Días sin escribir, atareado a mis años en diversas actividades y los controles médicos siempre presentes. Paso por la plaza de mi pueblo y en la fachada del ayuntamiento en morado, por supuesto, observo un marcador de las victimas de la violencia contra las mujeres. Se contabilizan las que van en el año, y las acumuladas en periodos anteriores. Parece querer ser un marcador- no lo sé- que se irá actualizando.
La violencia contra las mujeres es más que evidente, nadie lo niega. La mujer es el sexo más débil en relación de pareja. Influye en todo ello la fuerza física del varón ( no siempre, claro) y quizá exista una mayor agresividad del sexo masculino por razones culturales y endógenas, derivadas estas últimas del papel desempeñado por el hombre como cazador durante miles de años.
En las sociedades del Este, en los países excomunistas, la relación hombre mujer está mucho más equilibrada porque en la escuela se enseñó al hombre a reconocer los derechos de la mujer, como lo más natural del mundo. Decía un día una mujer bielorusa que el feminismo apenas tenía presencia en su país, porque el machismo apenas existía.
En nuestras latitudes occidentales a mi juicio se está enfocando el fenómeno de la violencia desde perpectivas equivocadas en su análisis y orígenes.
La sociedad capitalista que nos rodea, no sólo es cada vez más desigual e injusta, si no que también es cada vez más hedonista, decadente y degenerada. El consumo de drogas está muy extendido, el alcoholismo se fomenta, las enfermedades mentales aumentan significativamente y la pornografía de la peor especie se difunde, todo ello amparado no en un gran negocio, que es lo que es, sino en una supuesta y falsa libertad individual que no conduce a ninguna parte.
Hago una pregunta a los analistas y estadísticos de toda esta violencia, llamada de genero. ¿Cómo es posible que ante la noticia de una nueva mujer víctima a manos de un hombre, el locutor de televisión que da la noticia, sin indagar nada, sin saber nada de la casuística que ha rodeado el crimen, califique inmediatamente el origen de este crimen en el género?
Alguien ha indagado, por casualidad, si detrás del agresor se escondía en ese caso un verdadero psicópata. Estudios muy recientes dan casi en un 6% este tipo de personalidad en el conjunto de la sociedad que, es verdad, no quiere decir en principio que por si mismo haya desarrollado la psicopatía. Lean ustedes qué significa ser un psicópata en lo que a la ausencia de barreras morales significa. O mejor pregunten a su médico de cabecera o a cualquier farmacéutico, cuánta gente se sostiene con pastillas y es un verdadero enfermo mental. Recientemente, ya se está desvelando la verdad oculta que indica que casi el 20% de la población sufre algún trastorno psicológico.
Si el trastorno pasa a ser una psicosis (por ejemplo, una esquizofrenia, un paranoia o un síndrome maniaco depresivo) pregunten a su médico de lo que puede ser capaz en un momento determinado un enfermo de este tipo. ¿Y qué dicen de cómo puede actuar un adicto a determinadas drogas?
Ahora volvamos al medio en que estos enfermos se desenvuelven en nuestra sociedad, donde el valor principal es el negocio ( que se fomenta para lucrarse como objetivo prioritario) y comprobarán que la mezcla violenta entre valores societarios extendidos por los medios y enfermedades está resultando explosiva. ¿Cómo es posible que nadie tenga en cuenta para sus análisis el estercolero social y moral en el que vivimos ? ¿Cómo no tener en cuenta que del estiercol pueden nacer muchas de las patologías que nos aquejan ?
Seguramente, más de uno concluirá después de todo lo explicado que los procedimientos estadísticos que se nos presentan ni son científicos, ni concluyentes en sus datos. Es lo que pasa en muchas ocasiones por seguir ciegamente modas ideológicas importadas desde los Estados Unidos.
Se impone una revisión de los datos desde posturas científicas. Nadie niega el abuso contra las mujeres derivado de determinados presupuestos escolares y familiares. Lo único que se pretende es un riguroso análisis de todos los datos para enfocar adecuadamente el problema.
Me llama la atención esa afirmación de que en los países “excomunistas” la relación hombre mujer está más equilibrada, por que no es cierto, lo he podido comprobar sin ir a otros países, aquí han venido rusos, bielorrusos, lituanos, ucranianos… He podido comprobar que no es cierto. Los celos, las peleas en las parejas, etc., son iguales