Los investigadores andan revueltos. En realidad, están (o estamos) desde hace tiempo bastante cabreados por el descabello que ha sufrido la ciencia en este país (después de habernos hecho creer, como ilusos, que las cosas podrían haber cambiado). El movimiento Carta por la Ciencia ha convocado una concentración contra los recortes en I+D+i el 19 de diciembre, originalmente en Madrid, pero que gracias al apoyo de la Federación de Jóvenes Investigadores – Precarios se está extendiendo a otras ciudades del país (aquí está el evento en Facebook).
Si se organiza algo por mi ciudad, voy a intentar asistir, aún a sabiendas de que no va a servir de gran cosa. Pero creo que puede ser un inicio para hacer ver al resto de la sociedad que la situación de la ciencia en España es crítica. Y además estoy cansado de sufrir en silencio, así que me apetece demostrar mi cabreo junto a otros compañeros, ¡qué narices!
Aún así, ya digo que esto no va a servir de mucho. Ya lo he comentado en otros sitios y con respecto a otras movilizaciones de otros colectivos (funcionarios, médicos, controladores aéreos, Ley Sinde, etc.). El principal problema de este país es la falta de control de los ciudadanos sobre la castuza política, y mientras eso no se arregle, lo demás serán meros pataleos.
Muchas veces me he preguntado si habría alguna forma de reunir a todos estos colectivos en un clamor común, ponerlos de acuerdo para salir a la calle a pedir un período de libertad constituyente, que culmine en unas elecciones a cortes constituyentes y la redacción de una verdadera constitución democrática con separación de poderes y representatividad de los electores. Si esto fuera posible, si los mineros, los investigadores, los médicos y profesionales de sanidad, los trabajadores del mundo jurídico, los maestros, los funcionarios, los parados, los pequeños empresarios, los autónomos, los constituyentes del 25S, los del 15M…, en vez de protestar cada uno por su lado y de diluirse en el “qué hay de lo mío”, unieran todo su potencial para aplicar una fuerza común en la palanca de la libertad constituyente, la losa de la partidocracia que nos aplasta podría ser removida de una vez por todas.
Pero mucho me temo que, mientras se sigan celebrando múltiples concentraciones diluidas en grupúsculos, la máxima de “divide et impera” permanecerá vigente.