Pese a los titulares apocalípticos sobre el sector que vimos hace unos días, una vez más el anumerismo de los periodistas ha vuelto a jugar una mala pasada. Una vez corregidos de variación estacional los datos no son ni mucho menos tan malos, ya que se han matriculado 70.498 automóviles, sólo un 2.7% menos que en septiembre de 2010. En el tercer trimestre (primer trimestre completo en que se pueden establecer comparaciones interanuales sin la interferencia de ese absurdo que llamaron plan 2000E), la caída es del 2.2%, menor que lo visto en otros sectores. Los datos han sido peores que en el primer y segundo trimestres (-3.5 y -6.5% respectivamente) pero las cifras una vez más son relativamente buenas teniendo en cuenta las abultadas caídas en otros sectores de la economía y que al tratarse de bienes de consumo duradero suelen ser mucho más sensibles a los declives económicos como el que estamos viviendo.
La venta de motocicletas, sin embargo, sigue mostrando una tendencia negativa que no da ningún indicio de que vaya a terminar próximamente.
En el gráfico histórico se ve que estamos en las peores cifras de ventas desde 1994 (o 1987) en el caso de los automóviles. En en el caso de las motocicletas aún nos encontramos por encima de las cifras de ventas del período previo a la burbuja.
Sin embargo, el gráfico anterior no contempla el aumento habido en la población española, por lo que para saber cuál es el nivel de ventas real debemos representar las ventas por millón de habitantes, que es lo que se ve en el siguiente gráfico.
El descenso de ventas de automóviles ha sido de un 66% desde los máximos de la burbuja crediticia (2004-2007, con el pico en septiembre de 2005), y actualmente se halla en unos niveles per cápita que ya se alcanzaron en 1977, cuando además los automóviles eran bienes muchos más caros proporcionalmente (por ejemplo un Ford Fiesta costaba en esa época 2.500 €, que equivaldrían a 20.000 € de 2011, mucho más de los 11.000 € que actualmente cuesta el mismo modelo de automóvil). Esto es coherente con otros datos como la disponibilidad de servicios de mercado per cápita, que aunque carece de estadísticas tan antiguas, se puede extrapolar que se encuentra también a niveles de los años 70 del pasado siglo.
Esto da una idea del colapso que ha sufrido durante esta crisis el nivel de vida de los ciudadanos, que no tiene parangón con ninguna de las crisis vistas desde el final de la 2ª Guerra Mundial.