La resiliencia es la capacidad de los individuos de reponerse a algún acontecimiento traumático y hacerlos volver a su estado natural y de esta forma poder seguir proyectándose en el futuro a pesar de las adversidades y de las condiciones de dificultad que se le presentan.
Se trata de determinar que clase de sociedades se sobreponen con mayor o menor grado de éxito a las catástrofes de tipo emocional que afectan a toda una sociedad tales como guerras, hambre, dictaduras, terrorismo, crisis económicas o también políticas antisociales, corrupción, leyes injustas, desastres naturales etc…
En el caso de catástrofes, terrorismo, guerras, hambrunas etc… provocadas por agentes ajenos a la voluntad del Estado es presumible que se tenga un protocolo de actuación para la población con el que advertir, aconsejar y prevenir sobre como actuar ante tales dificultades con métodos que ayuden a los ciudadanos a ponerse a salvo de los primeros embates de este tipo de tragedias y de concienciar a la sociedad psicológicamente de manera que no se vean traumatizadas por la repercusión que tales daños puedan causar en sus vidas.
De los imprevisibles actos de terrorismo y que tanto afectan a la sociedad en su conjunto se deben trazar protocolos en los que se involucre a todas las instituciones de que el chantaje de cualquiera de estos grupos no admite cooperación y al mismo tiempo crear una conciencia ciudadana de no ceder ante las pretensiones que se reclaman por la fuerza de la violencia indiscriminada. A la larga, esa actitud será beneficiosa para todos.
La tolerancia cero impide que se vuelva a optar por la vía en la que no consigues nada. De ahí al desistimiento hay mayor número de probabilidades que de lo contrario. Negociar es abrir la ventana a nuevas demandas y a nuevos chantajes que no cesarían hasta el objetivo final de los terroristas.
Pero con los nuevos tiempos surgen nuevos problemas, los gobiernos de países que creemos en la órbita de la democracia están tomando medidas contrarias a los intereses de sus ciudadanos, anteponiendo intereses de poderes fácticos económicos y financieros a la verdadera soberanía que reside en los ciudadanos. Un inmenso proceso de globalización que está acabando con la base del sistema internacional, el Estado, para dar paso a un poder supranacional más interesado en obedecer a los mercados que a los ciudadanos.
Se cierne en ésta nueva centuria un problema de graves consecuencias para los ciudadanos, la política deja paso a la economía, como forma de gobierno. Los ciudadanos pierden una forma humanizada de entender el gobierno por medio de la política y acceden a la ciudadanía pasiva que impera en la gobernanza económica, pues a nadie se le escapa que la política admite flexibilidades que la economía no entiende como ciencia fría y calculadora que actúa sobre el ciudadano como si fuera un número que ha de cuadrar en sus cálculos.
Un nuevo peligro que ha de ser respondido de igual modo que se responde a las guerras, las hambrunas, el terrorismo y cualquier tipo de desastre que atenten contra los ciudadanos. Pero es aquí que, como nuevo riesgo del nuevo siglo que además no es un peligro ajeno sino que viene precedido y admitido por el Estado, éste no formula ningún protocolo de actuación frente a este elemento añadido de la corrupción, entendida esta en su amplio significado.
De ahí que los pueblos actúen desde su origen antropológico como mecanismo de defensa del peligro que se proyecta sobre ellos. El orden jurídico-político nace de la escasez y las necesidades del hombre ante el egoísmo y la apropiación de los bienes de unos pocos. Para Adam Smith, el orden jurídico-político nace para defender la propiedad. En Aristóteles, economía y ética iban unidas. Si para Maquiavello lo que importa es como se conserva el poder, para Adam Smith lo importante es como se hace frente a la escasez.
La tendencia actual es el disolver el “deber ser” en el “ser”, en cierto modo es relativismo, nada permanece en el tiempo sino en cada contexto, lo importante son los hechos. Hay una falta de confianza en los valores y en la universalidad de la ética.
Los gobiernos han optado por ordenar a la sociedad de acuerdo a unas preferencias que nada tienen que ver con los intereses de los ciudadanos, hay libertades concretas que significa que es cada país quien puede ordenar las libertades ciudadanas, no hay un ente supranacional en nuestra constitución que dirija la acción de algo superior al Estado con respecto a los derechos fundamentales.
Si nos atenemos a las teorías hegelianas, la historia tiene una dirección, es racional, solo tiene sentido en ella misma. Pensamos que lo moderno es mejor, es la visión historicista que Hegel radicaliza. La astucia de la razón se muestra a través de acontecimientos que podemos juzgar como aparentemente negativos, de los cuales la razón utiliza para llevar adelante la historia.
Esto nos conduce a que, al igual que antaño en la historia, el Estado prusiano encarnaba la razón porque era el que dominaba y por tanto era el encargado de imponer los verdaderos valores. Se le consideraba legítimo que dominara a los otros porque era la vanguardia de la historia. Por tanto ¿Quién tiene la razón en el actual conflicto mundial? Sin duda, EEUU porque es la fuerza dominante y tiene el derecho y el deber de imponer la razón en todo el mundo, es la actualización de la teoría hegeliana por la derecha que piensa que es el Estado potencia quien ha de imponer los valores y ese Estado potencia, en la práctica son los mercados, cuya dominación e imposición está ya fuera de toda duda.
La dialéctica es correcta, no hay nada fuera de la historia. Es una cuestión material e incluso biológica, en ello va el propio desarrollo de la especie humana que, en su lucha ante este nuevo conflicto de intereses con un Estado inhibido ante la defensa de sus ciudadanos, estos basarán su supervivencia encontrándose con su raíz antropológica.
Algunos pueblos, ante graves eventualidades que la historia les ha deparado, han echado mano de la filosofía que los ha mantenido como sociedad e incluso como civilización y han salido adelante, bien mediante su disciplina, o bien han desaparecido por su resignación. Nuestro caso es un enigma del que dependerá nuestro futuro como pueblo. De ahí que la resiliencia del pueblo español sea un factor importante para salir de éste grave acontecimiento histórico, el factor más importante.