Sentado en lo alto de una colina un ser sensitivo contemplaba el paso del tiempo sin interpretar, solo observando, solo sintiendo… sin aferramiento…
De repente, desde la conjunción de dos oscuras nubes surgió un relámpago que cayó en tierra. El ser sensitivo dejó su contemplación … Atemorizado pero con curiosidad se fue aproximando y notó el chisporrotear de unas ramas ardiendo… Se acercó más y notó algo que él conocía muy bien porque lo había experimentado dentro de sí mismo:
una sensación agradable de calor… Algo que, ahora, venía de fuera…Y emergió
el pensamiento… ¿Cómo puedo conseguir mantener esa sensación tan agradable?
Y el tiempo humano (no el cronológico) empezó a contar… El cosmos unificado se fragmentó para el ser sensitivo. Habia que contestar a esa pregunta… No era suficiente disfrutar con lo que se le ofrecía… Había que reflexionar, planificar, organizar, gestionar, controlar…
Apareció la ansiedad…
El ser sensitivo se concentró en encontrar una forma de mantener esa sensación tan agradable externamente (el calor) En ese esfuerzo por conservar, olvidó su capacidad interna para conseguir ese bienestar… El ser sensitivo estaba ahora preocupado por su futuro y ocupado en conservar y acumular…
Había nacido el hombre¡¡¡¡¡