Entendemos por cultura política el conjunto de actitudes y opiniones de una población acerca de determinados objetos políticos. Gabriel Almond y Sidney Verba lo describen en su libro “La cultura cívica”, llegando a la conclusión de que se ha atendido a la macropolítica olvidándo la micropolítica.
Sin conocer las pautas de cultura política de una población, mal vamos a comprender los sistemas políticos. Entienden que la mejor manera de comprender lo que sienten y lo que piensan los ciudadanos de un sistema político son las encuestas, lo empírico. Lo micro acaba determinando el funcionamiento de lo macro.
Un sistema político diseñado no podrá funcionar si la gente no tiene unos hábitos de comportamiento que guarden relación con dicho sistema. En este sentido, las actitudes tienen tres elementos: Cognitivo, valorativo y evaluativo que se proyectan sobre el sistema político.
Almond y Verba llegan a la conclusión de que hay tres tipos básicos de cultura política: Parroquial, de súbditos y de democracia participativa. La cultura parroquial es aquella en la que los ciudadanos no tienen ninguna noción acerca del sistema político, la de súbditos, los ciudadanos tienen alguna noción, lo valoran en términos de acatamiento o sometimiento, no participan. En la cultura democrático-participativa, valoran, evalúan, saben comunicarse con las autoridades, disfrutan de las políticas públicas y se sienten sujetos de derechos y libertades.
Lo habitual, según Almond y Verba, es que encontremos ciudadanos de los tres tipos y además sería lo ideal para que el sistema no se sobrecargase. Habiendo una mezcla de los tres tipos se suele dar la cultura cívica. Buena parte de cómo funcionan los sistemas políticos tienen que ver con las actitudes de la población.
¿De donde surge la cultura política? La cultura política surge de los procesos de socialización, de los procesos de aprendizaje en la comunidad, familia, escuela, televisión etc…y la experiencia del entorno. Socialización y experiencia son la base de la cultura política.
El español como ciudadano tiene altas dosis de cinismo democrático, padecemos ineficacia subjetiva pues pensamos que no estamos capacitados para el ejercicio de la política pero también padecemos ineficacia objetiva, pensamos que no podemos influir.
Apatía, desafección, somos demócratas pero nos sentimos insatisfechos con la democracia, nos quejamos pero no nos implicamos ¿De donde vienen estas actitudes? La teoría del malestar nos ofrece 4 variables:
1ª) Nuestro pasado histórico, 200 años de interrupciones democráticas, de fraude, de conflicto, de políticas pendulares, de constituciones excluyentes de la otra mitad de España, de enfrentamientos. En definitiva, una historia política convulsa.
2ª) Un proceso de transición dirigido desde arriba, desde los despachos y por las élites donde el pueblo no participó.
3ª) Un sistema de partidos artificial reforzado por el propio sistema. Un Congreso configurado para funcionar con partidos, no con diputados. Un sistema ex novo, se crea en 1977 de forma artificial sin articulación social. Organizaciones sintéticas ajenas a la sociedad. Falta de vinculación con los partidos políticos como únicos y exclusivos protagonistas de la vida política.
4ª) Y por último, una sociedad civil desarticulada, invertebrada.
A partir de aquí, hay que pensar sobre nuestro sistema democrático como si se tratara de un descubrimiento. Hay que estar dispuesto a revisar toda la teoría política que hemos experimentado y que creció acompañada de la fe en su eterno progreso porque no lo hubo, hubo un estancamiento y hubo limitaciones para la participación de los ciudadanos como elemento esencial de la democracia.
Hoy, la principal dificultad con que se tropieza nuestro sistema democrático es la ausencia de enemigos declarados, nadie lo cuestiona y por tanto no produce defensores como cuando está constantemente cuestionado. Esa ausencia de critica, esa indulgencia que se transforma en el conformismo de los ciudadanos con su sistema político es el mayor peligro porque las criticas que facilitan el progreso y el cambio de mecanismos de todo sistema político se ven paralizadas por el interés de aquellos que confunden intencionadamente, critica y enemigo.
mi poco dominio de esto me impide comprenderte bien, pero creo que tienes parcialmente razon , y desde luego logica si tienes.
por si te sirve de argumento, te dire algo sobre el dinero.
algunos propugnan patron oro, otros propugnamos patron deuda pura, con mercados bien formados, que es totalmente, factible, solo hay que tocar algunas cosas que su diseño es totalemnte, erroneo.
bien, el patron deuda, es eso mismo.
que mi capacidad para tener dinero deriva de que alguien le interesa tener deudas, y es solvente.
y mi deseo de tener deudas, deriva de que alguien que tiene dinero , lo puede tener pero debe mantener las velocidades de circulacion del dinero.
eso matematizado forma lo qeu se llama un mercado pleno.
y lo que quiero decir, que lo precioso de esto, es que yo tengo un homonimo sea ahorrador o con deudas, que se basa en etica, y que aunqeu se formalice por mercado el sistema forma etica.
pues yo dependo para todo lo que hago de otro.
sin embargo en el patron austriaco, del dinero, mi dinero es obligacion de toda la sociedad conmigo, no es deuda, sino que mi dinero es el que manda.
ese patron destruye toda sociedad en que se posa, aunqeu ahora se defienda por simple poco nivel actual, y por haber llevado los austriacos al engaño de que la crisis es por este patron, cuando se uso mal, para especular o para credito a empresas.
bien, el tema es que este patron conduce al sobreahorro, es decir a algo imposible que es tratar de sobreahorrar, pues en media es imposible, pues mi ahorro es el desahorro de otro.
pero ese deseo nos niega a toda la sociedad del desarrollo de la misma, y nos condena a la pobreza de subsistencia.
simplemente, asi veo yo a la democracia , que nace cuando mi derecho nace de mi obligacion con la sociedad, por eso el mayor bien que existe es sentirse dependiente de los demas, pero saber que tu eres el objeto de disfrute de la democracia.
los sistemas actuales solo son de poder, no de reciprocidad, simplemente, no sirven.
en las organizaciones de participacion, el enemigo es uno mismo, pues si uno gana poder eso condenara a todos, a mi mismo tambien a vivir en la subsistencia, y el hombre desarrolla miedo de satisfacer plenamente su poder, pero en fin.
no se si tiene algo que ver lo que he escrito con lo que tu dices, pues ya te digo que no sabia que poner, pero creo merecias un comentario.
Y en ese proceso de transición, dirigido desde arriba, se puso todo el énfasis en los aspectos más formales de la ciudadanía democrática (el reconocimiento de los derechos y libertades públicas) pero nada se hizo ni se ha hecho para sentar las bases que hiceran efectiva la implicación/acción de esa ciudadanía democrática. De hecho, toda la participación ciudadana se ha querido canalizar a través de los partidos políticos que son los que han monopolizado el discurso político.
Quizá es hora de salir de este letargo y reivindicar un espacio que pertenece a la sociedad civil.