España no corre el riesgo de fragmentarse, balcanizarse y, finalmente, desaparecer por el desagüe de la historia porque España ha resistido como unidad a regímenes deplorables, inmorales y corruptos. Pero sí corremos el riesgo de desaparecer para siempre del grupo de los países civilizados, algo a lo que, por cierto, habíamos accedido por la puerta de atrás, más tarde inclusive que Portugal y Grecia a las que ya superamos en paro y corrupción. Si nos ceñimos a la época contemporánea, cuando España ya se puede considerar estado-nación nos encontramos con el reinado del primer borbón, Felipe V, que con sus Decretos de Nueva Planta unifica legalmente los diferentes reinos que habían configurado la monarquía hispánica. Lo hace a sangre y fuego, tras la Guerra de Sucesión. En realidad no hace más que copiar a Francia, por cierto algo bastante habitual en nuestro país.
Su hijo Carlos III (que sucedió a su hermano Fernando VI, que acabó loco de remate) trajo de Nápoles, donde reinó con anterioridad, una supuesta renovación que tuvo muchos límites. Aquello del “despotismo ilustrado”. El retrato de este rey sobrevalorado es el que ahora figura detrás de la regia persona de Felipe VI, en el despacho oficial en Zarzuela, en sustitución del de su padre (que ironía) Felipe V. El naripón Carlos actuó con la máxima de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, algo que pusieron en práctica diversos monarcas europeos que, utilizando las reformadoras ideas de la ilustración, gobernaron como dictadores pero preocupándose por mejorar las condiciones materiales de sus súbditos.
Estos cambios estéticos del nuevo rey, como retirar del escudo regio el yugo y las flechas (como si tuviesen algo que ver con la dictadura) y el mencionado retrato del feísimo Carlos III, nos hablan bien a las claras de la necesidad imperiosa del régimen, de la monarquía de partidos, que no parlamentaria, de renovarse a marchas forzadas, de hacer un lifting, dar una nueva imagen porque la que había era tan horripilante que ya no la podían soportar ni los más incodicionales juancarlistas (monárquicos vergonzantes). Sin embargo, estos posibles cambios, más o menos profundos, en nada se van a quedar ante la constatación de que el propio régimen podrido del 78 cometió un error clave que le llevará indefectiblemente a su autodestrución, algo que podrán ver las nuevas generaciones de españoles.
La Constitución del 78 es irreformable. Quizás sea el ejemplo más depurado de constitución hiperrígida. Los legisladores de la Transición así lo quisieron, de manera consciente. Si bien se pensaba que esto era necesario porque la historia del constitucionalismo español había sido bastante caótica, en especial en el siglo XIX, es decir, que era un valor positivo que la Carta Magna durase muchos años, tantos como fuese posible, se ha demostrado con el tiempo como el mayor de los errores de los oligarcas que trajeron la supuesta democracia a España. Al no poder ser reformada, algo que se encargaron muy bien de dejar atado y bien atado, este nuevo rey, aunque lo quisiese, aunque pretendiese aparentar siquiera que se preocupa de su pueblo y pretendiese ser una versión moderna de aquel Carlos III de Borbón, va a fracasar en el intento conduciéndonos irremediablemente, para nuestra fortuna, al final del régimen que su padre, con el visto bueno del imperio americano, se encargó de pilotar.
Porque veamos: para reformar la parte mollar de la Constitución, la que todos los analistas con cierto rigor coinciden en señalar como de una necesidad imperativa para que el régimen se regenere, es necesario que dos tercios de ambas cámaras voten a favor de los cambios propuestos. Después de ser aprobada por esos dos tercios habría que disolver esas cámaras convocando elecciones generales. Las nuevas cortes deberían de volver a aprobar esas reformas otra vez por dos tercios, algo muy difícil porque podría haber cambiado la correlación de fuerzas políticas. Además depués de este tortuoso y casi inimaginable proceso político la reforma en cuestión debería de ser ratificada en referéndum popular. Toda una odisea que hoy resulta bastante inimaginable que el pueblo español esté dispuesto a soportar. Imaginemos lo inimaginable: que la oligarquía se haga su propio harakiri ( algo parecido al que en su día hicieron los procuradores franquistas forzados por la corrupción del nuevo régimen), que se autodestruya para renacer.
