Hoy comenzamos hablando sobre el fallecimiento de Julio Anguita. Pasamos revista a lo que significó para España mientras estuvo activo en la política y el papel que desempeñó durante la Transición. También hablamos hoy sobre las aplicaciones de seguimiento que se están planteando para su uso durante la pandemia y las implicaciones que tiene de cara a las libertades civiles. Por último, hablamos sobre las protestas contra el confinamiento. Surgidas en los barrios más pudientes de Madrid, van extendiéndose. Con Pedro García-Bilbao, José Luís Carretero, Javier Azpeitia, Carlos Arrabal y Carlos Allué. Conduce Juan Carlos Barba.
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No qué creeis que aporta el burdo Cayetano éste que habeis traído a Debate Directo pero para vomitar ya si eso me pongo a Ana Rosa, el Club de los viernes o alguna Gaceta de esas ultras.
Y no digais que pluralismo, que de esa basura ya están petados los medios.
Tengo que oir al retrasado de la cacerola en mi bloque y al otro, invitado en Debate Directo. Guay.
Bueno, menos mal que Pedro García Bilbao ha planteado al menos lo que había que decir de Anguita (se podrían decir muchas más cosas, y concretando todo lo que se quiera), dicho sea repetuosamente a su memoria, pero la verdad va primero, y Anguita tiene muchas cosas que criticar, y no hacerlo es dar por bueno lo que no se puede da por bueno y tragar con lo que no se puede tragar.
Desde luego, una de las cosas más perniciosas para la causa republicana, es toda esa gente que usa la República de manera instrumental, utilitarista, pero no se lo creen, no es su verdadero objetivo, y a menudo parece que no saben de qué va la cosa y solo buscan banderas para atraer votos o lo que sea. Hay mucha gente en la izquieda así. Eso, puede pensarse que al fin y al cabo “hay que sumar”, etc., pero en el fondo es más un impedir que el republicanismo pueda desarollarse y florecer, entre otras cosas porque comparten un importante nicho social. Si fuera del régimen, me parecería muy buena estrategia el promover ese tipo de, digamos, republicanos.
Vallecas planta cara a una de las caceroladas contra el Gobierno
https://www.youtube.com/watch?v=6o8hnOZOSJY
De todas maneras, hay una dimensión que se está perdiendo y que me parece imortante. Y es que después de todos los sacrificios que se han hecho y los que están por delante, aquí viene una gente elitista y sectaria (pues solo se preocupan por el rollo de su sectita y no por el interñes común), y eso es normal que se perciba como una agresión contra todos, contra la comunidad. Eso me parece que tiene dos aspectos. Recordemos la incertidumbre del primer momento, y el sentido de urgencia de respuesta común y coordinada como comunidad. INcluyo yo isma, que no dejo de criticar al Gobierno y todo el régimen desde mis posiciones republcianas, defendí públicamente, y me sigue pareciendo que fue lo correcto, el atenerse y cumplir las directrices de las autoridades, el poner por encima de todo en esas circunstancias el sentido cívico y la acción colectiva, respetando las responsabilidades de cada cual, en esas circunstancias. Después de eso, el cayetanismo solo puede percibirse como una agresión contra la comunidad y por eso, pues todos hemos reconocido, sin dejar de ccriticarlo, el necesrio liderazgo ante la emergencia del gobierno, esa agresión empujará en la dirección de apoyar al gobierno. El segundo aspecto de todo esto es que la derecha más reaccionaria venía siguiendo una táctica de fomentar e miedo ante la comunidad que se disuelve para provocar su cierre, en definitiva, en torno a la reacción, al franquismo, contra catalanes, contra mujeres, contra trabajadores extranjeros, contra todo… Y ahora por inepcia ha jugado contra esa su táctica y se ha quedado con el culo al aire, a la vez da pie para retomar desde la izquierda y contra su cierre el discurso de salvación de la comunidad.
Respecto a la honradez de Anguita, y sin cuestionarla pues eso sería contradecir los hechos que todo el mundo conoce y por tanto estar majara, sí que me hago una pregunta, y no por el propio Anguita sino como cuestión general. (Imagino, claro está, que cuando se dice que Anguita fue una persona honesta, se quiere decir que fue honrada, cuestión aparte de que también fuera honesta, y que simplemente se está utilizando la palabra “honesta” como la usan los ingleses y no como la usamos los españoles).
Por personalidad, algo más profundo que la simple manera de pensar y de ver las cosas, soy una persona austera que, aparte de cubrir las necesidades básicas y las mínimas impuestas por la sociedad, no aspiro a nada más. El tener que haber tenido coche durante mucho tiempo ha sido para mí una imposición y una carga, una tortura psicológica por el gasto que supone y que consideraba que me era innecesario, que se me imponia desde fuera el que lo commprara para poder ir al trabajo etc. Por contraposición a lo que era antes, ahora no tanto entre los jóvenes, de que la ilusión y sueño de mucha gente era tener un cochazo. Detesto el turismo, me parece absurdo ir a visitar no sé qué obra de arte a la otra punta del mundo sin saber nada de arte y no entender nada de lo que se está viendo, simplemente para sacarse la foto y presumir de que se ha estado en no se donde, o el no-va-más del cuñaísmo, creerse que conoces los EE UU o Cuba o lo que sea porque has pasado unos días o unas semanas allí, pese a que llevas toda la vida en tu aís no tienes ni la más remota idea de cómo funciona y lo que pasa realmente en él; en lo natural, lo que me gusta no son las playas del Caribe ni este sol aplastate y opresor, sino los paisajes del Norte de Europa con ese cielo que parece que está al alcance de la mano y esa luz tan envolvente con esos colores que te hace sentir de nuevo que el cielo y la tierra son la misma cosa, pero en general me conformo con los viajes que por trabajo he tenido que hacer por allí, ni siquiera en eso tengo grandes aspiraciones ni deseos. Con tener para comer simplemente para subsistir (nada de gastronomía ni de alcohol ni naada de eso), techo en que recogerme por muy pequeño que sea, ropa decente (nada de modas y zarandajas de esas), un ordenador y conexión a Internet y libros, lo demás me sobra. Como digo, es cosa de personalidad y no de ideas, no es ue tenga que hacer sacrificios. Por otro lado, siempre he tenido ingresos muy modestos, pero salvo un periodo tras la última gran crisis, la de 2007, siempre ha sido suficiente.
Supongamos que una persona como yo accede un cargo público y siendo como son las cosas en todo el mundo y por centuplicado, tengo la oportunidad de arramplar con esto y con aquello a costa del erario o de beneficiarme de ese cargo de cualquier otra forma. Dada esta personalidad, puesto que no es a eso a lo que aspiro, y como digo, por personalidad y no por ideas ni creencias, ¿podria decirse que soy una persona honrada? Coo cuestió de hecho, sí, pues actuaría como una persona honrada, pero no como cuestión moral, pues no he tenido la necesidad de decidir ni de ejercer autocontrol.
Y ahora supongamos que, como ocurre tan a menudo en la política, a esa persona lo que le mueve es el narcisismo, la egolatría, las ansias de poder, del poder en sí y no sus beneficios, el estar por encima y el pasar a la historia. Aun en el supuesto de que se pudiera decir que estamos ante una persona honrada, lo que como ya he explicado creo que se puede cuestionar, ¿sería eso algo necesariamente bueno? La austeridad y la honradez son principios republicanos de los más básicos, pero me parece que no son suficientes.
Muy bien, majos. Muy bonito.