Surgieron los sindicatos mayoritarios con la idea de defender a la clase obrera, y el exterminio de la clase obrera parece indicar por tanto la muerte de la función sindical. Es evidente que la legislación los ha convertido en unas infraestructuras dependientes de la digestión económica global. Son instituciones opacas, que avanzan en paralelo a las decisiones políticas y  que por su financiación están en más plantas altas que sótanos. Su corrupción y estafas, desde sectores como la construcción como en el olvidado caso PSV, el misterio de los liberados, a los actuales cursos de formación hacen que sea necesaria una intervención igual que en el modelo político.

Quizá hablar de todo esto no suene bien nunca electoralmente, pero hay que suprimir o al menos refundar en otras asociaciones sus funciones originarias con otro carácter más actual, y en ese sentido me parece estupenda la propuesta de poner el dinero que reciben mediante subvenciones directamente en las manos de los ciudadanos. El bochornoso monopolio que tienen en materia de formación se podría convertir en educación competitiva,  o al menos el ciudadano dispondría del derecho a ello. Podrían seguir teniendo su hueco con el dinero que recauden de los afiliados tal como hacen unos pocos valientes, cosa que sospecho que en muchos casos sería el ejemplo de refundación como organizaciones sociales y en otros esos hundimientos con música de siglas históricas pero beneficioso en todo caso. Se está llevando a debate el modelo de Estado, de economía o derechos civiles. Debemos llevar también a debate la lucha obrera, la sociedad ha perdido un apoyo ideológico e instrumental al que acudir y no nos hemos dado ni cuenta. Su devenir vendrá de la mano de la política, pero recordemos que así se fomentaba a la política y hoy es una de las mejores preocupaciones que se han quitado de encima.