En las últimas elecciones se puso en cuestión si los partidos debían ser financiados por bancos privados. Después, hemos visto cómo Durao Barroso, expresidente de la Comisión Europea y anteriormente Primer Ministro de Portugal, giraba en las puertas giratorias para ser contratado por el banco Goldman Sachs. Ahora parece que se nos va a imponer una inyección de dinero público pagado por todos como rescate para el beneficio privado de toda la banca italiana, y una inyección de dinero público similar de escalas solo imaginables desde la perversión especulativa actual, está pidiendo Deustche Bank para toda la banca europea.
Hemos sacrificado una cantidad incontable de derechos, vida, futuro y dignidad para rescatar a estas entidades y sus beneficios imposibles desde la burbuja especulativa. Los bancos y seguramente toda la componenda de las puertas giratorias, están recitando aquel grito de Lola Flores, “una peseta cada español me diera…”. Con la Faraona nos indignó, con los bancos privados actuales, pues parece que no tanto.
Es necesario retomar esa pregunta de las últimas elecciones ¿qué importa que un partido se financie con préstamos de bancos como hace cualquier ciudadano y cualquier empresa?.
Mi respuesta: importa tanto como la separación de poderes, porque un banco es un poder político. Que sea antidemocrático y que se permita que se destine al beneficio privado no hace que deje de ser político, sino que lo convierte en un privilegio.
Un banco actual es en buena medida una entidad gestora de poderes públicos privatizados para el interés privado (lo que de toda la vida se ha llamado privilegios).
Un banco gestiona, a mi modo de ver, tres fuentes fundamentales de riqueza que son en realidad poderes políticos:
– La primera, el privilegio de rescate, por llamarlo de alguna manera. La gente deposita su dinero en el banco y lo gestiona desde allí porque saben que sus depósitos están garantizados por el Estado. Sin esa garantía estatal, nadie dejaría su dinero en un banco ni aún menos permitiría que fuera invertido. El banco cobra por esta garantía, y usa el dinero y lo invierte sacando una tajada increíble. Los bancos pueden utilizar el dinero de estas personas para invertirlo de una forma que sería imposible sin esta garantía estatal. Prácticamente, es una forma de “crear” dinero.
Ninguna empresa cuenta con semejante garantía del Estado. No se trata de un servicio empresarial privado, si así fuera nadie lo contrataría. Se trata de un servicio público privatizado para el beneficio privado, un privilegio.
Además, recientemente, con la excusa de garantizar el dinero de los depositantes y ahorradores, ya no solo se da esta garantía, sino que se sacrifica políticamente todos los derechos y servicios públicos para rescatar el negocio bancario y garantizar sus beneficios, además de conceder avales estatales, amnistías e indultos, beneficios fiscales, permisividad de actuación en paraísos fiscales, y un larguísimo etcétera de privilegios.
– La segunda, la regalía de monedaje. Como muchos tratan de difundir, un banco no presta el dinero que tiene, sino que puede “crear” crédito, y con ello crear dinero. Alfonso X el Sabio consideraba que el poder de crear dinero y cobrar un interés por su uso era un privilegio de monedaje, que debía considerarse una regalía, es decir, un poder que solo debía tener el rey, dado que era un poder soberano. Muchos identifican este privilegio como el gran culpable de la crisis actual y la descomunal especulación y poder bancarios.
– La tercera, la dictadura de la política monetaria. Desde hace bastante, los bancos privados tratan de imponer que los bancos centrales de los países sean privatizados o gestionados por bancos privados, alcanzando así el inmenso poder de la política monetaria. Lo llamo dictadura porque suelen utilizar como excusa su conocimiento técnico para que esta política monetaria no se someta a decisiones democráticas, sino a decisiones de unos técnicos expertos, lo que era la intención de las dictaduras en la antigua Roma, por ejemplo. Este poder dictatorial lo han conseguido como ningunos otros los bancos de la Unión Europea, dado que el BCE es en realidad un lobby de los bancos privados de la Unión Europea. Desde este poder dictatorial están imponiendo sus intereses por encima de los derechos del resto de la población, arrasando con ellos, incapacitando a los gobiernos y parlamentos para hacer políticas decididas democráticamente cuando no responden a los intereses bancarios, y están financiarizando toda la economía europea obteniendo inmensos beneficios a costa de la deuda pública ilegítima en la que se incurre para los rescates bancarios.
Estos poderes son claramente poderes políticos, puesto que modifican los derechos y obligaciones de todos los ciudadanos.
