Recientemente se están publicando en diversos medios independientes ( del partido que gobierna) una serie de artículos de gran profundidad que abordan el final de un ciclo político en España y la necesidad de darle la “puntilla” para empezar de cero como única forma de solucionar los males que padece el país. Parece que los intelectuales empiezan a despertar del letargo de 30 años de una nefasta democracia y se dan cuenta de los errores del modelo. Sin embargo la mayoría desconocen la manera mejor de asesinar esta mal llamada democracia para imponer una verdadera y que el pueblo español deje de ser de los últimos del mundo desarrollado en acceder a esta forma de gobierno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, como dijo Lincoln.
Luis García-Montero, poeta y escritor, publica en su blog “La realidad y el deseo” en el diario Público.es un artículo titulado “Unas Cortes Constituyentes” y estando en gran parte de acuerdo con su acertada visión de la realidad socio-política de fin de época, de final de una etapa que dura ya 35 años, me gustaría puntualizar algunas de sus propuestas para lograr lo que él insinúa como una necesaria regeneración de los partidos y la vida pública nacional.
Propone García-Montero que ” la política no se base en las cúpulas burocráticas de unos partidos sometidos a las entidades financieras(…) unir el Parlamento con la vida cotidiana y las necesidades de los ciudadanos. Con su felicidad tanto como con sus indignaciones“. Y, a continuación, propone la solución al problema : la convocatoria de unas elecciones generales de inmediato capaces de unir de nuevo la soberanía cívica y el Parlamento a través de unas Cortes que tengan un carácter Constituyente. Y continúa asegurando que “necesitamos acuerdos que apuesten de forma clara por la transparencia política(…) mecanismos de vigilancia que impidan el clientelismo y la corrupción, por una nueva ley electoral , por una Justicia democrática y por la participación real de los ciudadanos en la res publica“.
Lo que viene a proponer son una elecciones generales en las que la mayoría del pueblo entregue el poder a unos partidos que hagan una constitución nueva, más democrática, plural, etc. Bien, pues esto es imposible simplemente con la convocatoria de unas elecciones ya que la cámara legislativa volvería a estar poblada de diputados que no representan al pueblo sino a los partidos que los han colocado en listas electorales. Por tanto, en este sentido, nada se conseguiría por este camino. Solamente una ley electoral nueva que pudiera ser aprobada por una mayoría de los partidos minoritarios ( si tal alcanzaran) daría la posibilidad de unas Cortes Constituyentes no viciadas de origen.
Nuevamente señala que sería necesario un acuerdo por la transparencia política ¿entre quiénes?. No será entre los partidos de la oligarquía que el mismo denuncia. Eso sería como entregarle el cordero al matarife. Por tanto, buenas ideas de García-Montero pero pocas soluciones razonables y posibles
En otro artículo, en este caso de Juan Carlos Monedero titulado “una modesta proposición para salir de este sainete democrático“, este viene a proponer la ilegalización de todos los partidos políticos utilizando para ello la ley de partidos, por haberse constituido en organizaciones que fomentan la criminalidad ( casos Gurtel, Eres, es decir, casos de financiación ilegal de los partidos) y, a partir de ahí, empezar de cero, puesto que ningún cargo público de este régimen cleptocrático del 78 podría volver a presentarse con otras siglas. Ahí incluye a las caras nuevas, jóvenes que han entrado hace poco y que no parecen tan contaminados por la partitocracia. Es decir, una tábula rasa para empezar de cero. Vendría a surgir, según monedero, un nuevo parlamento, puesto que caras nuevas, no contaminadas, saldrían en las listas electorales de estos nuevos partidos, pudiéndose formar un frente democrático que propusiera, desde dentro, un cambio constitucional radical. ¿El problema?: ¿Querrían esos nuevos partidos, una vez en el poder, y con el dominio de listas de partidos acabar con el sistema que les ha llevado al poder?. Es dudoso, aunque la aportación es más posibilista que la de García Montero, por muy descabellada que pueda sonar. Porque lo cierto es que ya sabemos que los partidos controlan al poder judicial y, por tanto, ningún juez se atrevería a ilegalizar a sus propios jefes. Además, Monedero afirma que “Nada de toda esta modesta proposición debe hacerse fuera de los cauces constitucionales” . Esto para mi es un clamoroso error de planteamiento puesto que si todo se hace desde dentro, me reitero, ¿quién querría una vez en la poltrona cambiar las reglas del juego?. Como mucho impulsarían una nueva ley de trasparencia que acallara el escandaloso estado de la nación.
