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Queridos lectores,
No tenía pensado escribir sobre este tema, pero una reciente noticia de El País me ha motivado a ello. La noticia dice así: “La crisis cercena vidas en Italia“. Se ve que en Italia cada día se suicidan dos personas por causas imputables a la crisis (dificultades económicas, principalmente), típicamente un empresario y un trabajador. Cada día. Y leyendo el texto se ve que aún pueden estar contentos porque en Grecia ya llevan 1.725 suicidios de esos en dos años (unos 5 al día), y eso que Grecia es algo menos de cinco veces menos poblado que Italia. ¿Qué pasa en España, país donde resido? Es difícil de saber, ya que hay un cierto consenso en no divulgar este tipo de noticias para no alentar a un comportamiento tan autodestructivo en gente ya susceptible. Y, sin embargo, algunas noticias se van filtrando, como por ejemplo ésta de El confidencial que sugiere que muchos accidentes de tráfico en realidad no son tales (aparte comenta otros problemas y da un rato revelador: en España se suicidan 9 personas cada día, aunque no sabemos cuántas de ellas lo hacen por razones imputables a esta crisis que no acabará nunca).
En realidad este triste fenómeno, el del suicidio provocado por la desesperación vital causada por la destrucción de las expectativas, es otra manifestación más de La Gran Exclusión. La gente va aceptando que los problemas que tiene, laborales, personales, de integración social, … son en buena medida culpa propia y por ello, incapaz de superar su propio fracaso vital, algunos se suicidan. Especialmente vulnerables son aquellas personas autoexigentes y las que tienen que sacar adelante a familiares y se ven incapaces, superados por la situación. Contribuyen a agravar este problema los medios de comunicación y el discurso político estándar, que ve la situación actual como algo coyuntural que puede ser resuelto, en vez de ser una transición histórica que inevitablemente y por pura estadística lleva al paro y a la exclusión a un cierto porcentaje adicional cada año (España acaba de llegar al 24,44% de la población activa en el paro, por desgracia en línea con las previsiones que hacíamos en Diciembre pasado).
Todo el proceso puede también ser entendido como un proceso de crecimiento de la entropía social debido a la escasez de fuentes de energía con suficientemente baja entropía. La Gran Exclusión puede también ser entendida como un proceso en el que ciertos depredadores que ocupan los estratos sociales superiores fagocitan los recursos disponibles, arrojando entropía sobre su entorno y degradándose así las condiciones de vida para la mayoría. Pero no estamos alejando del foco de este post.
La clave es que la mayoría de esa gente que se suicida tiene una mentalidad tipo BAU, y no conciben que exista un modelo de vida diferente al que han conocido y con el que han modelado sus expectativas. De hecho, se suicidan porque consideran que sus vidas han llegado a su fin, una vez que -correctamente- entienden que nunca podrán volver a sus vidas anteriores.
El final de nuestras vidas en modo A no significa que no pueda haber una vida en modo B. Pero es justamente ahí donde radica la mayor dificultad. La de ver que puede existir otra vida, y que esta vida puede merecer la pena. Incluso, puede ser que en realidad esa vida B sea más satisfactoria y plena que la vida A, sin tantos agobios y más volcada en la familia, los amigos, la comunidad… Hablar de esa manera (vida sencilla, retorno a valores tradicionales, familia, amigos, comunidad…) está ya etiquetado desde la perspectiva BAU con el cliché de lo hippy, lo idealista, lo contracultural… lo infantil, en suma, y a dar esa visión han contribuido decisivamente los medios de comunicación. Es bastante natural, porque cuando había negocios para hacer no se podía consentir que una proporción significativa de la población se saliese del sistema; tal salida sólo era permisible una pequeña cantidad de personas y sólo a los efectos de ilustrar su disfuncionalidad, su discapacidad, su absurdo… en suma, para servir a la propaganda de que lo mejor es seguir en el calorcito del BAU.
Resulta, por tanto, muy complicado convencer a ese ejecutivo de una gran multinacional, ahora en el paro de larga duración a sus 40 y tantos años, de que podría ser un feliz zapatero remendón; incluso, resulta terriblemente arduo hacerlo con un albañil o el operario de una fábrica, por no hablar de tantos pequeños empresarios arruinados y empeñados (y habiendo dilapidado también ahorros de los familiares).
Al final de las charlas sobre el Oil Crash suelo decir que no debemos consentir que nuestro vecino pase hambre, que debemos hacer, cada uno de nosotros, un esfuerzo positivo por crear comunidad, por ayudarnos, para que el sufrimiento cercano no nos sea ajeno. Por el mismo motivo no podemos consentir que gente cercana caiga en el oscuro pozo de la desesperación y el suicidio. Porque ésta es una guerra contra todos, contra todos nosotros, y no hay nadie que sea menos valiosos. No consintamos que las fábulas absurdas creadas por un sistema disfuncional que agoniza y su aparato de propaganda arrastren a nuestros amigos, compañeros, hermanos…
¿Qué puedo hacer yo, qué puede hacer Vd, querido lector? En primer lugar, hacerlo entender. La gente tiene que saber que lo que le está pasando ni es culpa suya ni puede solucionarse, no desde una perspectiva convencional; pero eso no quiere decir que no haya salida. También será un primer paso de transición para nosotros mismos, si superamos el pasotismo y el miedo al rechazo, en línea con el individualismo que tanto conviene al BAU, y conseguimos evitar por lo menos una muerte evitable, inútil y dolorosa.
Salu2,
AMT
Artículo lúcido
Hola buenas, me ha encantado el artículo, coincido plenamente en la visión de que la gente interioriza que quedarse sin trabajo es un problema de incapacidad suya, por lo tanto empieza a ser la pescadilla que se muerde la cola, comienzas a estar triste, quedándote sólo y al final puede pasar cualquier cosa.
Cuando pasa eso lo tienes todo en contra, en primer lugar la gente no sabe tratar con alguién deprimido, es algo que socialmente no se ve bien, cuando realmente es una oportunidad estupenda para romper con ciertas falsas imágenes y tener más libertad.
Por otra parte también están en nuestra contra las autoridades sicologicas y siquiátricas. Etiquetando con palabras médicas a conflictos interiores que en contra de la idea generalizada, pueden resolverse fácilmente (no voy a extenderme en eso ahora).
La industria de la mente, tiene una palabra y un tratamiento para cualquier comportamiento, y no paran de inventar enfermedades de la mente cada año.
Tu colócale un cartelito a cada paciente diciendole que es esquizofrénico, bipolar, neurótico, depresivo, compulsivo…… Y como se lo crea ya no sale de ahí ni a ostias por que lo dice la autoridad científica.
Yo opino que en la mente de uno sólo puede entrar uno mismo, nadie puede decir que sabe conoce a otra persona en este sentido, aunque lleves toda la vida con alguien. El cerebro es algo extraordinario, aunque a veces esté paralizado o dormido, es una fuente de energía tremenda e incomprensible desde fuera, espero estar explicándome bien porque es un grave problema no cuestionar a la autoridad sicológica.
La última pata del banco son los medios de comunicación pero habría tanto que decir sobre ellos y es tan increíble para muchos lo que hacen con ellos que prefiero dejarlo para otro momento.
En fin, estupendo artículo. Mira te dejo este video, para que tires del hilo si quieres, puede dar ideas de como ayudarnos a nosotros mismos y luego ayudar a los demás. Saludos.
http://www.youtube.com/watch?v=vZ00iMtf1IU