Algunos, cuando se quedan sin argumentos, acaban defendiendo el modelo económico que tenemos (post revolución industrial y especialmente el surgido de la actual globalización) en función de las mejoras en alimentación, salud y cobijo que ha traído para buena parte de la población mundial, lo cual es obviamente cierto. Podemos discutir para cuántos ha sido esa mejora, pero en cualquier caso han sido muchos.
Les diría que tienen lo que llamo el síndrome de Willy Fog, el personaje de la novela de Verne, que quemaba su propio barco en las calderas para que navegara más deprisa. Con la diferencia de que él llegó a puerto y nuestros descendientes se hundirán en medio del océano.
Mientras leía esto no podía sino recordar a un tío que se llama Juan Ramón Rallo y a sus incondicionales. Apóstoles del crecimiento infinito.
Seguro que no fui el único!