Antonio Robles, en Libertad digital.com, titula: “Partitocracia, endogamia y corrupción“, asegurando que llevamos 3 décadas 3, de partidos no democráticos. Lo que afirma Robles es que no se cumple la Constitución, algo que ya todos sabíamos a estas alturas. Señala este autor que “ en esa atmósfera, la transparencia y el respeto a la palabra dada a los electores desaparecen, y en su ausencia, crecen todas las miserias, incluída la corrupción“. Y se desespera por que no se ve salida al problema asegurando que ” El problema que tenemos hoy en España es cómo salir de este lodazal, como reconvertir estas máquinas de alienación política, en instrumentos eficaces y éticos para respetar a los ciudadanos y proveerles de los bienes materiales necesarios para procurar su felicidad y garantizar la justicia y la libertad del conjunto “, señalando acertadamente que ” Quizás ha llegado la hora de dedicar buena parte de nuestras energías a exigir a todos los partidos cambios en sus máquinas de control en lugar de afear solo la conducta a los adversarios” proponiendo “echar de la política a los corruptos y a todos los que juegan a protegerlos para protegerse. Sean del partido que sean”. Creo que Robles acierta en parte pero obvia lo fundamental: por mucho que los partidos cambien, se abran a la sociedad y establezcan controles democráticos para echar a los corruptos si el sistema electoral de listas y la ausencia de separación real de poderes no se corrige de raíz ( ver el escándalo de que todo un presidente del Tribunal Constitucional sea afiliado a un partido político, lo cual solo demuestra la falta de independencia de este alto tribunal) de nada servirán gestos éticos, por llamarlos de alguna forma.
Finalmente me gustaría acabar con el analista político Isaac Rosa, que escribe en Eldiario.es un artículo titulado “certificado de defunción” en el que hace un paralelismo entre las leyes aprobadas por el PP, básicamente la ley de educación y su defunción por la imposición de una mayoría absoluta que la hará de imposible implementación cuando el partido en el poder pierda esa mayoría. Al final del artículo y ya refiriéndose a la calamitosa situación de la que estamos hablando a nivel político señala que: “Habrá que decidir cuándo empezó a joderse todo, a ver si regresando a ese momento somo capaces de empezar otra vez y, eligiendo otros caminos, no acabar cayendo otra vez en ese agujero“, rematando con que ” al coger la pluma, las manos tiemblan. Nunca es fácil firmar un certificado de defunción de todo un sistema“, resumiendo certeramente la dificultad con la que el castigado pueblo español se va a encontrar de cara a un final necesario del modelo corrupto del 78. Sin embargo, Rosa cae también en el error de pensar de que el problema se soluciona cambiando caras, haciendo elecciones nuevas, volviendo a la situación de origen. O sea: a la transición. Y ese es un gran error. Porque la transición es el error en sí mismo, porque los franquistas pactaron con los partidos clandestinos e hicieron ya, en ese momento, el gran pasteleo con el que han pastoreado a la ciudadanía ( que no tendría porqué tener esa denominación) en una monarquía bananera como la que padecemos.
No me encuentro en disposición en este momento de entrever la solución a este drama político de la partitocracia española. Monedero me gusta por su idea de ilegalizar partidos para partir de cero, Montero y Robles por acercar las cúpulas de los partidos a la calle, que escuchen al pueblo y Rosa por su idea de volver atrás en el tiempo y cambiar el camino por otro. Todos tienen ideas interesantes pero ninguno propone algo realmente posible, un programa de mínimos para parar el reloj de inmediato, limpiar la escena, y comenzar a caminar hacia una democracia representativa y deliberativa, basada en el referéndum y la derogación de mandatos a mitad de legislatura, y en una nueva Carta Magna que garantice de raíz la independencia de los tres poderes del Estado( como repito a mis alumnos todos los años: Ejecutivo, Legislativo y Judicial). Esa sería la única posibilidad necesaria que ya he desarrollado en otros artículos. ¿Cómo hacerlo?: ese es el problema. Se admiten propuestas visto que ir a la huelga y salir a la calle no parece la solución más pertinente: por un lado la administración y las empresas se ahorran sueldos y por otro la violencia policial al servicio del poder impide cualquier movilización peligrosa para los que nos gobiernan.
/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:”Tabla normal”;
mso-tstyle-rowband-size:0;
mso-tstyle-colband-size:0;
mso-style-noshow:yes;
mso-style-priority:99;
mso-style-qformat:yes;
mso-style-parent:””;
mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt;
mso-para-margin-top:0cm;
mso-para-margin-right:0cm;
mso-para-margin-bottom:10.0pt;
mso-para-margin-left:0cm;
line-height:115%;
mso-pagination:widow-orphan;
font-size:11.0pt;
font-family:”Calibri”,”sans-serif”;
mso-ascii-font-family:Calibri;
mso-ascii-theme-font:minor-latin;
mso-fareast-font-family:”Times New Roman”;
mso-fareast-theme-font:minor-fareast;
mso-hansi-font-family:Calibri;
mso-hansi-theme-font:minor-latin;}