necesaria una imagen que sería la puntilla para el régimen del 78, al menos en materia de opinión pública: la imagen de un gobierno bicolor, rojo y azul, con ministros del PP y del PSOE y presidido por el jefe de uno de los partidos. Las recientes declaraciones del ex presidente y actual consejero de empresas anteriormente públicas, Felipe González, entran dentro de ese aviso de la casta, de ese miedo que se quiere volver a inculcar en la población (ya miedosa de por sí y poco dispuesta al cambio en profundidad). Es algo bastante premeditado, precocinado, estudiado desde el poder como ya sabemos que sucedió en la Transición, en aquel caso para impedir cualquier tendencia rupturista en la oposición.
Por tanto en un escenario de caída del bipartidismo, en el peor de los escenarios posibles, PP y PSOE saben que sumarían algo más del 50% de los votos válidos. Con el sistema electoral vigente, de circunscripciones provinciales y la ingeniería electoral perfectamente diseñada en la Transición, que favorece descaradamente al bipartidismo resulta incluso ridículo el esfuerzo de los pequeños partidos entre los que no se debe incluir a Izquierda Unida, que no deja de ser el tercero en discordia del régimen del 78. Un partido que se dice republicano y que gobierna con normalidad en la monarquía bananera española, en Andalucía o donde se tercie, sin que se tenga noticia de momento de acto revolucionario alguno por su parte más allá de prometer en la toma de posesión y acatar la Constitución “por imperativo legal”.
Quizás ingenuamente o a lo mejor con afán de sentarse en un escaño y cobrar durante cuatro años, muchas de estas formaciones se lanzan a una incierta aventura electoral sin ninguna posibilidad de poner en práctica nada de lo que prometen. Así es fácil presentarse como revolucionario, prometer un proceso constituyente o afirmar que obligarán por ley a que desaparezcan las suculentas dietas que cobran a fin de mes sus señorías. Y si en algún momento aparece un partido con opciones reales de arrebatar poder a los dos buques insignias los medios de comunicación y sus sicarios a sueldo buscan y rebuscan en la basura personal o pasada de los candidatos para descalificarlos y hundirlos rápidamente ante la pasiva ciudadanía. Es el caso del juez Silva, vilipendiado desde el mismo día que puso entre rejas al presunto delincuente Blesa. Pero se ha repetido desde hace mucho tiempo: Mario Conde o Jesús Gil, no más criminales que los políticos en el poder, sufrieron la persecución pertinente para eliminar de la carrera electoral a esos personajes peligrosos, populistas en ocasiones, que podían haber aglutinado una gran masa de votos. Algunos dirán que es bueno que los populismos no asciendan y que el poder ponga su maquinaria a funcionar contra ellos, más si cabe si tienen un pasado delictivo detrás pero no deja de ser llamativo que en 35 años jamás haya prosperado ningún partido antisistema.
Desde luego no es posible en España fenómenos como Le Pen o Tsipras puesto que muy pronto hubieran sido puestos entre rejas o procesados por cualquier asunto sucio que hubiera protagonizado en su vida. Y si no hubiera materia para ello se hubiera llegado a difundir algún infundio sobre algún asunto de su vida privada. Y es que en España la democracia de partidos, como algunos ambiciosos politólogos bautizaron a la basura de partitocracia que padecemos, es implacable con aquellos que tengan ciertas posibilidades de triunfar desde fuera del sistema. Y que quede claro que no soy partidario de extremismos, aunque sí de un proceso revolucionario desde la inteligencia y los derechos humanos.
Por todo ello resulta ridículo el intento de los minoritarios de cambiar el sistema participando en sus trucadas elecciones o en sus podridas instituciones. Políticos como Toni Cantó o un Alberto Garzón sorprenden por su ingenuidad cuando hablan de cambio desde dentro porque resulta metafísicamente imposible. ¿No se dan cuenta, después de 3 años en el Congreso de los Diputados de que todo es una farsa y que la mayoría parlamentaria es y será siempre la que controlará el proceso y, por tanto, continuará siendo mayoría?.
Solo la movilización desde fuera del sistema, la presión de todo tipo (pacífica, desde luego) minará las bases del régimen. Y desde luego una de las opciones pasa por la abstención activa, al menos mientras no surja esa gran coalición, esta sí, por el cambio en profundidad, quizás en parte, comandada por alguna cara conocida, de gran prestigio profesional o intelectual. Aunque esa opción ni está ni se la espera por desgracia.
