El juez Elpidio José Silva, que ha enviado a la cárcel a Miguel Blesa, está zumbao, por unanimidad. El juez Castro, que instruye el caso Urdangarín, “hace juicios de valor” y comete “falsedad”, en palabras de Rita Barberá. La jueza Alaya, que lleva la causa de los ERES irregulares, es una “maziza con mazo” a la que se le acumulan los casos por su baja laboral. El juez Pablo Ruz, que carga sobre sus espaldas con Gürtel, Bárcenas y Mato, primero era de derechas y ahora de izquierdas, o bien “quiere pasar a la historia antes de dejar la Audiencia”. El juez Pedraz se transmuta de pijo a perroflauta, por archivar la causa contra los promotores de #rodeaelcongreso. Y al juez Fernández Seijo, que logró que el Tribunal de Justicia de la UE considerara abusiva e ilegal la ley española sobre hipotecas, “merecería que le hicieran un escrache”, en palabras de más de un político popular. La profesionalidad de los jueces se cuestiona un día sí y otro también desde todos los ámbitos del poder.
A pesar de las presiones, algunos resisten. “A quienes nos escrachan es a nosotros. Son los políticos y el poder económico a través de sus respectivos medios de comunicación los que nos someten a esos escraches que tanto denuncian”, dice uno de los jueces que ha sido víctima de una campaña de desprestigio para evitar que presidiera el tribunal de uno de los casos más mediáticos de los últimos meses.
Una confluencia de intereses entre el poder económico, político y mediático, que afectados por la situación de crisis del sistema, trata de devaluar a los jueces. Sin embargo la ciudadanía siente que son los únicos que pueden hacer justicia ante los abusos del poder. La noticia del ingreso en prisión de Miguel Blesa despertó una ola de euforia en las redes sociales mientras los tertulianos y la prensa generalista cargaba las tintas sobre la idoneidad del juez. “La carga de presión que existe en algunos juzgados es muy grande. La tensión influye más en unos que en otros y eso hace que algunos, como el juez Silva, no sea un juez estándar porque además se pliega poco a las presiones que recibe”, ilustra un compañero del polémico magistrado en los juzgados de Plaza de Castilla, donde trabajan 54 jueces….ARTÍCULO COMPLETO