A partir de ahí, las redes sociales han estallado de solidaridad con el futbolista insultado y vemos a cantidad de personajes del fútbol y demás famosetes comiendo plátanos delante de la cámara para “mostrar su rechazo al racismo”.
El futbolista podrá seguir con su vida de lujos, y gozar del apoyo y cariño popular. No es el caso de los niños africanos que son traídos a Europa por clubes que esperan sacar provecho de ellos, y llegan algunos a acabar en la calle si por un motivo u otro su progresión se tuerce. Es el auténtico tráfico de esclavos del siglo, la mercantilización definitiva de seres humanos, pero no parece despertar el mismo rechazo, ni la misma expectación, ni los clubes toman medidas tan tajantes –el lanzaplátanos ha sido vetado de por vida en su estadio- ni moviliza a tantos altos directivos para expresar su total condena…
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Llama también la atención el rechazo que la hazaña platanera provoca en las redes sociales, y yo que tengo vocación de Pepito Grillo no puedo evitar acordarme de que muchos de esos solidarios son las mismas personas que gustan de tirarse esos “yo no soy racista pero… (introduzca una declaración racista aquí)”, o te salen con aquella queja contra los sudacas de la compañía telefónica, porque nunca le llama ninguno que sea español, lo cual se entiende como algo malo, malísimo.
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Pero el caso es que frente a la crudeza de hacer un ejercicio de introspección social que nos descubra como una sociedad racista, es mucho más cómodo elegir una cabeza de turco, alguien a quien dedicar nuestro orwelliano minuto de odio. Alguien como nuestro desgraciado lanzaplátanos, alguien a quien linchar públicamente, todos a una, para ocultar nuestras vergüenzas, encabezados por los mismos poderes fácticos del establishment que ponen vallas y cuchillas en la frontera. Los mismos que promueven la islamofobia. Los mismos que tachan de gorilas a los presidentes latinoamericanos.
Si, aún somos una sociedad racista. Y muy hipócrita.
Más del mismo autor en http://onanismoaltermundista.blogspot.com.es/
que triste es no esto, sino el no poder ser racista, o lo que quieras en un contexto de distension.
desde luego fuera chistes, parodias, y todo acto que no sea refrendado por codigos de etica nauseabunda.
la leche.
he visto el video, pero solo ahora despues de leer este articulo me he acordado que podia pensarse en un simbolo racista.
desde luego si hubiera estos dias leyendo la prensa tipica ya lo sabria pero he estado desconectado unos dias.
en fin…
una SOCIEDAD NO RACISTA PODRIA PENSAR TAMBIEN QUE EL SER ESE QUE TIRO EL PLATANO, LO TIRO, POR QUE TENIA UN PLATANO PARA COMIDA, LO CUAL, NO ES MUY RARO.
PERO APARTE YO ES QUE NO SE QUE TIENE DE MALO SER LO QUE QUIERAS SI EL CONTEXTO ES SOCIAL… EN FIN.
“Qué triste es no poder ser racista”… Claro! qué triste es no poder considerar inferiores a otros por el color de su piel, qué triste es no poder equipararles a simios…
Tu comentario es asqueroso, David.
Si, claro que puedes pensar de esa manera, por supuesto, y no te quito la razon.
Lo que yo digo es que la razon no lo es todo.
pero aunque lo sea, la razon la crea el contexto, la crea la metafora del suceso.
Y aunque no venga a caso, te lo dice alguien que era arbitro de futbol para entretenerme los fines de semana en futbol 7, y los papis de los niños a lo mejor dando muy mal ejemplo, pero tambien mostrando a sus hijos metaforas de distension , me llamaban desde hijo puta a todo lo que se te antoje.
lo triste no es el insulto racista, lo triste es que ya no existen contextos de atribuir causas, de entender reflexivamente motivos pasionales, donde realmente la accion de dolo es realmente nula.
y por ejemplo te lo dice uno que tiene 5 apodos en mi pueblo, unos mas cariñosos y otros menos, pero en definitiva lo que les cambia el significado es quien les diga y con que sentido.