Los poderes políticos, en la separación de poderes debían tener límites y contrapesos los unos respecto de los otros. La mal llamada “desregulación” bancaria (la desregulación no existe), es la absolutización de la regulación que otorga los poderes bancarios y sus defensas con respecto al resto de poderes, y derogar la regulación que imponía los límites al poder bancarios y contropesos y controles para la defensa de los otros poderes respecto del poder bancario. Así se ha convertido en el poder político supremo, lo que se pretendía evitar con la separación de poderes, precisamente.
Sin duda el poder de crear dinero, adjudicárselo y gestionarlo, es uno de los más grandes del Estado moderno. Es capaz de destruir los derechos de todas las personas. La clave de la globalización actual es que se ha liberalizado como privilegio privado este poder político, por esta razón, tenemos que la burbuja de deuda del mundo es del 300% del PIB mundial.
Si hubiera que explicar la crisis, lo primero que habría que decir es que la crisis tiene mucho o todo que ver con que una minoría ha conseguido el poder político y normativo de exigir al mundo entero que tienen derecho a que se les devuelva toda la deuda que han creado más intereses, unas cantidades tan absurdas que son impagables, así que el mundo entero tiene que hacer todo lo que esta minoría pida para que le renueve el crédito y refinancie los intereses, lo que cada vez provoca una burbuja mayor. Las cantidades que hay que destinar al pago de intereses y otros gastos de sus privilegios, no dejan lo suficiente para que la producción y el consumo económico se reproduzcan, por lo que los recursos económicos y el trabajo humano quedan desocupados, inutilizados.
Desde estos poderes políticos, los bancos privados se están adjudicando todo: desde los recursos, las acciones, el IBEX35, hasta los medios de comunicación, los partidos políticos, los sindicatos y hasta las Universidades. No creo que controlen todo lo que hacen estos poderes y organizaciones, pero todas ellas se han convertido hoy en dependientes del poder bancario privatizado, y eso funciona como filtro. Filtra qué personas, qué ideas y qué llegan al poder o son viables en todas estas organizaciones.
Esto es lo que Chomsky y Hermann expresaron sobre los filtros en los medios, en los que con más razón aún necesitamos la separación de poderes, la independencia y contrapesos respecto de los poderes de los partidos, gobiernos, y poderes financieros, pero eso sería otro artículo…
Esta acumulación de poder, este control de todo poder político por un poder antidemocrático dedicado al beneficio particular, derriba los derechos de todos los ciudadanos, acaba con los servicios públicos y con toda política que no sea el sacrificio para garantizar los beneficios de la burbuja del crédito.
Llamenlo ustedes economía, si ustedes quieren. Pero si cerramos los ojos a la estructura jurídico-política que hay detrás, estamos ocultando la injusticia y la desigualdad política y jurídica que sustenta estos “beneficios”. Supongo que la esclavitud o el señorío feudal también pueden ser vistas solo como formas económicas si nos empeñamos.
El poder bancario es un poder político, y como afecta de forma tan brutal a nuestros derechos, debe ser democratizado. Para ello, lo primero es ponerle límites. Y uno de los primeros límites a los poderes despóticos es la separación de poderes.
La salida a esta injusticia de políticas de desigualdad (lo de austeridad es un chiste cruel) pasa por levantarnos como personas y reivindicar nuestros derechos como base de nuestras sociedades. Pero para levantarnos, necesitamos espacios, organización y discursos, y para ello hay que construir muchos que no existen y democratizar los que existan. Sin duda, la separación de poderes es uno de los mecanismos más importantes que hemos tenido en la cultura política occidental para avanzar hacia la democratización de los poderes existentes.
El objetivo de la separación de poderes es que quienes ostentan el ejercicio de un poder político estén controlados y tengan límites y contrapesos; y sobretodo que los derechos, funciones y valores a los que un poder público deba servir sean protegidos de ataques que puedan venir injustamente desde otros poderes.
No creo que Podemos ni ningún partido sea la solución definitiva a nada, sigo pensando que la solución estará en la calle, pero quizá unos partidos diferentes, independientes del poder bancario y que puedan acceder a las instituciones estatales con independencia respecto del poder bancario, puedan ser parte de la solución.
Hola
Se te olvida la financiación estatal. Si el estado financia a la élite gobernante, ya está, oligarquía al instante, aunque no lo financie un banco, ahí se producen las relaciones de clase que manejan los lobbies. También el trato mediático, si no se obliga a los medios a ceder espacios al servicio de los ciudadanos, y no se le da protagonismo desde el Estado a las nuevas tecnologías para que las personas accedan a la información, también tenemos oligarquía. Por supuesto, acabar con listas y mandato imperativo de los jefes de partido es clave para que haya posibilidad de llevar el debate de la calle al parlamento sin esperar cuatro años.
Un saludo.