[Publicado originalmente en el número 8 de la revista D&R]
De forma lenta pero inexorable parece acercarse la hora en que la economía española pierda definitivamente su soberanía y quede a merced de los dictados de la Troika, dejándonos muy escaso margen de maniobra. Décadas de desmanes perpetrados por los grandes partidos, aliados con la banca y buena parte de la gran empresa nos han conducido hasta aquí, precipitando a todo un país a la insolvencia y con una inmensa carga de deuda exterior que pesará durante décadas como una enorme losa sobre nuestras espaldas.
Algunos, no se sabe muy bien si optimistas, ingenuos o algo peor (posiblemente haya de todo), ven en esta pérdida de soberanía la solución a nuestros males. Dicen que la Troika obligará a desmontar el implacable entramado de corrupción y extracción de la riqueza social en que se han convertido grandes partidos, bancos y empresas que viven del BOE, y que pondrá las bases para que la economía española funcione de una forma moderna y próspera.
Nada más lejos de la realidad, y existen poderosas razones que lo demuestran. En primer lugar tenemos el ejemplo de Grecia, un país cuya evolución fue muy similar, en términos de corrupción y desarrollo de un sector político-empresarial-financiero parásito, al caso español. Después de más de dos años desde el primer rescate, los informadores independientes sobre el terreno coinciden de una forma casi unánime en que lo que se está haciendo allí es deprimir la demanda del grueso de la población para intentar conseguir que la economía griega no se siga endeudando, pero que no se están acometiendo las reformas institucionales imprescindibles para acabar con ese enorme grupo de captadores de rentas.
En segundo lugar tenemos lo que se está haciendo en España hasta ahora, que siempre recibe el calificativo por parte de la Troika de “insuficiente pero en la buena dirección”. Pero, ¿acaso no se ha recortado de forma brutal la investigación, que se supone que es nuestro futuro? ¿Se han desmontado las duplicidades en la administración que suponen un inmenso dispendio de recursos? ¿Se ha acabado con las innumerables regulaciones absurdas que en realidad lo que encubren es una discriminación para los pequeños empresarios y un blindaje a las empresas afectas al régimen? ¿No se ha cargado con la máxima violencia contra el sistema educativo, a pesar de que todos los informes internacionales demuestran la escasez de recursos de éste? ¿No se ha protegido a la banca a sangre y fuego, destinando enormes partidas presupuestarias a ésta a pesar de que la banca ha dejado hace mucho de cumplir su misión de financiar proyectos empresariales viables y lo único que hace es proteger empresas zombies? ¿Se ha hecho algo para acabar con los despiadados oligopolios que exprimen hasta el límite a los ciudadanos? ¿Acaso la Agencia Tributaria ha empezado a perseguir al gran fraude en lugar de destinar casi todos sus recursos al pequeño fraude, como hace actualmente? ¿Se ha hecho algo para acabar con el intolerable trato preferente del que disfrutan a nivel fiscal las grandes fortunas? ¿O para agilizar la Justicia de modo que se garantice el cumplimiento de las leyes?
Todos conocemos las respuestas a estas preguntas, y nadie que juzgue de una forma fría e imparcial la situación puede esperar de forma razonable que la situación cambie una vez que se solicite el rescate.
Lo que sucederá en lugar de eso será el anuncio de un nuevo paquete tras otro de recortes y subidas de impuestos que afectarán principalmente a clases medias y bajas, mientras el grueso del corrupto e inoperante diseño institucional permanece inalterado. Ello conducirá a una depresión de la demanda interna, una obstrucción hasta el límite de cualquier tipo de iniciativa empresarial innovadora (privados los emprendedores de financiación y sometidos a una regulación kafkiana), una destrucción de empresas (y por tanto de capital físico) que de otra forma hubieran sido perfectamente viables y una pérdida de nuestro mejor capital humano vía emigración. En estas condiciones nuestro futuro como sociedad será sumamente lóbrego y por ello es más importante que nunca que la sociedad civil se rebele contra este destino y luche por cambiarlo por todos los medios a su alcance.
Muy muy bueno Juan Carlos
Buen resumen de una situación, aunque creo que le falta una de las patitas principales y es que a parte del señores que se dedican a la extracción de rentas y/o juntamente con ellos, están los que compran al político, al policía, al de la guardia civil y al del juzgado, para que su negocio de comercialización de drogas en nuestras costas, funcione correctamente, que podría suponer el 20% del PIB. Estos señores, no piense usted que vayan a invertir sus rentas en generar economía productiva, puesto que su negocio es muy lucrativo y no lo necesitan. Lo máximo que distribuirán, es una pequeña parte a las empresas que les blanquean el dinero, muchas de ellas constructoras, y a comprar participaciones de las empresas extractoras de rentas del IBEX (infórmese de la vida de los March por ejemplo y su ayuda a Paquito). Por qué no funciona la redistribución, fácil puesto que el 20% del PIB, no paga ningún tipo de impuestos. Y ha sido uno de los factores clave para que se haya producido la burbuja. Sólo si levantamos el velo y nos fijamos en que se ha convertido nuestra economía, turismo barato de sol, playa y discoteque, podremos cambiar el modelo productivo, pero para eso, primero se debería de privar de un negocio tan lucrativo a una serie de señores que no producen, otra cosa, que corrupción a escala industrial. Liberalizar las drogas, seria cortar una importante fuente de financiación de la casta, una forma de recaudar impuestos y un primer paso, para que se pueda cambiar un modelo productivo, que se ha basado en el enriquecimiento rápido y la corrupción, a otro que valore el esfuerzo. Un saludo.
Muy buena visión de por dónde van a ir los tiros en el corto/medio plazo.
Me gustaría puntualizar que, personalmente, una de mis pocas esperanzas con respecto al rescate es que Rajoy y el gobierno se lo está pensando tan concienzudamente puesto que en el fondo saben que de solicitar el rescate, parte de su chiringuito autonómico se vería tocado.
En Grecia, por ejemplo, creo recordar que una parte importante de los Ayuntamientos se ha visto directamente suprimido, y eso contando con que la Administración pública helena dista mucho (creo) de parecerse a la enorme, atrofiada y en ocasiones triplicada administración patria.
De aquí se desprende que si Rajoy no ha solicitado el rescate hasta el momento, pueda deberse a que sabe realmente que mientras firme la solicitud de ayuda estaría firmando literalmente su muerte política porque, ¿qué hacer con todos los “amiguetes” que viven de lujo en las taifas?, ¿y qué pasa con esos mismos “amiguetes” de los ayuntamientos y sus correspondientes redes clientelares?
No nos engañemos, si no estamos rescatados no es porque los mercados se derrumben, es porque se desmonta el “tinglao” del café para todos y de la transición.