La deuda pública y la desesperada situación de muchos impulsa los datos de empleo
Pese a los buenos datos de empleo, la economía sigue estancada y se confirma que solo se sostiene gracias a la deuda
La tesis defendida por el Gobierno –que unos durísimos ajustes han llevado a España a salir en volandas de la crisis– no resiste el más somero análisis imparcial. La interpretación del gobierno, digna de un guión de Expediente X, se basa en la teoría económica clásica de que el alto paro haría que bajaran salarios, mejorando con ello
la competitividad empresarial y a su vez la demanda externa. Ambos factores harían bajar el paro y el incremento de la demanda externa haría crecer la economía. Pero la realidad nos demuestra que solo está sucediendo, y de forma muy parcial, la primera parte de la ecuación, es decir, bajada salarial, pero desgraciadamente centrada en el sector servicios, que poco tiene que pintar en la demanda externa, y en los nuevos contratos. De ahí el aumento en el empleo que estamos viendo últimamente: muchos contratos pero con abundancia del empleo a tiempo parcial y muy mal pagado que muchas personas no tienen más remedio que aceptar. Por eso apenas se está viendo incremento en la renta salarial real ni en la recaudación de la Seguridad Social.
Veamos en el siguiente gráfico lo que está pasando de verdad con la competitividad exterior española en los datos del Banco de España.
Cuanto más alta sea la cifra de la escala (actualmente en 112,6) peor es la competitividad de nuestras exportaciones. Y en estos momentos está en uno de los peores puntos desde que comenzó la crisis en 2007, e incluso se ha deteriorado levemente en los últimos dos años y medio, concretamente un 1,4%. Este dato por sí solo desmiente totalmente las tesis del Gobierno respecto al aumento de la competitividad de la economía, que inexplicablemente siguen repitiendo muchos economistas sin siquiera haberse molestado en mirar los datos. Esto coincide con la lamentable evolución del sector exterior en los cuatro últimos trimestres, que ha pasado de contribuir con un 2,4% del PIB a la economía a restar un 0,2% en el último trimestre. Exactamente lo contrario de lo que debería haber ocurrido de ser ciertas las tesis gubernamentales. Una vez más hay muchos economistas que en un alarde de ceguera cognitiva siguen defendiendo al gobierno aun teniendo una evidencia palmaria como esta delante de sus ojos.
Ha sido, pues, la demanda interna la causa de la estabilización de la economía, y lo más terrible y preocupante es que esa demanda ha sido impulsada por los flujos financieros procedentes del exterior hacia bonos y letras del Tesoro. Esto lo vemos claramente en la evolución de la deuda neta exterior de España, que se ha incrementado en un 7% del PIB en los últimos seis trimestres, mientras la deuda en manos de extranjeros se incrementaba en 121.000 millones de euros entre julio de 2012 y marzo de 2014. Hablemos claro: el gobierno está vendiendo el país a pedazos para sostener una economía destrozada por años de corrupción política.
El problema económico de España se ve cada vez más claramente que tiene una raíz política. Unas élites extractivas representadas por la mayor parte del IBEX y los dos grandes partidos se dedican a controlar los mercados más lucrativos extorsionando a los clientes y a los pequeños proveedores y lo apuntalan y sostienen con el control del legislativo y el ejecutivo. Las puertas giratorias trabajan a toda velocidad con la mayor desfachatez y los ciudadanos reciben a cambio de unos impuestos enormes unos penosos servicios públicos, mientras que las pequeñas empresas se ven asfixiadas por los mismos altísimos impuestos, las regulaciones hechas por y para los grandes no les dejan apenas moverse y la financiación, controlada por el mismo entramado corrupto, se les da con cuentagotas y a unos tipos usurarios.
El régimen se halla en tal estado de decadencia que salta a la vista que no puede regenerarse. El actual remozado al que atónitos estamos asistiendo los ciudadanos sin que a nadie parezca importale nuestra opinión, no servirá para nada. A día de hoy solo restan dos opciones: la ruina o la ruptura.