Aunque existen un trasfondo macroeconómico mayor, con el ejemplo de las empresas que no tienen actividad mercantil porque son simplemente tapaderas, desde una perspectiva intrahistórica, en el ecosistema emprendedor comienza a identificarse a las startups zombies atendiendo a criterios psicológicos.
Indicios de corte espiritual, como cuando el CEO de una compañía permanece encerrado en su despacho la jornada laboral, sin ejercer el mando o dirigiéndose apenas a sus empleados; o cuando a los propios fundadores son incapaces de afrontar la realidad de un modelo de negocio estancado durante, al menos, el último ejercicio, mientras la revolucionaria idea que de los inicios se desinfla.
A pequeña escala, en el ámbito de las pymes este tipo de fenómenos suelen derivar a medio plazo en el cierre, movimiento que exige la ley al empresario cuando identifica la inviabilidad económica del negocio, obligándole a la liquidación -si no existen deudas- o a iniciar un proceso concursal de forma voluntaria, si no hay una denuncia anterior. Sin embargo, la realidad es diferente.
Misión imposible
A riesgo de los problemas que esa decisión pueda ocasionar en el futuro…ARTÍCULO COMPLETO