A falta de uno, Brasil tiene ya dos problemas económicos sobre la mesa. Y son dos que, además, no deberían combinarse al mismo tiempo. Pero el caso es que ya están ahí. Se trata, por un lado, de la inflación, es decir, la subida de los precios, y por otro, del estancamiento o la contracción económica. En principio, no deberían coincidir, porque lo normal es que los precios sólo suban cuando hay crecimiento. Sin embargo, en ocasiones emergen al mismo tiempo, dando lugar a un fenómeno cuyo nombre se deriva de su conjunción: estanflación (estan, por estancamiento; y flación por inflación).
Ayer quedó claro que Brasil, la B del selecto club de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), está sufriendo este mal, puesto que se conoció que su economía tropezó con fuerza en el tercer trimestre. En concreto, se contrajo un 0,5% con respecto al trimestre anterior. Este descenso no sólo superó las previsiones, que contemplaban una caída del 0,3%, sino que representó la mayor contracción desde el primer trimestre de 2009, esto es, desde el colapso posterior a la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Además, el tropiezo resulta aún mayor si se tiene en cuenta que ayer también se revisó al alza el crecimiento intertrimestral del segundo trimestre, elevado finalmente del 1,5 al 1,8%.
El problema para Brasil es que este dato se añade a las presiones inflacionistas que ya venía padeciendo el país. En octubre, la inflación se mantuvo cerca del 6%, es decir, muy cerca del límite tolerado por el Banco de Brasil, que pretende mantener los precios entre el 2,5 y el 6,5%, con una meta central en el 4,5%. …TEXTO COMPLETO
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