Crónicas del Después (I)

CRÓNICAS DEL DESPUÉS (I)

A estas alturas de la famosa crisis, a nadie se le escapa lo mal que está todo. Donde quiera que miremos, televisión, prensa, radio, internet, en la calle, no dejan de llovernos docenas de noticias nuevas cada día sobre la corrupción profunda de la clase política, los recortes, las nuevas vueltas de tuerca del sistema económico multinacional, los efectos de políticas y medidas recién implantadas y los efectos de las tensiones económicas en la gente y las sociedades que las sufren. Es como si los cuatro jinetes del apocalipsis hubieran sido absorbidos con una opa hostil por un conglomerado de inversores que ahora se dedica a gestionar el Armagedón, en la esperanza de poder sacar un beneficio añadido para rentabilizar su inversión a toda costa. Si creen que esto es exagerado, tómense un día para ver las noticias de tres cadenas de televisión diferentes, lean dos periódicos y miren algunos blogs sobre actualidad. No hay paraguas con el que guarecerse de esta lluvia ácida. O eso parece.

Sin embargo, si nos preocupamos por tomar una perspectiva crítica y salimos a buscar noticias por nosotros mismos, podemos ver cómo algunos rayos de sol se están colando entre estas nubes fabricadas. Cada vez más, estar bien informados se está convirtiendo en un ejercicio que requiere de paciencia, habilidad, perseverancia y, sobre todo, tiempo, aquello que menos tenemos. En mi caso, esta búsqueda me ha llevado a lugares como “Project Censored”, una iniciativa de varias universidades norteamericanas de periodismo que se dedica a investigar las noticias que están siendo más “censuradas” en los medios cada año, a detectar y registrar aquellas noticias que “no son noticia” y a analizar el por qué los grandes medios de comunicación no informan de ellas. Aunque, normalmente, explorar las páginas de este proyecto me lleva a descubrir nubarrones más oscuros, a veces, tal vez por un efecto de contraste, termino encontrando brillantes rayos de luz entre tanta tormenta.

El ejemplo más reciente se puede encontrar revisando el ranking de noticias más censuradas en lo que va de 2013, en el que la séptima noticia más censurada en los medios es que el 2012 había sido declarado por las Naciones Unidas “Año de las Cooperativas”. La intención de la ONU era “incrementar el conocimiento del público sobre las contribuciones incalculables de las empresas cooperativas en la reducción de la pobreza, la creación de empleo y la integración social”, así como “resaltar las ventajas del modelo de organización cooperativa como medio alternativo para hacer negocios y promover el desarrollo socioeconómico”. La pregunta que sigue es relativamente obvia: ¿por qué sería esta noticia una de las 10 más censuradas por los medios estadounidenses?

Responder a esta pregunta seguramente nos llevaría de nuevo a ponernos bajo los nubarrones. Por eso, me centraré más en seguir ese rayo de luz, esa nueva forma de aproximar los problemas que ha generado la crisis actual. Y digo nueva en términos casi arqueológicos, ya que el modelo cooperativo ha estado presente en el desarrollo de las sociedades humanas desde hace sólo unos seis o siete mil años. Los modelos de cooperativa más modernos, que tienen solamente en torno a ciento cincuenta años, se basan en principios como la distribución equitativa de la riqueza, la propiedad compartida, el control democrático de la cooperativa por parte de los miembros y el buscar un equilibrio entre los beneficios que se persiguen y las necesidades de estos miembros. En resumen, podríamos decir que las cooperativas se sustentan sobre bases que son claves para la existencia de una economía y un desarrollo social sostenibles. Y esto, en estos tiempos que corren, en los que todo lo “común”, desde la educación y sanidad públicas hasta el uso libre de espacios públicos, está en peligro de extinción, es una idea revolucionaria. Tal vez, demasiado.

Alejándonos de nuevo del “lado oscuro”, y centrándonos en la cooperativa como modelo alternativo a lo que han sido los modelos empresariales de los últimos cien años, debemos preguntarnos si es un modelo viable. Si bien para hacer esto se podría realizar un completo análisis económico comparativo, lo cierto es que mi falta de experiencia en el campo haría este análisis seguramente insuficiente. Por eso, lo que haré será proporcionar tres ejemplos de empresas cooperativas que están a día de hoy en funcionamiento para ilustrar esa viabilidad de la que muchos dudan.

