Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que culpa es una falta que se comete voluntariamente y en su segunda acepción que es la responsabilidad que recae sobre alguien por haber cometido un acto incorrecto. En términos jurídicos, la culpa es, según el histórico jurista italiano Francesco Carrara, la voluntaria omisión de diligencia en calcular las consecuencias posibles y previsibles del propio hecho. Sin embargo, nosotros, españoles de a pie, tendemos a colocar la culpa en un universo judeocristiano, asociado a un concepto religioso estrechamente vinculado al pecado y alejado de la responsabilidad que con tanto ahínco propagó Carrara. La responsabilidad tendría así una vertiente jurídica mientras que la culpa tiene una connotación religiosa. Por eso, y acudo aquí a un experto como Roberto Aramayo, uno puede sentirse responsable de una acción pero no culpable de la misma mientras que otros pueden atormentarse admitiendo su culpa pero excluyendo la responsabilidad.
En el mundo cristiano, al que pertenecemos por mucho que queramos huir de él, la culpa es fundamental para la comprensión de nuestra evolución (y también de nuestro intento de huir de ella). Hay quien apuesta a que la culpa la incrustó en nuestro hipotálamo colectivo el mismísimo San Agustín, el santo gay, arrepentido por haber gozado de las mieles prohibidas del sexo varonil en su juventud, devaneos que por cierto, dicen las malas lenguas, acabaron sólo cuando su amante falleció por fiebres y el santo se vio más solo que la una. Una culpa que atormentó su existencia porque había pecado, según la concepción cristiana, y pecado es una transgresión de la ley. Y si es así una transgresión de la ley, de la divina en su caso, la culpa es la carga de esa responsabilidad que recae sobre el pecador, sobre la persona que ha cometido ese pecado. El David de la Biblia cometió adulterio y luego asesinó a Urías y, perdido como estaba en su reconcome, trató de ocultar tan nefastos crímenes pero sólo obtuvo un terrible tormento del que sólo se liberó con la confesión y el reconocimiento de su culpa. De su culpa. Del mismo modo, Adán y Eva pecaron y comieron manzana (o la fruta que fuere, la Biblia no lo especifica) para luego negarlo, descargar su culpa, Su Culpa, Adán en Eva, Eva en la serpiente, la serpiente en todos los seres habidos y por haber. Un concepto, el de la culpa compartida y extensible incluso a seres que aún no han sido, que fijó el concilio de Cartago y perfeccionó el de Trento cuando elevó a categoría de sublime aquello de natura lapsa, la naturaleza caída que se transmite a todos y cada uno de los recién nacidos desde nuestros padres comunes: Adán y Eva.
Todos culpables, aunque no hayamos pecado, todos responsables, aunque no estuviéramos ni siquiera en el mundo, todos por igual porque adquiere categoría de genético. Afortunadamente, del mismo modo que la irresponsabilidad de Adán y Eva atrajo sobre todos los humanos la condena eterna, como si de un solo cuerpo se tratase, también la acción de un solo hombre, en este caso Nuestro Señor Jesucristo, podría liberarnos de tan mala suerte y de hecho así ocurre cuando pasamos por el aro sin poder resistirnos siquiera (más que con llantos desconsolados que tan sólo sonrisas piadosas provocan) sobre la pila bautismal, con un cura derramando agua sobre nuestra cabeza pelona, las familias emperifolladas, las cosas en su sitio. Nuestra educación ha orbitado sobre esta idea, la del pecado colectivo, la del pecado original, estamos bautizados alrededor del 85% de los españoles, millones de españoles han peregrinado por aulas en las que se les ha repetido hasta la saciedad aquello de ‘Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa’, somos un pueblo culpable, no sabemos muy bien de qué, pero sí que lo somos, culpables, responsables, delincuentes en potencia, malandrines.