Sí hay partidos (antipartidos), que alguien ha definido muy bien como los nacional antisistema, que proponen la liquidación del régimen del 78. Lo que pasa es que han quedado relegados a la marginalidad prácticamente desde el año 82. Con la ayuda inestimable del propio pueblo español ufano de sí mismo y que lleva votando a ppoe+iu+separatistas, es decir al sistema, con satisfacción plena durante casi 40 años. Ahora reciben las consecuencias de lo realizado y de haber dilapidado la magnífica herencia que recibieron en el 75. Lo más gracioso del caso es que va a volver a vencer el ppoe+iu+separatistas, es decir el sistema, en las próximas elecciones. Pues nada, ellos mismos, de voto en voto hasta la miseria final. De hecho el discurso que algunos de vosotros hacéis ahora es una parte del discurso que estos antipartidos hacen desde hace muchísimos años. Personalmente creo que poco va a poderse cambiar desde las urnas. El sistema nunca va a dejar que los antisistema, los de verdad no ésos que son meras piezas del sistema, lleguen nunca a nada.
Programa de PODEMOS:
3.1 – Apertura de un proceso constituyente democrático que garantice
que los derechos sociales y culturales tengan el mismo estatuto que
los derechos civiles y políticos, esto es, que sean consustanciales a
la condición de ciudadanía
Con perdón para PODEMOS, en ese punto 3, no dicen nada coerente, para nada. ¿Cómo que derechos sociales y culturales?. ¿En una Constitución?. Pero si una constitución debe ser cortísima, solo las REGLAS DE JUEGO, como en el Parchís. ESE ES EL GRAN PROBLEMA DE ESTAS PLATAFORMAS, QUE NO TIENEN LAS IDEAS CLARAS DE COMO ACABAR CON EL RÉGIMEN. LO primero es que hay que hcer es ELIMINARLO, SUPRIMIRLO, NO HABLAR DE DERECHOS SOCIALES, ESO YA VENDRÁ DESPUÉS DEL PROCESO CONSTITUYENTE, QUE, MEDIANTE LEYES APROBADAS POR LOS REPRESENTANTES GENUINOS DE LA CIUDANÍA, APRUEBEN LEYES QUE PROTEJAN A LA SOCIEDAD Y FOMENTEN LA CULTURA. En cambio los derechos civiles y políticos SÍ que figuran YA en la Constitución. Eso va de balde, como se dice: es una obviedad. Además, esse punto debía de ser el único, bien redactado, eso sí. Algo así: PUNTO ÚNICO DEL PROGRAMA: Después de tomar posesión de los cargos serán convocadas unas elecciones a Cortes Constituyentes mediante una ley electoral nueva, donde se elijan verdaderos representantes en pequños distritos, lo más pequeños posibles, con la obligación de que el diputado traslade las propuestas de su distrito a las nuevas cortes. El proceso constituyente estará basado en todas las propuestas de la ciudadanía y el voto directo de población, que tendrá que aprobar, artículo por artículo en referéndums vinculantes. Nos comprometemos a que el primer referéndum sea sobre la Forma de Estado.
…Lo primero que hay que hacer es…
Simplemente eso….¿es tan difícil de hacer?. Ni troika ni leches en vinagre. Si no se extirpa el tumor y se hace un proceso constituyente con democracia directa combinada con la representativa (de verdad, no ese bodrio de elecciones con LISTAS DE PARTIDO) es mejor no perder el tiempo. Es lo que no se hizo en el 78, cuando nos ENDOSARON una CARTA OTORGADA, no una verdadera CONSTITUCIÓN. Aquello fue una parodia bien controlada por el departamento de Estado y elaborada con premeditación, alevosía y secretismo ( reuniones en restaurantes donde se acordaban 30 artículo de una tacada por un grupo de señores que servían a su SEÑOR). Esta Constitución es un bodrio, una basura que ha configurado el RÉGIMEN MÁS CORRUPTO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA, más que la DICTADURA; mucho más, dónde NO EXISTE LA SEPARACIÓN DE PODERES. Con eso, ya MONTESQUIEU se revolvería en su tumba. ¿Es
Sin duda, más corrupto que la Segunda República.
NI el Duque de Lerma ni la golfa de Mª Cristina y su hija Isabel, la putanna, ni el Marqués de Salamanca y el ferrocarril, ni Alfonso XIII (el comisionista según Galdós) se pueden comparar a la monarquía de Juan Carlos que continuará su hijito “el preparao” (que por cierto no le correspondería reinar en orden dinástico aunque tampoco al amigo de los petrodólares). Esta ignominia es única, es incomparable porque ahora lo controla todo, impregna de heces la mente de los mass-mierda, de esa casta de periodistas, en especial esos Mar-huendas o San Sebastianes de turno que no necesitan ni que les llamen al orden: ellos son el orden. Es imposible de comparar con la república porque ahora tenemos la III república coronada, la del 78, y es inigualble en hedor, que duda cabe.