El título es del forero Atanasio lonchafinista de burbuja.info y el articulo de nuestro compañero Josep Manuel Novoa Novoa sacado de su blog Ataque al poder
Para entender lo que viene a continuación se hace necesaria una introducción. Anticipo que se sostiene en una suposición pero creo que se adapta a los elementos de prueba que se disponen. Vamos allá: los bancos alemanes se encontraban rebosantes de euros que les eran retornados por el feliz acontecimiento de la unificación. Lo que importa es que tenían un sobrante de tesorería que invirtieron en la compra de bonos hipotecarios de los bancos españoles. Los bancos franceses, sin tanta liquidez como los alemanes, se lanzaron también a la adquisición de esta golosina del milagro económico español. Los fondos de inversión internacionales se aplicaron con el mismo entusiasmo. Cuando se percataron que se habían pasado tres pueblos y que en España se habían agotado los posibles deudores de un préstamo hipotecario con la solvencia necesaria, y el panorama español estaba plagado de “tochos” sin vender, buscaron la formula de evitar el hundimiento de sus bancos por los impagos que se preveían. La formula mágica siempre es la misma: la pócima que suministran los políticos.La UE es el lugar donde están asentados los lobbys que llevan adelante las decisiones tomadas en cualquier reunión ultrasecreta con los que realmente tienen el mando. ¿Qué decidieron para salvar la banca alemana y francesa? Tan sencillo como encontrar un tercero a quien se le pudiera echar la culpa. Para eso hacia falta vestir el muñeco, dicho y hecho: los españoles pagarían los platos rotos. Para facilitar las cosas, los vendidos partidos políticos de la alternancia modificarían la constitución para dar prioridad a la deuda. El siguiente paso era que el Banco Central Europeo (BCE) proporcionara a los bancos españoles el dinero suficiente para pagar la deuda contraída con alemanes y franceses. ¿Cómo montaron el tinglado? Desde luego a la chita callando.Montaron un artilugio que llamaron Programa de Renta Fija, el gobierno de turno asignaba a cada banco y caja de ahorro una cantidad, en función de su situación patrimonial, que le permitía una vez al año vaciar el cajón con toda la deuda que tenía cada uno, buena, mala o inventada.