He visto un video sobre la crisis de Egipto que me ha puesto los pelos de punta. Niños, adultos, mujeres, muertos, moribundos, mutilados, llorando, desesperados… son las consecuencias de su complicada situación. Encoge el corazón.
Acto seguido vi un video donde Francisco Marhuenda, conocido “periodista”, era cazado dedicando a los egipcios un “que se jodan”, cuando creía que el micro estaba cerrado.
Son las 4 de la madrugada y me tienes sin dormir, Paco. Te voy a dedicar una entrada “altamente demagoga” y con poquita base científica, porque tras el visionado de esos dos videos estoy pensando con las tripas, y con las tripas expresaré mi opinión, simple y llanamente.
El argumento que trataré de elaborar puede parecer ventajista, ya que el Sr.Marhuenda no acababa de ver el mismo video que yo cuando les dedicó su “empática” expresión. Pero me van a permitir pensar que el citado personaje pensaría lo mismo tras ver el primer video, aunque se callase. Es lo que pienso de un hombre informado, que conoce los mecanismos del sistema, y jamás ha denunciado la injusticia que estos suponen, los dramas humanos que provocan.
Al contrario que ciertos genetistas, con los que seguro que estás de acuerdo, yo pienso que las personas son fundamentalmente el resultado de sus vivencias. Amén de psicópatas y sociópatas, amén de que algunos científicos vinculen cierta predisposición para la capacidad empática a la genética, lo cierto es que la empatía se transmite y se cultiva. Los hijos de puta no nacen: se hacen.
Es por eso, y créeme, solo por eso, por lo que aún después de escucharte lanzando tan repugnante mensaje, no te deseo lo peor, Paco. Porque no serviría de nada. Porque tus ideas seguirían ahí. Porque son esas ideas las que debemos combatir si algún día queremos ganar esta guerra, no a los individuos que las hacen suyas.
No sé quienes son tus padres, pero creo firmemente que desde el prisma cultural, tú y aquellos a los que defiendes a capa y espada, sois herederos directos de todos los enemigos de los derechos humanos, de la libertad, de la justicia. Bien desde la élite o bien desde el proletariado, a lo largo de la historia ahí habéis estado, pidiendo “mano dura” para solucionar los problemas, siempre hablando del “qué”, e ignorando voluntariamente el “por qué”. Razonar es de débiles.
Por eso te escribo estas líneas Paco, porque os disfrazáis de demócratas de toda la vida, pero no lo sois. Y hoy siento la necesidad de gritarlo a los cuatro vientos.
Sois los mismos de siempre, Paco.
Los mismos que a posteriori hicisteis vuestros a los mártires de los que os plantaron cara. Desde Jesús de Nazaret y su mensaje de amor y paz, a Simón Bolivar. Pero vuestras ideas son radicalmente opuestas a las suyas.
Sois los mismos que antes justificabais con patrañas “divinas” la pobreza del pobre y la riqueza del rico, y ahora habláis de genética, de culturas inferiores, o de meritocracia, y así os liberáis de toda responsabilidad por el sufrimiento de los que se asfixian bajo la bota de vuestras empresas, porque unos nacimos para poner el cuello y otros nacisteis para poner la soga, pensáis.
Si, Paco, tú que vomitas todo el tiempo eso de “libertad de expresión”, estabas ahí riéndote cuando la Santa Inquisición quemaba vivo al que decía una palabra de más.
Sois los mismos que ahora nos llamáis “fascistas” gratuitamente cuando pegamos pegatinas en la puerta de vuestra casa, pero si nos remontamos unos pocos años en el tiempo, sin salir del país… ¿realmente es necesario que te lo recuerde?
Sois los que nos llaman antisemitas por defender los derechos de los palestinos, pero no estamos en contra de los que profesan la religión judía. Sin embargo, hace 80 años tú defendías apasionadamente su gran exterminador, mientras nosotros estuvimos en su contra. No cuela entonces eso de llamarnos nazis, o asociar el nacionalsocialismo a nuestros ideales de justicia social e igualdad. Ni a los del déspota sanguinario de Stalin. De hecho no me extrañaría haberte visto a ti en Moscú con el uniforme del partido, listo para lamer la nalga pertinente, por aquello de la “meritocracia”, supongo.
