Empezamos hablando sobre la 71 Asamblea de la ONU, analizando la funcionalidad de ese evento y la misma organización en el siglo XXI. Seguimos con la política estatal española examinando los resultados de las elecciones vascas y gallegas donde se impuso la derecha. Y a continuación, las disputas o debates internos entre líderes de Podemos y si ello daña a la organización. Y finalmente, las reflexiones sobre el histórico anunciado Proceso de Paz firmando en Colombia. Con Juanlu González, Leo Moscoso, Santi Lupe y Carmen Morente. Conduce Aníbal Garzón.
Fotografía de Partido Popular de Galicia
Hola, saludos quería hacer un comentario relacionado con el primer tema tratado. Se hacen varias referencias a las luces y sombras sobre la trayectoria del secretario general saliente de la ONU Ban Ki Moon, aludiendo a su último acto de dignidad denunciando el chantaje de Arabia Saudí a Naciones Unidas para que no den a conocer un informe demoledor sobre la catástrofe humanitaria y violaciones sistemáticas que el gobierno de ese país está produciendo en Yemen.
Al mismo tiempo se alude posteriormente a informes de Amnistía Internacional sobre violaciones de derechos humanos en el mundo a los que se hace caso omiso. Muchas veces desde la izquierda se hace referencia a informes de AI, respecto a violaciones de derechos humanos en Yemen, de las atrocidades de Israel, en España y en muchos otros países. Pero respecto a los demoledores informes sobre la responsabilidad fundamental del régimen de Assad en la destrucción y guerra de exterminio que lleva más de 5 años produciéndose en Siria https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/campanas/primavera-arabe-5-anos-despues/siria/, lo que predomina en la izquierda, lamentablemente, es un mutismo casi absoluto.
Ese mutismo, esa doble vara de medir, en muchos casos, está basado en un relato que gira en torno a la responsabilidad total de Estados Unidos en el conflicto, obviando la represión indiscriminada que lleva produciendo el régimen desde 2011. Aunque es evidente que la injerencia de Estados Unidos (como la de otros países) ha enconado aún más el conflicto, la hipótesis mantenida por Juanlu González y mucha otra gente, de que el origen del mismo está en guerra de agresión de Estados Unidos no se sostiene con la secuencia de acontecimientos que se produce en 2011 y en los años anteriores.
En la agenda de la administración Bush sí figuraba en 2005 la posibilidad de una intervención de grandes proporciones en Siria como paso necesario para atacar Irán, pero es evidente que en la de Obama parece evidente que no, como los hechos han demostrado. Su política exterior ha sido condenable, y alineada con posiciones de otra administraciones anteriores en muchos casos, pero en lo que respecta a Oriente Medio, es innegable que se ha caracterizado por retirar posiciones, apostando por una presencia más activa en otras regiones del mundo. Era muy complicado conjugar avanzar en la retirada de tropas de Irak, con una actitud desafiante con Irán, y una guerra de agresión (directa o con intermediarios) a un país aliado de los iraníes como Siria. El acuerdo para el fin del embargo iraní alcanzado recientemente, confirma esa línea de actuación diferenciada de la administración republicana. Hay más elementos que contradicen la hipótesis de que la administración haya querido provocar la destrucción de Siria.
En los 2 años anteriores al inicio de la masiva insurreción popular, John Kerry se reunió 6 veces con Assad, y etiquetó a Assad como reformista, por las iniciativas que había tomado en lo que respecta a la liberalización de la economía en un sentido neoliberal, fundamentalmente. Esas declaraciones se produjeron incluso en los primeros meses de 2011, cuando el régimen ya había mandado disparar indiscriminadamente a los manifestantes de Homs, Alepo, Daraa y de los barrios periféricos de Damasco. El propio Erdogan, que eran hasta entonces uno de los mejores aliados de Assad, y tenía con él incluso una estrechísima relación personal, le recomendaba en esos meses a su colega “una aproximación democrática a las protestas de los manifestantes”.
La pregunta es qué cambió en esos meses, para que Erdogan, y el gobierno de Estados Unidos cambiaran su posición respecto a Assad, partiendo del hecho de que evidentemente lo que les mueve son sus intereses y su propia agenda. En mi opinión, fue el convencimiento de que Assad había perdido de manera irreversible el control del país y había que alinearse, apoyar y tratar de condicionar a sus opositores o a un sector de los mismos, para influir en la transición que previsiblemente iba a producirse en Siria. La insurreción ciudadana alimentada por la brutal y torpe represión, e inspirada por las primaveras egipcia y tunecina, fue de tal magnitud, que provocó que la estructura estatal en muchas regiones de Siria desapareciera en la práctica. Esta situación se mantiene en la actualidad, y explica por qué el régimen tiene que recurrir a combatientes de Hezbollá y chiíes de distintas nacionalidades (los sirios tratan por todos los medios de escapar del reclutamiento forzoso que impone el gobierno). El ejército y los cuerpos especiales encargados de la represión se replegaron y se concentraron en la región de Damasco y otras claves como Latakia donde se encuentra la base rusa de Tartus. La abyección del régimen llevó al extremo de liberar a señalados terroristas veteranos de Afganistán y de Irak, con el objeto de convertir una rebelión masiva y aconfesional contra su régimen en un conflicto sectáreo y sangriento que le hiciera posible su permanencia en el poder, como “mal menor” comparado con el fanatismo violento de grupos alineados con Al-Qaeda y el propio DAESH.
Mi conclusión es que lamentablemente en la izquierda alternativa en muchos análisis, quizá por estar costreñidos a esquemas provenientes de la Guerra Gría, se obvia la capacidad que tienen insurreciones populares del tamaño de la siria de alterar los equilibrios geoestratégicos en una región como Oriente Medio, tan inestable, con tantos intereses cruzados, y con los regímenes dictatoriales más brutales del mundo.
Por todo ello, os pediría que en futuros debates en el que se tratara la situación en Oriente Medio, invitarais también a personas alineadas con los movimientos relacionados con las primaveras árabes y sus demandas.
Muchas gracias,
Juan Ramón Martín Menoyo