El pasado 6 de febrero Vicenç Navarro, respetado sociólogo y catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, publicaba un artículo en El País titulado Las pensiones no están en peligro en el que criticaba a “aquellos que concluyen que el sistema público de pensiones en España no es viable como consecuencia de la transición demográfica” e indicaba que el incremento de la productividad, el crecimiento económico y el aumento de la población cotizante resolverían los “mal llamados problemas de viabilidad del sistema público de pensiones”.Este artículo fue contestado el 27 de febrero por Floren Marcellesi, coordinador de Ecopolítica, Jean Gadrey, economista y miembro del consejo científico de ATTAC Francia y Borja Barragué,investigador de la Universidad autónoma de Madrid, en otro texto aparecido en el Diario Público y titulado Las pensiones y el fin del crecimiento. Estos autores criticaban que Vicenç Navarro basase el futuro de las pensiones en el aumento de la productividad y el crecimiento económico, olvidando completamente la crisis ecológica.A su vez, el profesor Navarro replicó indirectamente en su blog el 7 de marzo, en una entrada titulada El problema no es la falta de recursos sino el control de dichos recursos. En ella, aunque no cita directamente a estos autores, hace una crítica a los “malthusianos” y al “movimiento ecológico conservador, que considera que el crecimiento económico en sí es negativo”.Hemos creído importante contestar porque este debate evidencia un problema que estamos sufriendo. Personas procedentes de diferentes movimientos cuestionamos el actual modelo socioeconómico, pero lo hacemos centrándonos cada una en nuestros aspectos particulares. Esta parcelación no es buena porque impide abordar correctamente el problema. No vivimos únicamente una crisis económica sino una crisis sistémica, que es a la vez una crisis social de desigualdad, ecológica de recursos, contaminación y biodiversidad, económica desregularización, sistema financiero, privatización, ética cuidados, relación ser humano-naturaleza, etc. No podemos resolverlas a base de centrarnos sólo en uno de los aspectos particulares, debemos hacer un esfuerzo por colaborar y englobarlos todos en una visión sistémica.Esto es complicado porque, con frecuencia, hablamos incluso lenguajes diferentes. Vicenç Navarro, por ejemplo, critica al movimiento ecologista que “considera que el crecimiento económico en sí es negativo, pues está consumiendo los recursos que continúan percibiéndose como limitados, ignorando, de nuevo, la capacidad de la humanidad de redefinir las categorías “recurso” y “crecimiento económico””. Al hablar de “recursos” él está hablando de algo relativo que puede ser sustituido fácilmente, está hablando de recursos económicos. Sin embargo, cuando ecologistas o ingenieros hablamos de recursos, hablamos de cosas que no tienen nada de relativas. La energía, los minerales o las especies de un ecosistema son cosas muy concretas, medible en unidades físicas y que normalmente no se pueden sustituir.Para un economista, por ejemplo, el petróleo convencional de fácil extracción puede ser sustituido por el petróleo no convencional de extracción mucho más complicada y contaminante y su valor económico puede ser igual. Sin embargo, desde el punto de vista físico, el petróleo no convencional requiere mucha más energía para su extracción y refino, con lo cual la energía neta que se extrae es mucho menor y las consecuencias ambientalesson muy graves. Por ello, desde el punto de vista físico, la sustitución es incompleta, ya que el recurso es de peor calidad. Lo mismo puede decirse de la sustitución de unos minerales por otros, o de la supuesta “sustitución” de una especie que se extingue.