En las últimas semanas un periódico inglés anunció que España es insolvente y animó a sacar todo el dinero que se tuviera en nuestro país. De esta noticia se hicieron eco muchos medios de comunicación patrios así como organismos internacionales.
Se plantean varias cuestiones: ¿por qué damos en España tanta importancia a lo que se dice de nosotros en la prensa extranjera? ¿Por qué pensamos que tenemos que contar con la aprobación de medios foráneos que nos confirmen la bondad de nuestras acciones o la calidad de nuestro sistema? ¿Son los medios que nos critican expresión creíble de nuestra realidad?
El complejo de inferioridad en el que nos ahogamos los españoles no tiene parangón en Europa. Se trata de la mayor expresión de una profunda inseguridad. En vez de hacer las cosas como mejor estimamos, estamos constantemente pendientes de la aprobación de observadores extraños, como si de su opinión dependiera lo que hacemos. A ningún inglés se le pasa ni siquiera por la cabeza qué piensan sus vecinos de lo que hace al partir de la convicción de estar haciendo lo correcto. Pero, ¿cuál es la razón de no poseer esta convicción nosotros? Por qué nos tenemos como si fuéramos de segunda categoría cuando resulta en muchos casos estamos mucho más adelantados que nuestros vecinos? ¿Será, entre otras cosas, porque desconocemos la historia de grandes logros de nuestra sociedad?
Mientras que países como Inglaterra, Austria o Alemania sólo comenzaron hace 500 años a realizar aportaciones culturales de relevancia a la Humanidad, nuestro país las lleva realizando desde hace varios milenios. Buena prueba del enorme desarrollo tecnológico de nuestra cultura es el hecho de que, en los países en los que el grupo latino era numéricamente preponderante, la cultura germánica despareció completamente. De esto último nuestro propio país, Francia o Valonia son muy buenos ejemplos.
Los logros de relevancia para la Humanidad que España ha obtenido en 100 años equivalen a los que países como Alemania o Inglaterra han tenido en 500; de eso no hay ninguna duda. España fue la potencia musical del Renacimiento con una diferencia abismal respecto al resto de lenguas europeas, el imperio más grande la historia, nuestra literatura es mucho más prolífica y de mayor calidad que la alemana, la inglesa o la francesa; nuestros pintores, de mucha mayor proyección que, por ejemplo, los ingleses quienes sólo cuentan con Turner.
Mientras que en Francia, Holanda o Suiza el nivel de integración de la población es muy bajo y la conflictividad social tremendamente alta, en nuestro país la población foránea está muy bien integrada. Por nuestro país han pasado pueblos tan dispares como los tartesos, várdulos, austrigones, celtas, cántabros, judíos sefardíes, askenazis, vikingos, griegos, romanos, fenicios, francos, visigodos, alanos, vándalos, bereberes, moros, árabes, almorávides, almohades o franceses. Como diferencia, los primeros extranjeros que tuvieron los alemanes en su territorio fueron los esclavos a partir de 1941, o los ingleses y franceses en los años 60.
Por otro lado se trata de saber si el medio que nos critica (The Daily Telegraph) merece credibilidad. Para empezar, la correponsal de este medio para España no habla español más que a duras penas (hecho este muy típico inglés). Como buen inglés, el redactor del artículo de opinión, se sabrá todos los reyes de la historia inglesa, pero tendrá enormes dificultades para situar España en un mapa mudo a no ser que sea de los que se vienen de vacaciones a nuestras costas. Puede ser que haya vivido 20 años en un país árabe y no hable ni una sola palabra del idioma: es de todos conocido el autismo cultural de profundo espíritu etnocéntrico en el que vive el inglés medio. Vamos, que vive en la más profunda de las mendicidades culturales.
La única razón que permite a quien nos critica tener cierta relevancia, es hacerlo en un idioma que es el más usado para la comunicación internacional; es decir, porque la gente le entiende le escucha y, por esa misma razón, nosotros, españoles, que somos unos acomplejados, le damos la importancia que no tiene. Ese es nuestro error: fijarnos en aquel al que, a pesar de tener una capacidad cultural profundamente capitidisminuida, le concedemos una legitimidad que, de no mencionarlo, no tendría.
A mí me importa un pimiento lo que nos vengan a decir medios de comunicación extranjeros con análisis sobre España plagados de tópicos tales que “Franco es el origen de la crisis actual en España”, “la República era una democracia moderna”, “los nacionalistas vascos y catalanes aspiran a liberarse del nacionalismo castellano”, “Cataluña es la region más moderna de España”, “los españoles son conservadores y machistas” (que se fijen en Alemania) y demás patochadas. ¿Se cree alguien que a la opinión pública inglesa le importa lo que RTVE, El País, El Mundo o este medio digan de la fornicación, los cuernos, los actos homosexuales, divorcios y demás que se producen en el seno de la familia real británica? ¡Les traen sin cuidado!
Español, espabílate, y quítate de una vez por todas los complejos que no te permiten desarrollar tus capacidades de forma sana.
Yo no quiero ser Alemania con su historia más reciente, ni Francia en una posición de profunda decadencia cultural y lingüística desde hace muchos años, ni la Holanda que traicionó a sus judíos y ofreció el mayor contingente de voluntarios extranjeros en las Waffen SS. No, yo soy parte de una de las sociedades que mayores aportaciones ha realizado al Humanismo de la cultura occidentalque, a pesar de estar pasando un mal momento, saldrá profundamente reforzado de esta situación….ARTÍCULO COMPLETO