Bien, ya sabemos todos de qué vive la Casta. Esas decenas de miles de personas que conforman la espina dorsal del Poder en esta España postfranquista que nos montaron en las postrimerías de los 70: políticos, terratenientes y “grandes” empresarios. También sabemos que su medio de vida se vería seriamente comprometido si unos locos siguiendo a un señor con coleta tomaran ese edificio de la madrileña Carrera de San Jerónimo después de que al “populacho” se le ocurriera votarles. Pero la cosa va más allá, mucho más allá. Porque la gran mayoría de ellos son delincuentes de cuello blanco, y si se levantaran las alfombras habría que duplicar el tamaño de las prisiones. Y eso es lo que de verdad les aterra. Que alguien levante las alfombras de este podrido cadáver en que han convertido España.
Buena y certera reflexión. No habría sitio para todos. Va a resultar que aquella pésima película de Berlanga “Todos a la cárcel” se quedó realmente corta aunque todo el mundo sabía ya entonces lo que pasaba (los de la casta)