La glásnost (transparencia en ruso) fue uno más de los variados instrumentos utilizados en los años 80 por el comunismo soviético con objeto de evitar su desmoronamiento. En realidad no dejó de ser una campaña de imagen, de propaganda propia de una dictadura que agonizaba y que, a la postre, no tuvo más virtualidad que acelerar la muerte del régimen. Gorbachov, como nuevo Secretario General del partido y cabeza visible del país, tras una etapa de gerontocracia y mala imagen de los líderes comunistas, trató de hacer creer al mundo que era posible reformar el sistema desde dentro, reflotar un buque que estaba ya para entonces en el fondo del océano.
Esa “transparencia” o intento de liberalización y apertura del sistema político pretendía, entre otras cosas, que los medios de comunicación (en puridad cabría hablar de un monopolio de la información en manos del estado) pudiesen ser más críticos con el gobierno. Sabemos que todo era una cortina de humo para ganar tiempo, para tratar de “salvar los muebles” a última hora. Los problemas económicos de Rusia eran tan graves que la sociedad, a pesar de la represión del régimen comunista, estaba al borde del estallido y el colapso. Gorbachov con su errática política consiguió lo contrario de lo que pretendía: que se acelerara el final.
La recientemente aprobada “Ley de Transparencia” popular nos retrotrae a aquella década de los ochenta en la que la URSS emprendió su particular descenso a los infiernos. España, como el gigante soviético de entonces, se halla desde hace años inmersa en una grave crisis económica y, lo que es peor, en una descomposición acelerada de su régimen de poder. La campaña de imagen impulsada por la “ministra de todo” Soraya Sáenz de Santamaría se asemeja mucho a aquella Glásnost de la extinta URSS. Sintetizando diríamos que todo es mentira salvo “algunas cosas”. La transparencia no se debería de propugnar por ley, entre otras cosas porque la gran mayoría de aspectos que aparecen en esta nueva ley ya están en vigor en otras leyes. Los sueldos de los cargos públicos se deben publicar anualmente, así como su declaración de intereses. ¿Por qué entonces una Ley de Transparencia?. ¿Para qué legislar sobre lo que ya está legislado?. ¿Alguien con dos dedos de frente se cree que los datos que se van a conocer son ciertos?. Esta última cuestión es clave: pueden llenarse la boca con la transparencia pero solo será transparente si un órgano independiente es el que ofrece la información. A estas alturas, creer en las cifras que ofrecen los ladrones es como creer al atracador en vez de al tendero que ha sido atracado.
Esta ley es un simple lavado de cara, que es lo que llevan haciendo desde que todo se precipitó en la primavera de este año que acaba. El grave problema de la corrupción en España no es la corrupción en sí misma, sino que el tamaño de esta sea tal que el pueblo haya percibido nítidamente que es una de las causas de la debacle económica que tanto nos afecta.
La mencionada “transparencia”, por tanto, no sirve para nada si sigue en vigor un modelo que favorece la total impunidad de las élites. Una justicia manejada por el poder político y económico es la mejor noticia para los corruptos y la peor para la ciudadanía. Sin control del poder la podredumbre se extiende sin posibilidad de erradicación. A nadie debería escandalizar el sueldo de un dirigente político sino el que su nivel de vida y patrimonio sea excesivo para sus ingresos. Porque por mucha transparencia que impongan, todo el dinero en “B” es opaco y no saldrá nunca a la luz salvo que los jueces y fiscales no tengan las manos atadas para perseguir los delitos cometidos.
Resulta del todo punto ridículo que el partido de la corrupción de lecciones de lucha contra la corrupción de igual manera que sería imposible que un maltratador dirigiese la oficina contra la violencia de género. De momento, pueden estar tranquilos. Mientras en España no haya un sistema de contrapesos de poder, de controles muy estrictos, de desconfianza continua hacia el dirigente de turno, tendrán tiempo de seguir expoliando al país. Sin embargo mucho me temo, para desgracia de los que parasitan el estado, que este intento de maquillaje llegue demasiado tarde, que no sea suficiente para evitar el final de la partidocracia española. Como le pasó a Gorbachov, que tratando de salvar la gangrena produjo su total extensión. Es lo que trata de hacer nuestra clase política, preservar este infecto sistema poniendo a buen recaudo sus latrocinios. Ganar tiempo para afanar al máximo, mientras engañan a muchos y entretienen a la prensa, ahora sorprendida por datos que ya se conocían. Quizá dentro de unos años el cuento de la transparencia les sirva para ser invisibles a la ciudadanía. Pero cabe también la posibilidad de que sean insoportablemente visibles para todos. Y esa excesiva visibilidad les conducirá irremediablemente al exilio. Colombia espera con los brazos abiertos.
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¿Cómo ha podido ir Rajoy a Londres a buscar un mayordomo por 25.000€ ó 30.000 € si tiene un suldo bruto anual de 87.000 €? A mí no me salen las cuentas
Porque entre otras cosas cobra más de lo que se publica. Otra cosa que no he comentado es que se dice el sueldo oficial pero no todo lo que cobra del erario público en total. Hay dietas y dinero de libre disposición y muchas más partidas que se ocultan. Bendita transparencia. Esto me recuerda al coste real de la monarquía. Oficialmente son 8 millones pero en realidad hay cientos de partidas que asumen otros ministerios pero que son gasto de los Borbones. Es un juego de trileros.
Te faltarían datos para sustentar este escrito, que no digo que sea faso, pero para acusar hay que ser científico y basarse en pruebas. Por otro lado, lo que pasara en un sistema comunista no tiene porque pasar en uno basado en un democracia y dependiente de un grupo como es la unión europea. Igualmente me parecería muy correcto que recogieses también el hecho de que los sindicatos se hayan negado a dar esa trasparencia sobre sus suedos y demás, en base a que es un dato estratégico de empresa y no lo van a rebelar siendo subvencionados estatalmente, ahí tendrías una buena investigación. Un saludo.
La transparencia es una broma de mal gusto y más en el régimen que vivimos que difiere mucho del soviético pero está tan podrido como él. Desde luego la separación de poderes ni está ni se la espera. Muchas de las cosas que saldrán a la luz ya eran públicas solo que la prensa no se preocupaba de buscarlas. Pero lo más importante no son los sueldos sino un buen sistema de contrapesos y control del poder. Con eso ya nos conformábamos unos cuantos.