Hoy analizamos la resaca electoral. Elecciones generales, europeas, autonómicas y municipales en apenas cinco semanas. Los partidos políticos acaban con tendencias muy diferentes. ¿Quiénes han sido los ganadores y perdedores? ¿Qué sorpresas ha habido? ¿Qué ha pasado a izquierda y derecha del arco electoral? Con Carlos Arrabal, Carlos Allué y Pedro García-Bilbao. Conduce Juan Carlos Barba.
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En casa votamos a los republicanos de nuestro García Bilbao para las europeas y muy a gusto. Y hablando de republicanos, buen momento para recuperar este análisis tan generoso como demoledor del añorado Antoni Doménech:
http://www.sinpermiso.info/textos/vistalegre-ii-podemos-los-cisnes-negros-y-la-verdad
«el futuro de Podemos depende en buena medida de que sus dirigentes sean capaces de recuperar, además de la RB que les han exigido sus militantes en Vistaelegre II, algo infinitamente más importante, mucho más importante y decisivo que la RB. Depende de que sean capaces todos de despedirse definitivamente del relativismo antirrepublicano posmoderno característico de la izquierda académica culturalmente derrotada de las últimas décadas en que generacionalmente se formaron, y de abrazar consecuentemente y hasta el final los valores de la Ilustración.
La izquierda republicana laica e ilustrada reconoce que el primer bien común que necesita ser defendido políticamente es el bien (público) de nuestra(s) lengua(s) común(es). Por eso no la(s) privatiza inventando palabros incomprensibles e inaccesibles al común de los hablantes, ya sea so pretexto de “disputar políticamente” sus sentidos.
La izquierda republicana laica e ilustrada no puede pensar, ni menos actuar, como si no hubiera verdades políticas y normativas al alcance (potencial) de la deliberación racional pública entre iguales. Porque si no, como bien advirtió Russell en 1910, todo se reduce a la fuerza, a “guerra de religión”, a puñalada de pícaro y a un simulacro de debate entre matasietes. Es decir, a espectáculos como al que hemos asistido con indescriptible vergüenza en Podemos en estas últimas semanas. Que Podemos pueda digerir la incontestable victoria de Pablo Iglesias en Vistaelgre II y que, como exigen sus descorazonadas y abochornadas bases, prevalezcan a partir de ahora “la unidad y la humildad”, pasa inexcusablemente por eso. Sobre todo, y por lo pronto, por eso.
Todo debate político racional entre iguales implica formular diagnósticos claros y distintos de la situación y avanzar tácticas razonablemente aptas para acumular fuerzas hacia objetivos estratégicos lo más claramente definidos posible. Los diagnósticos y las apuestas tácticas deben resultar fácilmente comprensibles y potencialmente refutables por partidarios y adversarios. Porque como dijo Descartes, sólo los curas y los oscurantistas (o los saboteadores) aman discutir en la oscuridad del sótano; lo sano es discutir a plena luz en la terraza. Y lo cierto es que en Vistalegre II se ha substituido todo debate racional por necias polarizaciones fijadoras de pretendidas “identidades” facciosas: o instituciones o movimientos; o bloque histórico o coaliciones para un gobierno de cambio; o con los que ya “están” o con los que “faltan”; o “ganadores” o “resistentes”… No ha habido el menor debate sobre Grecia, la capitulación de Syriza y el humillante tercer rescate de Grecia. Ni sobre las consecuencias del Brexit. Como no lo ha habido sobre la Geringonça portuguesa, ni sobre las modificaciones de fuerzas que han llevado al cisne negro de la victoria de Trump y, como certeramente ha dejado dicho Nancy Fraser, al final del “neoliberalismo progresista” fundado en políticas de coalición identitaria multicultural.
Terminado Vistalegre II, queda por delante todo: cómo sustituir los previsibles ajustes de cuentas dentro del autoproclamado “núcleo irradiante” por la construcción de una dirección política para una organización plural, capaz de una vida política democrático-deliberativa; cómo hacer un debate táctico racional, tanto sobre el trabajo parlamentario, como a escala municipal y en el seno de los movimientos sociales; cómo elaborar una hipótesis estratégica e irla modificando y afinando con los cambios en curso en una época rebosante de cisnes negros; cómo desarrollarse y organizarse en un horizonte normativo republicano y socialista.
Vistalegre II ha dado muy pocas razones para el optimismo. Pero estamos convencidos de que Unidos Podemos es una necesidad y, como tal, debería tener futuro. Lo único seguro por ahora es que nuestros futuros dependerán en buena medida de que Unidos Podemos sea capaz de resolver racionalmente demasiadas cuestiones que están todavía demasiado abiertas.»
A nuestro amigo García Bilbao, quería decir.