El viernes 22 conocimos los datos de turismo del mes de junio, que no han hecho sino confirmar la buena tendencia de los meses anteriores.
Las pernoctaciones de extranjeros aumentan un 18.1%, mientras que la entrada de turistas lo hace un 8.5%.
El turismo nacional sigue reflejando debilidad, con un descenso del 0.7% en las pernoctaciones, aunque la tasa de caída se modera desde el -10.6% de mayo. En el gráfico se puede apreciar la evolución divergente de ambos tipos de turismo, lo que es reflejo de la muy distinta evolución de las economías de los países europeos (Alemania, Francia y, aunque con reservas, el Reino Unido) en comparación con la economía española, sin desestimar la gran ayuda que ha supuesto para el sector los problemas en el Norte de África. Como puede verse en el gráfico suavizado, las pernoctaciones de extranjeros se encuentran ya en máximos históricos, mientras que las de españoles caen con nitidez.
La entrada de turistas, sin embargo, se encuentra, a pesar de subir con fuerza, aún muy lejos de máximos.
Aunque se leen con frecuencia titulares en los medios en referencia a la gran importancia que tiene esta buena marcha del turismo extranjero, conviene poner las cifras encima de la mesa para entender bien de qué estamos hablando. Si acudimos a las cifras del Banco de España, vemos que la aportación neta por este concepto a la economía española desde enero hasta abril (datos disponibles hasta la fecha), sólo ha aumentado en 958 milones de euros. De seguir esta buena marcha hasta final de año estaríamos hablando de unos 3.000 millones de euros, es decir, ni siquiera 3 décimas del PIB. Es una contribución apreciable pero bastante discreta y que, desde luego, por sí sola no va a sacar a España de la crisis.