Del 17 al 20 de enero se han celebrado en la fría ciudad suiza de Davos más de 400 reuniones multilaterales con la participación de cerca de 3000 asistentes, cerca de 40 Jefes de Estado. Este evento anual, inaugurado en 1971 y bautizado como el Foro Económico Mundial (FEM) por el economista alemán Klaus Schwab, concentra a diferentes personalidades de la élite económica, política, y académica de la esfera internacional, para debatir sobre diversas áreas de su interés particular. El FEM es considerado el acto económico internacional, no gubernamental, del año en el que se debate sobre la construcción y hegemonía de la Globalización Neoliberal fortalecida en la escena global tras la caída del bloque comunista en 1991.
El FEM de 2017, titulado “Liderazgo responsable y receptivo”, se ha movido bajo un supuesto bienestar coyuntural de la élite mundial para preservar su espacio de poder. Los mercados bursátiles viven su auge, el precio del petróleo volvió a subir los últimos meses de 2016, y el principal mercado mundial, China, no presenta una desaceleración económica. Aún así, hay ciertas incertidumbres en mercados como el estadounidense y el británico, salpicando a la institucionalidad de la desorientada y poco soberana Unión Europea, por la victoria electoral del “proteccionista” Trump y el Brexit. Además, se han puesto en la mesas el debate e inquietudes sobre los mal etiquetados populismos del Siglo XXI, la fuerza de nuevos nacionalismos elitistas frentes al mercado global. El evento del FEM en 2017 marcó un hito histórico ya que por primera vez un Presidente de la República de China, Xi Jinping en la actualidad, estuvo presente y fue acompañando por su colega británica Theresa May, el magnate Bill Gates, el Vicepresidente saliente estadounidense Joe Biden, la directora del FMI Christine Lagarde, o al Premio Nobel de Economía y exdirector del BM Joseph Stiglitz. 4 temas fueron los ejes centrales este año; fortalecer la colaboración mundial (sin perder nunca la hegemonía occidental y reproduciendo el Norte y el Sur), el crecimiento económico (hablando de macroeconomía y PIB, y no de desigualdad social y el crecimiento del cuarto mundo), reformar el capitalismo (nunca destruirlo o superarlo) y prepararse para la cuarta revolución industrial tecnológica (sin hablar de sostenibilidad ambiental y las nuevas injerencias por materias primas).
Una vez más, el falso debate no sólo fue de un exceso de contenido homogéneo ideológico neoliberal sino también de presencia de exclusividad clasista. Para poder estar en este evento como invitado se tiene pagar 20.000 euros o hasta 100.000 euros si es “categoría diamante” al acudir a conferencias y actos de alto nivel exclusivo. Algo impensable para cualquiera que pertenezca al “99% de la población”, titulo que bautizó el movimiento Occupy Wall Street diferenciando entre la creciente mayoría de pobres y la minoría hermética de ricos. Una desigualdad, que según el último informe de la ONG Oxfam titulado “Una economía para el 99%”, las 8 personas más opulentas del mundo tienen la misma riqueza que el 50% de la población, sumando la más desfavorecida, es decir, 3.600 millones de las personas más pobres del mundo. Un ejemplo estatal es el caso de España, señalando Oxfam que mientras creció en 2015 el PIB nacional la desigualdad aumentó drásticamente. Los 3 españoles más ricos tienen la misma riqueza que el 30% de la población más pobre, y desde 2008 España fue el segundo país de Europa, detrás de Chipre, que creció más la desigualdad. España un gran cumplidor de los ejes de la globalización neoliberal del FEM.
La pregunta a todo esto. ¿Quién del 99% de la población participó en el FEM? ¿Quién de los que realmente padecen la crisis económica de 2008 sin ser culpables de ella, tienen representación en el Foro? ¿Dónde está el desempleado o “precariado” europeo que sufre las consecuencias de la austeridad y flexibilidad? ¿Dónde está el o la joven que no puede comprar, o incluso alquilar, una vivienda digna y cada vez menos estudiar en una universidad? ¿Dónde está el indígena que sufre el daño ambiental, y el cambio climático sin seguridad, por culpa de la intervención de una multinacional en su comunidad? ¿Dónde está el campesino que no puede hacer frente a un Tratado de Libre Comercio? ¿Dónde está el refugiado que padece el frío en algún campamento, o vio morir a algún amigo en el Mediterráneo, al huir de la injerencia militar o económica occidental en su país? ¿Dónde están las mujeres que son “trata de blanca” y sufren explotación sexual? Y en definitiva, ¿dónde está representada la verdadera plural comunidad internacional? En un evento con más de 30000 personas de una misma clase social, con unos mismos intereses económicos y políticos, más allá de debatir y construir soluciones de los problemas de la mayoría, los objetivos se enfocan, una vez más, en cómo sostener un modelo, cada vez más insostenible, para sus beneficios.
Justamente, existe una experiencia alternativa y contestataria a la hermenéutica clasista del FEM y su ideología neoliberal, el Foro Social Mundial. Nacido en 2001 en Porto Alegre, en el país sureño de Brasil a la vez de cuando se celebraba el FEM de ese año en el país norteño de Suiza. Se han organizado hasta el momento 15 encuentros internacionales anuales en diferentes continentes del Sur Global, y algunos descentralizados como el Foro Social Europeo, con la excepción de realizarse el año pasado por primera vez un Foro Social Mundial en el Norte (Montreal-Canadá) con 15.000 participantes de más de 120 países. En estos foros participa la representación del 99% de la población, y pese a sus costes económicos y organizativos durante los 15 años no han existido barreras para participar cualquier organización social de cualquier nación para hacer el FSM un evento sostenible, participativo, transversal y democrático, donde la ciudadanía puede acudir sin sufrir la exclusión de clase social como en el FEM hace, donde lo pagable es impagable para el 99%. Un evento con la participación de organizaciones internacionales como ATTAC, Vía Campesina, o líderes académicos de gran prestigio como Noam Chomsky. Y donde se pone en duda la hegemonía del neoliberalismo desde una visión de pluralidad universal, y no sólo bajo el economicismo salvaje. Desde la óptica cultural indígena y los problemas del cambio climático, a la visión campesina y el impacto de los Tratados de Libre Comercio en sus producciones, hasta las mujeres trabajadoras padeciendo el patriarcado colonial y mercantilista, los y las sindicalistas sufriendo la explotación laboral de multinacionales industriales en el Sur o en el Norte, o los emigrantes y refugiados obligados a traspasar fronteras muchas veces sin ninguna seguridad. En definitiva, una evento del sentido común.
Dos Foros Mundiales, el económico y el social, desenmascaran la disputa actual del Sistema Mundo y hacia dónde se proyecta el futuro según el modelo que se implemente; el hegemónico o el alternativo. El foro donde participa una minoría clasista (1%) para debatir y definir como obtener la mayor cantidad de beneficios particulares a corto plazo de los recursos limitados internacionales midiendo sus logros con el PIB, o el foro de una mayoría (99%) para concretar como conseguir un beneficio del Bien Común usando indicadores como el Coeficiente de Gini, entre otros, y midiendo la sostenibilidad ambiental para las nuevas generaciones.