Las encuestas electorales ofrecen una serie de datos de gran interés para conocer las tendencias electorales a medio plazo, pero sabemos que cometen graves errores, algo que se demuestra elección tras elección. La mayoría de ellas suelen equivocarse dejando a algunas empresas e institutos de estudio en bastante mal lugar. No hay que desdeñarlas, pero hay que situarlas en su justa medida. Quizás lo más inteligente sea observarlas, hacer una media aproximada de todas y ver las progresiones a largo plazo.
Pero, ¿hasta qué punto pueden orientar el voto?. Pongamos un ejemplo reciente. Las diversas encuestas aparecidas entre octubre y noviembre de 2014 no reflejan intención de voto alguna para Ciudadanos. Sin embargo, a partir de enero, para Andalucía aparecen con fuerza. Finalmente se convierten en la revelación, siendo cuarta fuerza, pisando los talones a Podemos. Parece fuera de toda duda que unas buenas expectativas en las encuestas para un partido o candidato pueden generar dinámicas positivas para sus formaciones. Si esto es así, parece evidente que los partidos o candidatos podrían contratar a empresas demoscópicas para que, una vez cocinadas en su favor las encuestas, sean convenientemente difundidas, logrando así un incremento de popularidad o conocimiento, factores claves todos ellos para lograr unos determinados resultados. De esta manera un partido cualquiera, con unas posibilidades bajas de obtener representación, con el solo hecho de aparecer en un estudio sociológico debería de aumentar de una manera decisiva sus posibilidades electorales. Pero esto no siempre sucede así.
Si después ese partido comente errores importantes, la presunta ayuda recibida por las encuestas se volatilizaría en pocas semanas. Sin embargo no deja de inquietar el hecho de que las encuestas en vez de reflejar expectativas que permitiesen a los electores conocer lo que la mayoría estaría dispuesta a votar en un determinado momento, lo que piensa votar la propia sociedad en la que habita, observándose así el ascenso o descenso de unos partidos u otros, reflejen en realidad los deseos de manipulación o ingeniería social de unas determinadas oligarquías, las que precisamente pueden pagar más dinero a esas empresas.
No sería sensato pensar que todas las encuestas están manipuladas. Hay empresas más serias que otras: el número de encuestados, los márgenes de error e incluso el sistema utilizado para realizar el estudio, bien telefónico, bien presencial puede ofrecer diferentes resultados. Los partidos encargan encuestas que no son publicadas y que debemos asumir que se acercan mucho a lo que la gente puede votar en un determinado momento. Por eso, ante su conocimiento, orientan sus políticas en diferentes sentidos. Los estudios que realizan instituciones públicas, en teoría formadas por profesionales y funcionarios independientes, pese a estar cocinados (como todos) deberían de acercarse o acertar mucho más los resultados finales. Y ni que decir tiene que las famosas encuestas a pie de urna, tan socorridas en la noche electoral, no suelen acertar porque la gente no suele decir la verdad aunque esa sería otra cuestión.
Tampoco resulta nada extraño que determinados medios de comunicación no independientes, al servicio de partidos o grupos políticos concretos, es decir, la inmensa mayoría de ellos, encarguen estudios que, todo y que reconozcan la escasa fiabilidad de las muestras, sean utilizados para aupar o denigrar a la opción política a la que apoyan o combaten. La encuesta que El País publicó dos días después de la defenestración de Tomás Gómez en la que el candidato todavía no elegido por el aparato del partido, aunque ya señalado de antemano ante la opinión pública, Ángel Gabilondo aparecía ya como candidato más votado, en un supuesto estudio telefónico realizado en 48 horas, refleja bien a las claras como determinadas élites controlan las encuestas para favorecer a sus intereses, convirtiéndose estas en parte destacada de las campañas de los partidos.
