Hoy hablamos sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones, qué alternativas existen y cuál de ellas podría escogerse en un futuro. También debatimos sobre si existen alternativas al modelo económico actual. Con Ignasi Carrera y Francisco Guillén. Conduce Juan Carlos Barba.
Fotografía de Ryan Hyde
Recortar pensiones sí, pero empezando por las más altas y en función del patrimonio.
Siendo un defensor a ultranza del sistema público (o precisamente por eso), pienso que necesita una reforma brutal: lo de sacarse una plaza y tenerla para toda la vida hagas lo que hagas es algo de otro siglo, además de tremendamente injusto con las nuevas generaciones, que son las que acaban pagando todos los privilegios de los que lo tuvieron más fácil en su día para conseguir su posición. Y por supuesto, ya que como a día de hoy en este país de pandereta todavía parece escandaloso tratar de imponer una jornada de trabajo razonable dada la situación a las empresas privadas, y perseguir las horas extras no pagadas, para así obligarlas a una mayor contratación, habría que empezar dando ejemplo desde la pública con la implantación progresiva de la jornada de 30 horas.
¿Por qué un chaval o chavala que cobra 800€, que se ha tirado sus años estudiando por eso del “estudia para que puedas ser algo el día de mañana”, el cual no va a poder comprarse un piso en su vida, si quiere salir del nido y empezar a hacer su vida tiene que pagar un alquiler desorbitado a alguien que pudo acumular posesiones durante la época de bonanza? Sueldos bajos e impuestos cada vez más alto para que “la generación más preparadas” sea explotada para mantener a los que generaron esta situación, a los que no pensaron en ellos mientras acumulaban sus privilegios y ahora no están dispuestos a renunciar a ninguno, o bien que se larguen asqueados de ver el país en el que viven, a servir de mano de obra barata y bien preparada (con nuestros impuestos).
Ese es nuestro modelo productivo, el de dejar hacer a sus amigotes de la banca y grandes corporaciones lo que les dé la gana y rescatarlos con dinero público si así lo necesitan, mientras maltrata a sus jóvenes mejor preparados, obstaculiza el autoempleo y la independencia de los poderes financieros mediante impuestos y leyes opresivas.
Pero la culpa es de la ciudadanía por seguir permitiendo este absurdo que nos va a acabar llevando al desastre.