La crisis es cosa de hombres
Desde que en 2007 comenzó la crisis se han perdido 5 empleos masculinos por cada empleo femenino
La asimetría con que la crisis está golpeando a la población española es bien conocida. No están sufriendo igual la crisis los trabajadores jóvenes que los mayores, los jubilados que los activos, las pequeñas empresas que las grandes, ni especialmente políticos y banqueros que el resto del país. También es evidente para cualquiera que mire la realidad con los ojos abiertos y sin prejuicios que la necedad y el egoísmo de políticos y banqueros está quebrando el contrato social y nos encamina rápidamente al fin del régimen surgido de la transición. Pero independientemente de eso, existe otra asimetría mucho menos conocida que todas las mencionadas, que es la enorme diferencia existente en cómo ha evolucionado el empleo desde 2007 entre los diferentes sexos.
En junio de 2007 vivíamos en plena borrachera de crédito fácil, la crisis de las hipotecas subprime aún no había estallado y muy pocos podían imaginar que nos encontrábamos en el máximo de empleo masculino, con 11,3 millones de afiliados a la Seguridad Social. Desde entonces se han destruido nada menos que 2,3 millones de empleos ocupados por hombres, es decir, que uno de cada cinco hombres se ha quedado sin trabajo. Sin embargo entre las mujeres la situación ha sido bien distinta. De hecho la crisis en el empleo femenino empezó casi un año después (mayo de 2008), cuando se alcanzó el máximo de afiliadas a la Seguridad Social con 8,2 millones. Desde entonces se han perdido 495.000 empleos, casi cinco veces menos que empleos masculinos, lo que son seis de cada cien trabajos de los que existían entonces.
Durante la burbuja (si empezamos a contar en 1995) se crearon 3,6 millones de empleos masculinos. Es bien conocido que muchos de ellos surgieron en la construcción (1,5 millones), otros muchos en la industria (0,4 millones) y el resto en servicios, ya que en agricultura el empleo permaneció casi estable. En cuando a empleos femeninos se crearon en este mismo período 4,2 millones, es decir, muchos más que masculinos, tanto en términos absolutos como sobre todo relativos. Ya que pocas mujeres se incorporaron a la construcción o a la industria, el aumento se dio básicamente en el sector servicios. En los gráficos podemos ver el desplome brutal en el empleo sufrido por los sectores de la construcción y la industria, algo que no ha sucedido en los servicios. En la industria han desaparecido 0,7 millones de empleos y en la construcción 1,6 millones, en total 2,3 millones de trabajos en su inmensa mayoría correspondientes a hombres. Como podemos ver la cifra corresponde casi exactamente con la bajada total del empleo masculino desde 2007.
Sin embargo vemos que el paro entre mujeres, y a pesar de la menor reducción del empleo que han sufrido, ha aumentado de forma drástica, pasando de 991.000 en septiembre de 2007 a 2,67 millones en septiembre de 2012, es decir, 1,2 millones más que los empleos perdidos. Entre los hombres el aumento ha sido de un mínimo de 760.000 parados a 3,10 millones (+2,3 millones, exactamente igual que los empleos perdidos). Este mayor aumento relativo del paro entre mujeres si lo comparamos con el número de mujeres que han perdido su empleo se debe a que muchas más desean trabajar ahora que hace cinco años, lo cual podría explicarse por la tendencia mantenida a que la mujer se incorpore cada vez más al mercado laboral, agravado por el hecho de que en muchos casos mujeres que no trabajaban han tenido que pasar a ser activas por la grave situación económica de sus familias.
De hecho entre los hombres se ha reducido de forma significativa la población activa (540.000 menos). La mitad aproximadamente de esta disminución se debe al envejecimiento de la población, pero el resto es difícil de explicar. No es lógico que se deba a que hay muchos miles de hombres desanimados que por lo tanto no se reflejen en la población activa, porque hubiera ocurrido lo mismo entre las mujeres. Una explicación posible, y que avalan otros indicadores, es que la salida de hombres de España en busca de oportunidades laborales es mayor que la reflejada por las estadísticas oficiales, aunque en todo caso esto son nada más que conjeturas.