Marzo, el mes de la EPA aterradora, en que el número de parados creció en 213.500 personas, coincidió con otro sobrecogedor fenómeno, que fue que el número de personas con algún tipo de prestación por desempleo disminuyó en 77.000 más. Esto quiere decir, ni más ni menos que 291.000 personas se quedaron quedaron sin ningún ingreso.
Este drama se convierte en una obscenidad cuando tenemos en cuenta la asimetría con que los perjuicios de esta crisis se están repartiendo. El lema parece ser “fuerte con el débil y débil con el fuerte”. La podredumbre moral se extiende como una plaga y la pestilencia que despide España comienza a resultar insoportable.