El auge de partidos nuevos, Podemos y Ciudadanos (que no es nuevo en realidad) puede responder a una necesidad social de canalizar el hartazgo con el régimen político (si bien el segundo partido siempre se ha definido como constitucionalista y defensor del régimen del 78). Las encuestas serias deberían reflejar, por muy difícil que resulte hacerlo, la irrupción de estas nuevas opciones. No hacerlo sería manipular y engañar a la sociedad y además sería de una ridiculez supina puesto que quedarían en evidencia al llegar los comicios. Resulta llamativo que todas las encuestas reflejaran la irrupción de Podemos en la europeas de 2014, un partido todavía sin constituir pero dieran unos resultados muy por debajo de los reales. El propio CIS auguraba quince día antes de los comicios 2 eurodiputados para la formación del círculo cuando finalmente fueron 5, más del doble.
Pero, visto lo visto, ¿no sería razonable pensar que durante mucho tiempo las encuestas han inflado el efecto Podemos?. Y puestos a preguntar, ¿no podría haberse hecho para fomentar una opinión conservadora de miedo hacia esta formación, el miedo hacia lo desconocido y hacia un cambio real o imaginario, uniendo este hecho con la campaña de informaciones sobre Venezuela que hasta en la jornada de reflexión de las andaluzas se utilizó en televisión a nivel nacional?. Igualmente, ¿ no podría ser posible que se estén utilizando las encuestas para aupar a Ciudadanos ante la imposibilidad del sistema de evitar un inmenso voto de descontento?. También cabría cuestionarse si las recientes encuestas en las que Podemos desciende en intención de voto puede favorecer un posible voto útil de la izquierda hacia el PSOE para evitar el triunfo del PP. Todo son especulaciones, como es de imaginar, pero no es descabellado pensar que detrás del alud de encuestas, muchas encargadas por medios de comunicación que son verdaderos voceros de sus amos esté sencillamente el ánimo de cambiar o influir en el electorado.
Las empresas demoscópicas no desean ver empañado su prestigio pero lo cierto es que han errado de una manera tremenda. Recordemos que en el 93 daban vencedor al PP, que en ese momento era opción de cambio y finalmente ganó el PSOE. Recordemos también que en el 96 auguraban más de 15 puntos de diferencia en favor de Jose María Aznar y su victoria no pasó de 2 puntos en la realidad. ¿Movilizó el voto del miedo, unido a aquella famosa campaña del Doberman?. Parece claro que así fue. Entonces, ¿deberíamos poner coto a las encuestas?. No parece ser la opción más deseable. La cuestión clave es si no acabaremos convirtiéndonos en una perfecta encuestocracia en dónde incluso la abstención se vea afectada por las encuestas de opinión. Detengámonos a pensarlo por un momento.
no entiendo como alguien que creo ha defendido alguna vez los distritos no conocia esto mismo.
en un distrito, simplemente donde los ciudadanos tuvieran todos los votos que quisieran, simplemente votarian libremente y en la primera vuelta ya se encontraria el llamado mejor,
pero eso sucede porque los candidatos han podido emparejar votos de ciudadanos dispersos…
Si los ciudadanos tienen solo un voto para elegir a solo 1 como apto, no como al mejor, pues el mejor lo elije la urna y no el ciudadano, simplemente se hace de vital importancia para los electores, saber a priori que candidatos pueden ser el mejor, para no tirar su voto a la mierda.
las encuestas cobran todo su valor.
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En españa y sistema proporcional, en realidad, sucede lo mismo, pero ahora debido a que el ciudadano no puede tener un 100% de su voto para repartir entre el numero de candidatos que desee, y de ese modo si la gente vota con 2 votos por ejemplo, ya la mayoria absoltua seria inalcanzable y todas las formaciones tendiran su justa representacion, tambien por supuesto cargandose el metodo dhont,
pero debido a qeu eso de que la representacion de todos no es la misma, y mucho mas que por el metodo dhont, por esto que menciono, simplemente, al final sucede lo mismo….
lo triste es en quienes elogian a trevijano, sean incapaces de reconocer, que hasta para el diseño base de su sistema, lo ha hecho absolutamente con trampa, por eso mismo las encuestas tienen tanto peso de determinar el ganador que se desea……… pero lo que jode, es en si mismo que el sisetma tiene trampa.
ale, ya tienes material para hablar de trevijano la proxima vez, y explicar porque el ciudadano es coartado, y por eso mismo, las encuestas tambien puede coapcionarles.