En España, todos lo sabemos, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades durante los últimos diez años. La frase resuena por las esquinas, la manosean sesudos analistas en programas de televisión, la sueltan nuestros muy educados políticos y, a fuerza de repetirlo, se ha convertido en el nuevo mantra que sustituye al pecado original, al colectivo, al pecado de todos. ‘Nos creímos ricos’, dice aquel, ‘pensamos que esto duraría siempre’, le responde el otro, ‘hay que pagar más impuestos porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora hay que devolver lo que habíamos pedido’, sentencia, interesado, el político de aquel partido que empieza por P. Pero yo me examino, miro mis cuentas en el banco, recibo ceñudo a mi casera (porque vivo de alquiler), he asistido atónito al incremento del precio de algunas casas desde los quince millones de las antiguas pesetas a los cincuenta, tengo amigos que se han hipotecado por más de sesenta de esos millones, he visto batallas sin nombre en la galaxia del Orión y conocidos cambiar de naves hipersónicas dos veces por año, he visto solares cambiar varias veces de dueño y subir su precio como los tulipanes en el Amsterdam de varios siglos atrás, he escuchado a ministros apostar por la construcción y amenazar a la prensa con censurarla si atacaban a la locomotora nacional. Y todo esto lo he visto con estos ojitos que se los van a comer los gusanos, teniendo una nómina fija y de cierta entidad desde hace ya quince años, y nunca cometí el error, el pecado, la irresponsabilidad de introducirme en las fauces del Satán crediticio.
Y como yo, me consta, hay mucha gente, miles, decenas de miles y hasta millones. Y el número, lejos de disminuir, aumenta porque se nos adhieren nuevos inocentes, muchos porque han llegado tarde al convite pero muchos también porque la raza no degenera intelectualmente sino que mejora y son capaces de ver las trampas que nos tienden en el camino. Pero el mantra permanece, suena incluso bien, es la asunción de una culpa colectiva, la Culpa, el Pecado, y no es San Agustín el que lo pregona con el culo adolorido, no, son los mismos que comieron la fruta, las mismas miradas de serpiente, entes escamosos que sibilinamente mordieron todas las manzanas de la cesta y ahora pretenden que yo me considere culpable. Pues no, no lo soy, no me considero culpable ni responsable y nunca he vivido por encima de mis posibilidades, mire usted, señor Ofidio. Tampoco bauticé a mi hijo, porque no tolero eso del Pecado Original, ni pienso confesar unos pecados que no he cometido, y que si he cometido no considero pecados porque la culpa, la Culpa, no me atormenta. Ahora pretenden ustedes que les pague las autovías que ya he pagado, y la sanidad que ya he pagado y que pago, y la educación que ya he pagado y que sigo pagando, y unos impuestos que ya pago generosamente gracias a una nómina que me convierte en traslúcido a los ojos del serpentario mayor y que me impiden huir a regodearme de listillo patrio y pecador universal. David pecó de adúltero y de asesino y luego se arrepintió: háganlo ustedes, señores ofidios, tengan el coraje suficiente para apechugar con sus pecados, usted, politicastro de tres al cuarto, o usted, que se hipotecó por avaricia o por analfabetismo, sean valientes y no insistan con el sonsonete del Hemos Vivido Por Encima De Nuestras Posibilidades, no nos vendan que el pecado es colectivo y la responsabilidad grupal, no nos tomen más el pelo y aguarden la llegada del Divino Redentor ustedes solos. Para mí, que no soy culpable más que de aguantarlos, el único que limpiará todo esto será el que reconozca que la Culpa, el Pecado, la Responsabilidad no pertenece a todos sino a unos pocos, que sí han vivido por encima de sus posibilidades, y que se los recuerde a unos con el Talego que todo lo Purifica y a otros con la obligatoriedad de asumir sus deudas. O sus culpas.
el otro dia iba caminando por la calle, y no se podia cruzar el paso de peatones….
no se por que me dio el repentino de cruzar pero tranquilamente…
habia una chica mirando su movil y al verme que comence a cruzar…
tuve que rapidamente decir gritando:
Cuidado, cuidado, cuidado…..
afortunadamente levanto la cabeza y retrocedio pues si no la pillaba un coche…
realmente creo hubiera sido divertido ver su cerebro desparramado por el suelo…
no se por que hice eso que es antiaustriaco y cada uno con su culpa…
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señor achedo: cuando las deudas se concentran en un territorio no es culpa de ese territorio, el motivo esta en que hubo un inversor que no diversifico riesgo… no se puede pretender que un sistema preserve su valor de solvencia del dienro para que no cruja europa entera frente a una quiebra total, y al mismo tiempo ir de victimas….