Pero tú eres el gran amigo de los judíos, ¿verdad?. No, Paco, tú y los tuyos solo sois enemigos de la gente. De los derechos humanos. Sois adoradores del poder. De la fuerza. De la mano dura. Los judíos son vuestros amigos, siempre y cuando sean lo bastante ricos. Vuestra islamofobia también se cura rápido cuando los musulmanes llegan en Jet Privado y no en patera. Esos no son “moros”. Esos ya son árabes.
Y ya que hablamos de Islam, por supuesto que vosotros representáis la parte radical y represora de la citada religión. Si, Paco, los mismos machistas occidentales que menosprecian a sus mujeres, que hasta hace poquito les negaban su derecho a estudiar o trabajar, a votar, o a cualquier independencia… usáis la pobre situación de la mujer en el mundo árabe como arma arrojadiza.
Sois los que hacéis vuestras las pequeñas conquistas que os hemos ido arrancando, como el derecho al divorcio. ¿Recuerdas como os pusisteis? Y ahora sois los primeros que os divorciáis. Me pregunto cuanto tiempo ha de pasar –apuesto que poco- hasta que defendáis el derecho al aborto o las bodas homosexuales, como si fuese un logro vuestro y no nuestro.
De todos modos, vosotros ya abortáis. En secreto pero lo hacéis. Y tenéis sexo premarital, incluso pagáis por ello… siempre lo habéis hecho, mientras nos dabais discursos moralizantes, desde el altar. Y ni hablar de la homosexualidad, que muchos de los tuyos ejercen en privado y condenan en público.
Sois los patriotas que ondean banderitas en festejos deportivos. Que hinchan pecho y dicen “¡Gibraltar Español!”, pero les parece bien malvender los hospitales madrileños a empresas extranjeras.
Y no os importa que el mayor activo que tiene el país –sus ciudadanos- nos busquemos la vida fuera. Si, Paco, yo también. Me marché hace cinco años por “espíritu aventurero” –en mi caso acertó tu amiguita del PP-, pero ahora no puedo volver, porque en el país que habéis creado no hay futuro para mí. No sé si la mencionada tendría en cuenta esa posibilidad. De todos modos, no para de llegar gente nueva por aquí, y créeme, cada vez tienen más mala cara. Estos no son aventureros. Pero a vosotros no os importa, nunca os importó. Menos aún casos como el mío y tantos otros, que no tenemos un título universitario, así que ni siquiera se nos considera dentro del elitista concepto de la “fuga de cerebros”. Nos quedamos en leyendas urbanas.
Tendré que espabilar con mis estudios online, no sea que acabe en la portada de tu panfleto por mal estudiante.
Sois también los que no tienen nada que decir de más de mil ciudadanos colombianos asesinados por los mercenarios de su gobierno y disfrazados luego de guerrilleros, pero podéis estar semanas “muy tristes” por la muerte en prisión de un cubano que decidió voluntariamente llevar su huelga de hambre hasta las últimas consecuencias. Vaya por delante mi respeto al difunto. Pero mi desprecio para los buitres que lo usáis para tapar los muertos que llevan vuestro sello. Reconócelo Paco, ese negro nunca os importó una mierda. No os importa nadie.
Sois los que aullaron como hienas cuando un grupo de sindicalistas decidió denunciar la situación de desamparo de familias andaluzas, robando 400 euros en alimentos en un supermercado. Pero sois los que defienden apasionadamente a vuestros amigos, ladrones de guante blanco. Los que aplauden efusivamente cuando se anuncia un nuevo atentado contra los derechos de los trabajadores, pero se enfurecen cuando los sindicalistas empujan a una cajera. Si Paco, está claro que estáis del lado de los trabajadores.
Sois los mismos que nos llamáis antidemocráticos pero estuvisteis y estáis detrás de cada golpe de estado en Latinoamérica. Detrás de la trata de blancas en Europa del este. De la venta de armas en África. De la explotación laboral en Asia. Siempre estás tú ahí. Tú y tus intereses. Tu nula capacidad para sentir o entender el sufrimiento de los demás.
Sois los de siempre Paco, no me engañáis. La historia, las hemerotecas, están ahí.
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