En la situación actual la mayoría PP-PSOE, la que controla y sostiene el régimen del 78, aunque tuviese en mente reformar lo imperiosamente necesario para llevar a cabo esa enorme tarea de gatopardismo, lo tendría harto complicado. ¿Es que alguien puede garantizar en este momento que tras la reforma obtengan de nuevo otros dos tercios y que después el pueblo apruebe su lampedusiana visión del futuro?. En el caso improbable de que antes de fenecer esta legislatura abordasen ciertos cambios de enjundia pero manteniendo obviamente la monarquía, aunque fuese una monarquía más “aseadita”, se podrían topar de bruces con un eventual rechazo del pueblo, harto de tanta corrupción reconocida por el propio monarca en su discurso al hablar de la necesidad de una monarquía ” renovada y trasparente” ( o sea, que la que había hasta ahora era caduca y corrupta, ¿verdad Felipe?).
Por tanto el final del régimen será una realidad más pronto que tarde. Bien por inacción, es decir, porque no hagan nada, algo improbable tras el primer paso de la eliminación de Juan Carlos, o bien por ese vano intento de cambio “para que todo siga igual” que les abocará al caos. Y de ese caos no podrá surgir la continuidad, más de lo mismo. Porque para ese momento el pueblo ya solo querrá democracia y el gatopardo se habrá suicidado, habrá fenecido para siempre.
Si la constitución ya se ha reformado con toda facilidad, para anteponer a otras prioridades la devolución de lo que se adeuda a los bancos, ¿no bastaría ejercer otra vez la voluntad política y simplemente, flexibilizar los mecanismos de que consta la constitución para ser cambiada?
Perdón si repito el comentario, pero la primera vez que lo hice no apareció ninguno:
Si la constitución ya se cambió para anteponer a otras prioridades la devolución de lo que se debe a los bancos, ¿nó bastaría otro ejercicio de voluntad política para, simplemente, flexibilizar los mecanismos que tiene la constitución para ser cambiada?
(Claro que si necesitan que Angela nos escriba otra carta de amor estamos aviados)
No, porque la propia Constitución establece dos mecanismos de reforma. El que se usó para endosarnos el déficit no es del bloque “fundamental” y por tanto se podía hacer con una simple votación en el parlamento. A esto se llama procedimiento ordinario. Pero para cambiar el Título Preliminar, el Título II -relativo a la Corona-, o de la sección I del Capítulo II del Título I -que establece los derechos fundamentales y libertades públicas se establece el procedimiento agravado que he descrito. No hay otra forma de modificar esta parte, la más medular de todo el régimen. Y eso es IRREFORMABLE. Ya lo pensaron bien cuando la hicieron.
Es el artículo 168: Artículo 168
1. Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Titulo preliminar, al Capítulo segundo, Sección primera del Título I, o al Título II, se procederá a la aprobación del principio por mayoría de dos tercios de cada Cámara, y a la disolución inmediata de las Cortes.
2. Las Cámaras elegidas deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de dos tercios de ambas Cámaras.
3. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación.
Se puede hacer de otra forma:
Reformar primero el Título X (De la reforma constitucional) que ese si se puede reformar , por el procedimiento ordinario (o sea, en el Parlamento por mayoría de 3/5), en el sentido de permitir que toda la Constitución se pueda reformar por 3/5 o por mayoría absoluta o por referendum, etc.
Una vez reformado el Titulo X se reforma lo que se quiera con el nuevo procedimiento.
No había oído esa posibilidad pero de ser cierta sería una opción fabulosa. El problema es que dudo mucho que esa parte sea reformable de esa manera. Y claro, de momento, haría falta poner de acuerdo a 3/5 que no es moco de pavo.