Cualquiera que haya visto el mapa de Africa no tardará en observar que muchos de sus países parecen haber sido trazados por niños a golpe de escuadra y cartabón. No es ningún espejismo, este trazado de fronteras tan peculiar dejó una división de tribus, étnias y territorios que acabó originando un conflicto de dimensiones internacionales.
Tenemos la costumbre de teorizar, diseñar y explicar la realidad social desde un despacho en lugar de involucrarnos en ella y estudiarla desde la propia experiencia. Este exceso de tecnicismo y cienticifismo nos ha acompañado desde la Ilustración hasta nuestros dias y se ha demostrado enormemente dañino para la sociedad por su alejamiento de los fenómenos sociales tan necesitados de matices que las teorías se demuestran incapaces de detectar, pues dificilmente se pueden predecir sucesos o acontecimientos fortuitos, circunstanciales o emocionales que pueden ser la mecha o el origen de un futuro conflicto.
Esta obsesión de diseñar y configurar las estructuras de la sociedad desde el tecnicismo y las teorías cientifico sociales pueden acabar produciendo lo contrario de aquello que pretenden. Esto ocurrió con la propia Ilustración, cuyos objetivos iniciales como fueron la emancipación y la liberación del ser humano de su minoría de edad social y por tanto su elevación a la categoría de ciudadano, acabaron transformándose en todo lo contrario de lo que se pretendía, pues esa misma liberación del hombre y su nueva etapa como ciudadano acabo incubando lo peor del totalitarismo dentro del sistema antitético como era la democracia. La llegada del nazismo y el final de esa categoría de ciudadano alcanzada por el ser humano fueron el resultado de haber plasmado un diseño de la sociedad basado en teorías puramente tecnicistas alejadas de la realidad de los fenómenos sociales.
Ese tecnicismo en que se basaba la elaboración de las nuevas teorías sociales en busca de modelos políticos de convivencia fueron también el resultado de unas normas legales que iban a regir nuestro comportamiento en esas sociedades democráticas. Unas normas positivizadas en las constituciones que serían la cúspide del ordenamiento jurídico en el que se iban a desarrollar nuestras vidas. En el caso de las normas y su positivización también se volvió a caer en los mismos errores, pues las normas carecían de un procedimiento legitimador que las hiciera más comprensibles y aptas a las costumbres de las sociedades, pero sobre todo que supieran recoger en todo momento el sentimiento de aprobación de los ciudadanos como principio rector de lo que entendemos por justo, todo aquello que aprobamos lo consideramos justo.
He aquí que desde entonces incubamos el paradigma de la positivización de las leyes o el exceso de legalidad en contra del iusnaturalismo o el apego a los principios y los valores, la dimensión axiológica del derecho sin la cual éste queda relegado a la condición de mera técnica instrumental.
El proceso de Nuremberg donde se juzgo a los jefes nazis responsables del holocausto se encontró con un enorme problema pues algunos de los delitos que se juzgaban si estaban tipificados previamente en el Acuerdo de Londres, estos eran los delitos contra la paz y los delitos de guerra. El problema era el delito de crimenes de lesa humanidad que no estaba tipificado, la diferencia con los crimenes de guerra es que estos son contra la población enemiga y en guerra, y los de lesa humanidad eran contra la propia población y antes de la guerra, lo cual era un problema jurídico grave. Ante eso, el fiscal americano Robert Jackson apeló a que crimenes como esos no podían quedar sin respuesta, los grandes principios juridicos debían ceder y no contemplar la irretroactividad. El fiscal respondía a una concepción iusnaturalista en la que el derecho para ser derecho debe recoger una serie de principios elementales de justicia sin los cuales no se puede hablar de derecho. El positivismo legal, el exceso de legalísmo ha de ceder ante el gran principio de la dignidad humana, saltémonos algunos principios de legalidad para que no prevalezca la impunidad.
Esa disyuntiva entre iusnaturalismo y positivismo jurídico nos remueve la conciencia en el caso del juez Elpidio Silva, quien según la Audiencia ha querido hacer una causa general contra la banca, condenando a prisión a uno de sus responsables. Pero el exceso de legalísmo, el positivismo jurídico que impregna la estructura de nuestra sociedad devolverá a la calle a uno de los responsables del mayor saqueo institucional que ha llevado al sistema financiero de las Cajas de Ahorro a la quiebra y a miles de empresas y familias a la ruina, dejando una sociedad hundida y rendida ante la degeneración de sus instituciones que han convertido a la democracia española, al igual que el mapa de Africa, en un diseño trazado a golpe de escuadra y cartabón. Un diseño que llevó a multitud de conflictos en Africa, un diseño que hubiera dejado en libertad a los jefes nazis y un diseño que no encontrará culpables a la gran estafa de las Cajas de Ahorro españolas.