La Cooperativa de Trabajo La Esperanza de Monte Grande, en Argentina, fue fundada en 2009 por ocho trabajadores que habían sido empleados en la fábrica de electrodomésticos Cler por treinta años. Tras un largo proceso de ocho años, hoy dolorosamente bien conocido por muchas poblaciones, de recortes, jubilaciones anticipadas y reducciones de salario, la empresa Cler se declaró en quiebra. Sin embargo, los trabajadores formaron una cooperativa y tras luchar en varios frentes por su derecho a conservar su lugar de trabajo, hoy fabrican algunos electrodomésticos bajo la marca LAES y planean incrementar el número de empleados en el año próximo.

El proyecto de las “Cooperativas Evergreen” en Cleveland (Ohio), en Estados Unidos, surgió como una forma de revitalizar las zonas más deprimidas de la ciudad a través de la creación de cooperativas que ofrecieran servicios necesarios para distintos sectores de actividad local (hospitales, geriátricos, universidades) que estaban contratando esos mismos servicios a compañías no locales. Con una cooperativa de servicio de lavandería, una cooperativa de instalación de paneles solares y otra de cultivos hidropónicos, este proyecto está generando una red local de cooperativas que está promoviendo el desarrollo de la ciudad y que continúa en expansión.

Pero, el caso estrella de las cooperativas, al menos como parece reconocerse mundialmente, es una cooperativa creada por el sacerdote católico José María Arizmendiarrieta en 1956, en la población de Mondragón, en el País Vasco, aquí mismo en España. La corporación cooperativa Mondragón, hoy Mondragón Corporation, es la séptima compañía más grande de España, opera en 19 países y tiene 83.000 empleados-propietarios (creando dos puestos de trabajo en España por cada puesto que crea en el extranjero). Esta cooperativa ha crecido de manera estable, reinvirtiendo constantemente y apostando por la innovación, sin abandonar el modelo cooperativo.

Estos son sólo tres ejemplos en los que el modelo de empresa cooperativa ha dado frutos significativos para las comunidades donde esas cooperativas se formaron, incluso más allá de ellas. Hay muchos más ejemplos de otras formas en las que este modelo ha sido aplicado, desde comunidades de propietarios cooperativas en el Bronx de Nueva York hasta las múltiples cooperativas alemanas que poseen la mitad de las empresas de energías renovables, pasando por mutuas y bancos cooperativos. Es una lista muy larga y variada.

Con todo esto no quiero decir que el modelo cooperativo sea la panacea contra la crisis económica y para el desarrollo de las sociedades humanas, sino simplemente presentar la idea, tal vez revolucionaria como dije, de que este modelo es una alternativa viable a las filosofías y políticas económicas que nos han traído hasta la crisis en la que nos encontramos, y cuyas soluciones a la misma suelen ser de dos tipos: por un lado, las soluciones que promueven diversas medidas de austeridad, una austeridad que normalmente no sufren los colectivos gobernantes y empresariales, y, por otro lado, las soluciones que promueven la liberalización o desregulación de las políticas económicas, una desregularización a la que muchos apuntan como origen mismo de la crisis. En el gran espacio que queda entre esas dos opciones, hay muchas posibilidades, y el modelo empresarial cooperativo es una de ellas. A pesar de que, como advierte Noam Chomsky, las cooperativas no cambian inicialmente el sistema económico global y las imperfecciones, explotaciones y desastres que este está generando, hay que destacar que el modelo empresarial cooperativo promueve la economía y el desarrollo locales, reinvierte en las comunidades donde la actividad empresarial se produce, equilibra beneficios económicos y necesidades laborales, individuales y sociales. Lo cierto es que no me parece un mal primer paso para llegar a cambiar el modelo global, desde la base. Es una alternativa y, en tiempos de crisis, ¿no es lo racional, lo adaptativo y lo pragmático, considerar y explorar las alternativas?

Memphis, 21 de febrero de 2013-02-21

Federico C Gomez Uroz

Referencias:

Jessica Reeder, “The Year of the Cooperative,” Yes! Magazine, February 1, 2012, http://www.yesmagazine.org/new-economy/2012-the-year-of-the-cooperative.

Monique Hairston, “American Dream 2.0: Can Worker-Owned Coops End Poverty?” Rebuild the Dream, March 9, 2012, http://www.rebuildthedream.com/blog/2012/03/09/american-dream-2-0-can-worker-owned-coops-end-poverty.

United Nations, “International Year of Cooperatives 2012”, Octubre 2012, http://social.un.org/coopsyear/index.html

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