Era un 15 de marzo de 2003. Los tres mandatarios, Bush, Blair y Aznar, en compañía del anfitrión portugués Barroso, se reunían en las Azores para preparar la invasión de Irak y derrocar a Sadam Hussein. Un evento que hacía odios sordos a la comunidad internacional. Desde la negativa por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de realizar una intervención militar, apoyándose en el informe del Organismo Internacional de Energía Atómica que tras 3 meses de investigación negaba la existencia de Armas de Destrucción Masiva a manos de Hussein, hasta miles de manifestaciones en centenares de ciudades de todo el mundo con el lema “NO a la Guerra”.
5 años más tarde, con una población iraquí llena de sufrimientos y penas por el destrozo material y moral de la injerencia militar de Occidente, Bush en su proceso de Presidente saliente afirmó en una entrevista que su mayor error fue creer que en Irak había armas de destrucción masiva. Las supuestas fuentes de verificación que presentó el jefe de la diplomacia estadounidense en aquel momento, Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la existencia a manos de Sadam Hussein de esas armas de destrucción masiva y que justificaron la invasión, fueron finalmente consideradas por Bush, años después, como erróneas. Seguidamente, en 2010, el expresidente estadounidense, sin jamás pedir un perdón oficial, en un entrevista de la cadena NBC señaló que el no “quería ir a la guerra sino usar la vía diplomática”.
El segundo mandatario de ese trío de las Azores, Tony Blair, en una entrevista en la CNN en octubre de 2015 pidió disculpas, un paso más allá de Bush, por su papel en la Guerra de Irak. Su perdón se enfocó en haber usado información de inteligencia errónea, una información que no aceptó jamás el Consejo de Seguridad de la ONU, y en no prever el caos que desataría el derrocamiento de Sadam Hussein, en referencia al nacimiento del tan extraño Estado Islámico (ISIS).
Y finalmente, tenemos al exmandatario español, José María Aznar. En un espacio de entrevista muy diferente al de Bush y Blair, en su hogar y lejos de un plató de televisión. Hablando de su amor con Ana Botella y de otros temas de su vida íntima y entrevistado por el cantante franquista Bertín Osborne en su programa de farándula española “Mi Casa es la Tuya”, Aznar también argumenta sobre la Guerra de Irak. Entre los 3 mandatarios del Trío de las Azores, Aznar no sólo no ha sido el único que jamás ha reconocido que la Invasión de Irak fue un error sino que además, y como señala en la entrevista, “volvería a las Azores una y mil veces”.
Las declaraciones de Aznar no solo burlan los informes internacionales que corroboran que no hubo armas de destrucción masiva en Irak, sino todo el dolor de una guerra y sus daños colaterales. Una guerra que provocó 4.446 muertes de soldados estadounidenses, la mayoría de clase baja para poder pagarse sus estudios universitarios o tener un trabajo más estable para mantener a su familia, 179 soldados británicos, y 11 del cuerpo militar español. Una guerra, que según un informe de la revista Plos Medicine coordinado por Amy Hagopian, de la Universidad de Washington, la cifra total de muertos en la invasión ha sido de 460.800 personas, siendo el 60% víctimas directas de la guerra y el 40% por el colapso de los servicios de salud e infraestructuras dado el contexto bélico en Irak. Además, la Invasión de Irak ha provocado 3,3 millones de desplazamientos los últimos años según ACNUR. Y sin olvidar, jamás, que la entrada de España en el conflicto armado hizo peligrar a la población civil española, la misma que el 90% estaba en contra de esa invasión. El 11 de Marzo de 2004, finalmente, murieron 198 personas en el Atentado de Atocha por culpa del Trío de las Azores.
En conclusión, el hecho que Bush y Blair se “autocritiquen” sobre su injerencia en Irak, tras la presión de varios informes como el último del exfuncionario británico John Chilcot que deja en evidencia las mentiras para justificar la intervención, mientras Aznar siga paralelamente defendiendo en público rotundamente su actuar en una de las salvajes ocupaciones del siglo XXI refleja una de las debilidades de la Trama española, la falta de cultura democrática y la permanencia de brotes de fascismo en la élite española. Posiblemente un problema que padecemos hoy por pintar la Transición Española como etapa finalizada cuando todavía está presente.
Fotografía de Inter-American Dialogue