España: hacia un Estado fallido
Las élites extractivas nacidas al calor de pseudodemocrático régimen del 78 están conduciendo al estado español hacia un inevitable desmembramiento
Cuando Artur Mas plantea su intención de que Cataluña obtenga su independencia de España no está, como equivocadamente muchos políticos y analistas madrileños interpretan, manipulando a su antojo a una masa popular ignorante. En absoluto. El primer sorprendido por el rapidísimo vuelco de la situación ha sido él mismo, pero como buen miembro de nuestras corruptas oligarquías, su primera cualidad es el oportunismo, y por lo tanto rápidamente ha tratado de capitalizar ese sentimiento ciudadano en su propio beneficio. La segunda cualidad es el populismo, y por ello se presenta como el poseedor de la solución a los problemas del pueblo catalán, cuando, como explicaré más adelante, es una flagrante mentira. La tercera cualidad es la cobardía. Si Mas fuera un estadista sincero y valiente convocaría de inmediato un plebiscito y, tras ganarlo, se presentaría en la Plaça de Catalunya y declararía la independencia. El no hacerlo no hace sino demostrar su falsedad, populismo y pusilanimidad.
Pero tras toda esta patética y lamentable escenificación de las peores cualidades de nuestros políticos subyace un auténtico y genuino sentimiento popular. Esto sí que merece ser analizado para comprender sus orígenes y adonde nos puede llevar. Que la sociedad catalana tiene auténticos sentimientos de pertenencia a una cultura y un grupo es algo que cualquier catalán puede confirmar. La fortaleza de ello se ha demostrado ampliamente con su supervivencia a presiones tan grandes como las sufridas durante la dictadura franquista. Sin embargo, y hasta ahora, la sociedad catalana tampoco había sentido esa necesidad imperiosa –al menos no de modo mayoritario y ni en las últimas décadas– de que la integración en España estaba causándole un daño intolerable. Eso, de repente, ha comenzado a ocurrir.
Como decía el náufrago a cuyo cuello se agarró otro que no sabía nadar, mientras le apartaba de un codazo: “¿qué quieres? ¿que nos vayamos los dos al fondo?” De esta forma se sienten a día de hoy una mayoría de catalanes, atados por una pesada cadena a una sociedad –la española– que los arrastra, a ellos y a las generaciones futuras, al abismo. La cada vez más corrupta y degenerada élite política y empresarial española está llegando a los límites de la incompetencia y desprecio absoluto por el sufrimiento de su pueblo. Son traidores a los intereses de los ciudadanos y abyectos siervos de los eurócratas y la banca europea. Tratan de compaginar el mantenimiento de todo el entramado de saqueo social construido durante 35 años –y llevado al límite en los últimos 15–, con la sumisión rastrera a Europa. Una Europa cuyo único interés es recuperar el máximo posible de deuda aunque sea a costa de llevar a la miseria a los ciudadanos españoles. En estas circunstancias la reacción de la sociedad catalana es totalmente comprensible y, obviamente, y de tener éxito, no serán los únicos, ya que otros seguirán de forma inevitable sus pasos.
Sin embargo, el populismo de Mas es palmario pues oculta de forma premeditada a su pueblo todos los problemas de una eventual independencia de Cataluña, presentándolo como si hoy Cataluña estuviera quebrada y mañana –independiente– Cataluña se convirtiera en la Suiza del Mediterráneo. Nada más lejos de la realidad, ya que lo primero que ocurriría tras la independencia sería la quiebra de Cataluña (y obviamente de España). Las discusiones por el reparto de la deuda serían interminables e introducirían muchísima incertidumbre en los mercados. Cataluña se vería fuera de los mercados financieros durante un período indeterminado, posiblemente entre uno y dos años, y las empresas tendrían grandes problemas para obtener las divisas imprescindibles para realizar las compras necesarias para sus procesos productivos. Que el nivel de vida bajaría de forma drástica es obvio y aunque luego, si se aplicaran desde el gobierno catalán medidas sensatas se recuperaría, nada libraría a los ciudadanos catalanes de esos amargos años.
Sin embargo, y esto es algo que oculta lógicamente Mas, el peor de todos los problemas de Cataluña sería la propia Convergencia, es decir, la oligarquía catalana, tan corrupta, cerril y antidemocrática como la española. Una independencia sin ellos podría convenir al pueblo catalán, que así podría gobernar, de forma democrática, sus propias vidas. Una independencia con ellos es el pasaporte seguro al desastre. Un desastre que, en cualquier caso, es inevitable también dentro de una España con idénticos problemas.
p´al saco
Lo he leído completo, y esta reflexión es la que tienen que hacer todos los españoles, catalanes y no catalanes, que todo depende de una oligarquía corrupta y los políticos hacen lo que les mandan y el pueblo voluble camina al son de la música que toca el político de turno. El chollo para la oligarquía se acabará cuando el 80% de la gente pase totalmente de los políticos y no voten, abstención y crear un vacio de poder, puesto que la opción de crear un partido político honrrado es inviable.
Pienso lo mismo que tu, Willy, y lo lamentable es que aún un porcentaje muy pequeño del pueblo piensa como nosotros, y si lo hace, le importa un comino el futuro que nos espera y el abismo al que nos están dirigiendo
La cosa que actualmente, se llama España, se encamina a una crisis de caracter terminal de manera inevitable. ¿ por donde se orientará esto? Depende, del tipo de dirigentes que haya en las regiones, para los catalanes y vascos, puede ser la oportunidad, que les bride la historia, también para Marruecos, nunca el estado español, ha estado tan debíl, con posibilidades de debilitarse más.
un partido político honrado quizá no, pero una plataforma colectiva en que participemos todos sí.