pues en la solucion esta el motivo, dejemos a grecia salirse sin ser amistosa su salida y consensuada como suplica europa y bruselas o españa del euro, y te digo donde van los bancos alemnanes, y veremos si luego cumplen inflacion al 3%, o ahi ya se rompe su modelo suicida de trmapa de liquidez diseñada para hacer que la gente cruce la calle, y poder asesinarla, si no advierten que el coche va a por ti, a tiempo…..
(analiza lo que es un sistema de credito dado la vuelta hacia el riesgo medio del medio deposito, y luego hablamos de culpas, y causas y consecuencias…)
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estas muy equivocado.
Tu si que estás equivocado; se llama Hachero, no achedo
Por fin alguien lo dice joder!!!!! Se puede decir más alto, pero no más claro.
Cada vez que oigo lo de “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidadaes” me llevan los demonios… como un día me lo diga un político a la cara yo creo que acabo el resto de mis días en prisión.
hola nosinmibici:
Tienes razon y la razon pura por la que tienes razon es la siguiente:
yo como persona social acepto la esclavitud, mi esclavitud, si eso sirve para cooperar, y es en un sistema global.
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Eso significa que como yo he vivido por encima de mis posibilidades acepto y aceptare ser esclavo ahora , y que eso signifique que otra persona obtenga el fruto de haberme permitido vivir por encima de mis posibilidades, pues no creo en padres paternalistas que me limitasen en mi euforia.
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Sin embargo date cuenta de una cosa: para que esto pase ahora el hiperrico debe de consumir, sacar tajada de mi debilidad…. y sin embargo las cadenas estan rotas a nivel de moneda, esa persona solo desea ahorrar.
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NO ES QUE BUSQUE QUE YO TENGA QUE TRABAJAR MAS, O SACRIFICARME Y EL RECOGER FRUTOS, ES QUE DESEA QUE YO CADA VEZ DIFERENCIALMENTE SIGA VIVIENDO POR ENCIMA DE MIS POSIBLIDADES, BUSCA ACOGOTARME.
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Y YO COMO ESCLAVO A LO QUE JAMAS LLEGARE ES A PERMITIR ME VIOLEN O ME ARREEN PALOS, DICIENDOME NO SOY SUFICIENTE, PUES YA INLCUOSO HE RENUNCIADO A MI CONDICION DE ATRIBUIR CULPA DE MIS ACTOS AL CONTRARIO QUE ME FIO.
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LO IMPORTANTE ES ENTENDER QUE EL DINERO NO ES CONSUMO EL DINERO NO CIRCULA, Y ESO SI ES ASESINATO, PUES YA NI ES QUE YO VIVIESE POR ENCIMA DE MIS POSIBLIDADES, ES QUE LOS HIJOS DE…. ME OBLIGAN A ELLO, ME OBLIGAN, PARA TENERME PRISIONERO…
ESO NO ES ECONOMIA.
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SI HUBIERA ECONOMIA, SI EL DINERO NO DIESE SOBRE VALOR, AHROA MISMO HABRIA GRAN CANTIDAD DE INVERSION CON DINERO LIQUIDO, SIN ESPERAR A LIQUIDACIONES, HABRIA MUCHISIMO MAS CONSUMO EN EL NORTE DE EUROPA, ETC,ETC..
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PERO YA TE DIGO, UNOS JUEGAN A QUE NO NOS RESPETEMOS MUTUAMENTE, HA LLEGADO EL MOMENTO DE YO PONERME A CRUZAR LA CALLE Y SE DESPARRAMEN LOS SEXOS DE QUIEN FUE CONFIADO EN MI, Y POR TANTO, ES DIGNO HACER IMPAGO O SALIRSE DEL ERUO, Y DESANGRAR TODOS LOS BANCOS EUROPESO Y QUE EXPLOTE TODO., MENOS ESPAÑA…