La corrupción tiene su núcleo y su causa en los partidos políticos actuales, en su acceso al poder dentro de ellos y en su falta de democracia interna que permite la formación de clanes. Desde ésta premisa empezamos a descartar la virtud principal que en cualquier actividad es la que te hace ascender profesionalmente: el mérito y la capacidad.

Descartados el mérito y la capacidad como forma de ascenso en los partidos políticos, nos quedan el resto de sutiles formas de trepar a la cúspide y la jerarquia: el amiguismo, el servilismo y la sumisión, dentro de las cuales está el caso de hoy, Ana Botella, más concretamente en la primera y de manera estrecha, pues su mérito no es otro que ser la mujer del que fue presidente del gobierno y del partido.

Por tanto, si para ascender en el partido se utilizan principios que nada tienen que ver con los valores,la ética y la moralidad sino todo lo contrario, con los aspectos mas espurios y bastardos, lo que resultará de esa componenda será un producto adulterado y fraudulento que servirá a la sociedad en esas condiciones y con esos rasgos nada ejemplares.

La consecuencia inmediata de ese producto emanado y puesto en las instituciones por el partido en forma de cargo público será lo más parecido a una célula cancerigena que no va a tardar en contaminar al resto del sistema pues va a reflejar su comportamiento nada edificante en su actuación.

De éste producto lo único que se puede esperar es que acabe produciendo corrupción ¿Que moralidad puede producir un producto adulterado? Ninguna, es de lógica que así sea. Por el contrario, se producirá lo que hemos llamado y ha sido una producción en serie en nuestro sistema el “riesgo moral” que es aquella situación que se da en toda ésta gente que, creyendose amparada por el sistema actúan de forma irresponsable sabedores que no les va a ocurrir nada, es decir la impunidad, el caldo de cultivo donde se desenvuelven a sus anchas los corruptos, la falta de mecanismos de control que distinguen un sistema democrático y por tanto con separación de poderes del que no lo es.

Son muchos los ejemplos en los que el riesgo moral ha llevado a la quiebra a nuestras instituciones, el más llamativo, el sistema financiero de las Cajas de Ahorro donde los consejos estaban ocupados en base a esa pertenencia al partido o al sindicato y se actuaba con irresponsabilidad en la gestión del que se sabe impune porque se siente amparado por la cobertura que le da ese núcleo cancerigeno que es el partido o el sindicato, el resultado ha sido su quiebra total y las victimas, la sociedad al completo.

Concluyo con la certeza de haber encontrado en los partidos políticos y en su funcionamiento interno, la célula cancerigena que está matando a todo el sistema, ahora lo fundamental está en manos de un buen cirujano político, desde luego que no está en los partidos, pero sí, pudiera haber sido la oportunidad del Jefe de Estado para, como primera institución del Estado haber cumplido su función, la de moderar al resto de las instituciones poniendo orden moral, pero claro, para eso primero hay que dar ejemplo y eso, hoy por hoy, en nuestro país no hay institución que esté en condiciones de hacerlo.