Los partidos políticos denominan “ejercicio democrático” al acto de introducir la papeleta en la urna. De esta forma -dicen- la “fiesta de la democracia” habrá llegado a su momento álgido y la “normalidad” habrá triunfado en los corazones de los “ciudadanos”.
En 1922 Lippman realiza el primer estudio sistemático y descriptivo sobre los estereotipos en su obra titulada Public opinion. Para lograr una comprensión del ambiente social que lo rodea, el individuo compone una imagen simplificada de la realidad que Lippman llamó cuasi-ambiente. El individuo inmerso en el medio social necesita establecer orden y predictibilidad para poder responder de forma adaptativa al medio social en el que vive. En este proceso, la categorización de lo que conoce se hace imprescindible. Sólo una minoría puede salir de un cuasi-ambiente político categorizado con instrucciones enviadas desde el Estado.
Júbilo (foto: haku)
Todo proceso de categorización lleva aparejado un efecto de acentuación (Tajfel). Este proceso de acentuación consiste en la categorización de un objeto (o una acción) acudiendo a un estimulo periférico que contrasta la percepción de la realidad. En este proceso, la identidad entre la cuasi-representación y la realidad, dependerá de la batalla entre el espíritu crítico del individuo y su angustia ante un mundo complejo.
La campaña electoral en el Estado de partidos provoca un efecto de acentuación. Acentúa las diferencias inexistentes entre partidos estatales, acentúa la capacidad de decisión del votante que no elige sino que refrenda, acentúa la capacidad de participación del votante en la vida publica, para olvidarlo hasta dentro de cuatro años, acentúa la inutilidad de la abstención e incluso priva, al abstencionario, del derecho a la libre expresión y a la disensión. Es de esta forma como la imagen de los cuasi-ciudadanos quiere parecerse a la imposible realidad de un ciudadano discriminado en una vida pública sometida al monopolio de los jefes de partido. Que el cuasi-ciudadano se asemeje al ciudadano, pasa por ejercer la abstención de forma activa en la próxima convocatoria a urnas
si a un perro le quitas la comida, salvo raras excepciones de amor desmesurado, al final abandona la puerta de su casa y se va para intentar comer donde pueda.
pero si a un perro le alimentas insuficientemente, al final, lo conduciras a la muerte sin que jamas abandone ese lugar, pues simplemente en el fondo esta preconfigurado a no llegar a pensar que le estan matando a paso ligero.
lo mismo sucede en los hombres.
Hola buenas
David Serquera ya he leído dos columnas tuyas apoyando la abstención, en una hablando de la corrupción y esta.
Entiendo tu postura a favor de la abstención pero no la comparto. Bajo mi punto de vista creo que donde mas se les puede hacer daño al sistema actual es votando a un partido minoritario con posibilidad de tener representación política en el parlamento.
De esta manera restas fuerzas a los grandes. Veo muy difícil que haya una abstención masiva en España conociendo a los votantes zombies.
Es un tema para debatirlo en voz intercambiando posiciones. Como no va a poder ser he escrito este comentario.
Saludos
Animo y Seguid así
Ningún partido minoritario tendrá posibilidad de cambiar nada en el sistema actual. Ya ha habido varios intentos, y seguir por ese camino es lo mismo que pretender que cambiando al PSOE por el PP se iban a arreglar las cosas. La única posibilidad de que un partido pudiera hacer algo es partiendo de una abstención masiva en las urnas primero, con la que los ciudadanos demostrarían de verdad su desapego y desafección por la clase política. A partir de ahí, quizá fuera posible organizar algo que tuivera como base las asociaciones civiles. Hacer otra cosa antes de llegar a ese punto de ruptura con el régimen, significará la autoinmolación de todo el que lo intente. No conseguirán representación suficiente ni el éxito al primer intento, y sólo habrá una oportunidad. La gente que está descontenta con el sistema y con los políticos, cada vez desconfía más de ellos, y no se va a poner en brazos de cualquier partido desconocido que surja diciendo que va a cambiar el régimen. La confianza es lo más difícil de ganar (puede llevar muchos años de trabajo continuo y constante) y lo más fácil de perder (bastan unas declaraciones en público de unos segundos).
Lo que sí sabemos es que se han probado múltiples alternativas y no han funcionado. Si uno es antimilitarista no puede hacerse militar para cambiar el ejército desde dentro. No tiene sentido.
Si todos admitimos que el sistema es el que está podrido al igual que las instituciones, por coherencia, sólo se podría votar a un partido en cuyo programa electoral figurara que alcanzando la mayoría absoluta iniciara la disolución de las cortes, la reforma de la constitución e iniciara un periodo constituyente. En caso de no conseguir esa mayoría no debería aceptar participar en la farsa o se contaminaría al cabo del tiempo. Independientemente de donde fueran sus votos (irían a los reserrvas de otro partido me imagino) pero debería rechazar participar en lo que quiere disolver.
Ese partido no existe y probablemente no existirá nunca, ojalá que surgiera. Por tanto, creo que abstenerse es la única manera de sentir que estás actuando de manera coherente (si crees que el sistema es aceptable aceptaría que se votara en blanco) y la única manera de deslegitimar “algo” a la casta.
Sería la solución la abstención masiva? No, pero sería un primer golpe muy duro. Sólo hay que ver lo nerviosos que se ponen cunado les hablas de abstención.
Un saludo